Las anotaciones en las paredes eran un tejido de frases unidas entre sí con flechas y diagramas; había palabras subrayadas o envueltas en círculos, conexiones rápidas, líneas y dibujos, fragmentos de diálogo, como si en la pared trabajara un pintor que intentara componer un mural -o una serie de murales- copiando un jeroglífico en la oscuridad. Parecía una historieta, en realidad, un cómic en blanco y negro, con el globito de los diálogos y las figuras que iban armando una trama. Las aventuras de Vito Nervio , dijo Luca, y nos miró con una sonrisa cálida; alto y pesado, la cara enrojecida y los ojos celestes, apoyado de espalda en las paredes escritas de la fábrica, sonreía.
Su ilusión entonces era registrar todos sus sueños durante un año para poder por fin intuir la dirección de su vida y actuar en consecuencia. Un plan, la anticipación inesperada de lo que vendrá. Había por fin entendido que la expresión estaba escrito se refería al resultado de esas operaciones de registro y de interpretación de los materiales suministrados por el inconsciente colectivo y los arquetipos personales. Sus sueños -iba a confesar más tarde- eran anticipaciones herméticas del porvenir, las partes discontinuas de un oráculo.
– Como si el mundo fuera una nave espacial y sólo nosotros pudiéramos escuchar el sonido del puente de mando y ver las luces intermitentes y escuchar las conversaciones y el intercambio de órdenes entre los pilotos. Como si sólo con nuestros sueños pudiéramos conocer el plan de viaje y desviar la nave cuando había perdido el rumbo y estuviera a punto de estrellarse. Se trata -dijo-, claro, de una metáfora, de un símil, pero también de una verdad literal . Porque nosotros trabajamos con metáforas y con analogías, con el concepto de igual a , con los mundos posibles, buscamos la igualdad en la diferencia absoluta de lo real. Un orden discontinuo, una forma perfecta. El conocimiento no es el develamiento de una esencia oculta sino un enlace, una relación, un parecido entre objetos visibles. Por eso -y usó nuevamente la primera persona del singular- sólo puedo expresarme con metáforas.
Por ejemplo, el mirador, que era el hueco desde el que se podían ver las luces del puente de mando y oír las voces lejanas de los tripulantes. Quería transcribirlas. Por eso necesitaba un secretario que lo ayudara a copiar. Y por eso su tabla de interpretar había sido construida para poder leer todos los sueños al mismo tiempo.
– Vengan a verla- ordenó.
– Por eso me separé - dijo Renzi .
– Qué raro …
– Cualquier explicación sirve …
– ¿ Y qué andabas haciendo ?
– Nada .
– Cómo nada …
– Escribiendo una novela .
– No me digas …
– Un tipo conoce a una mujer que se cree una máquina …
– ¿Y ?
– Eso …
– El problema siempre es lo que una cree experimentar o cree pensar - dijo Sofía al rato - . Por eso, para poder soportarlo, hace falta una ayuda, una poción, un preparado milagroso .
– La potencia de la vida, no todo el mundo la puede soportar …
– Claro, es una cresta, un desfiladero… te caés, plaff .
– Completamente de acuerdo …
Renzi se había adormecido; el velador cubierto por un pañuelo de gasa tiraba una luz rojiza .
– Dentro de dos, no, dentro de tres años - dijo Sofía, mirándose los dedos de la mano - voy a quedar embarazada… gruesa… en estado interesante… - Se reía -. Quiero tener un hijo que cumpla veinticinco años en el año 2000 .
Luca los llevó a un pequeño cuarto al costado de su escritorio -la sala de trabajo, [31]como la llamaba- que tenía el aspecto de un laboratorio con lupas y reglas y compases y tableros de arquitecto y fotos de los distintos momentos de construcción de mútiples aparatos. En un costado sobre una mesa, se veía un cilindro con tablitas de madera marrón, parecido a una persiana con visillos, o al montaje mecánico de una serie de tablitas egipcias escritas con letra minúscula como patas de mosca que cubrían toda la superficie. Las usaba como diminutos pizarrones donde con lápiz de distinto color escribía palabras y dibujaba las imágenes que se relacionaban con sus sueños. «Son los sueños ya contados los que entran en las tablas», dijo. Una serie de engranajes niquelados hacía mover las láminas, como si aleteara un pájaro , y las palabras cambiaban de lugar permitiendo distintas lecturas de las frases, a la vez simultáneas y sucesivas. Mi madre en el río, con el pelo rojo cubierto por una gorra de goma. «Fue bastante natural, había dicho, que los Reyes se unieran a nuestro equipo en Oxford.» Ése era un ejemplo sencillo de una interpretación preliminar. Su madre, en Irlanda, ¿había viajado a Oxford? ¿Esos Reyes cómo debían ser comprendidos? ¿Los Reyes o la familia Reyes? La pregunta, desde luego, era qué es -y cómo se debía- poner en relación, articular y construir un sentido posible.
Ése era el otro cuarto de los archivadores, y había decidido quitar esos archivadores como había quitado también los archivadores de la sala de arriba para colocar -en lugar de los archivadores- su catre de campaña. Este nuevo lugar de descanso era exactamente igual al que estaba en la planta superior y Luca agregó que no sólo era exactamente igual sino que ocupaba exactamente el mismo espacio, uno encima del otro siguiendo un eje vertical perfecto.
– Acá dormimos en cierta dirección, siempre en la misma dirección, como los gauchos, que al internarse en el desierto ponían la montura en la dirección de la marcha y así dormían, para no extraviarse en el campo. No perder el sentido, el fiel del rumbo. -Luego de muchos meses de experimentación había entendido que era no sólo necesario sino imprescindible que al dormir todo fuera exactamente igual una noche tras otra, aunque durmiera en lugares distintos de la fábrica según lo sorprendiera su actividad, para que los sueños siguieran repitiéndose sin cambios espaciales.
En ese momento apareció un hombre enjuto, vestido de overol, con un aspecto muy pulcro, al que presentó como su ayudante principal, Rocha, un técnico mecánico que había sido primer oficial en la fábrica y al que Luca había conservado como su principal consultor. Rocha fumaba, cabizbajo, mientras Luca alababa sus condiciones de artífice y su precisión milimétrica. Rocha vino seguido por el perro de Croce, el cusquito ladeado que venía a visitarlo, como decía, y al que le hablaba como si fuera una persona. El perro era la única criatura viviente en cuya existencia Rocha parecía reparar con interés, como si estuviera realmente intrigado por su existencia. El perro estaba todo torcido como si tuviera un extraño mal que no lo dejaba andar derecho y le hacía perder la orientación, y se movía al bies, como si un viento invisible le impidiera avanzar en línea recta.
– Este perro, así como lo ven -dijo Rocha-, sube hasta aquí desde el pueblo, siempre medio ladeado, dando vueltas y vueltas cuando se desorienta, y recorre todos esos kilómetros en dos o tres días hasta que al fin aparece por aquí y se queda con nosotros un tiempo y después de golpe una noche se va otra vez a la casa de Croce.
La muerte inesperada de su hermano mayor en un accidente -dijo Luca de pronto- había salvado la fábrica. Dos meses después de la disputa, lo había llamado por teléfono, había pasado a buscarlo en su coche y se mató. ¿Qué es un accidente? Una producción malvada del azar, un desvío en la continuidad lineal del tiempo, una intersección inesperada. Una tarde, mientras estaba en este mismo lugar donde estábamos ahora, sonó el teléfono, que casi nunca sonaba, y entonces había decidido que no iba a atender y salió a la calle pero volvió porque llovía (¡otra vez!) y Rocha, sin que nadie se lo pidiera, como quien recibe un llamado personal, había levantado el teléfono y era tan lento, tan deliberado y prolijo para hacer cualquier cosa, que le había dado tiempo a salir de la fábrica y a volver a entrar antes de decirle que su hermano lo llamaba por teléfono. Quería conversar, iba a pasar a buscarlo con la camioneta para que fueran hasta lo de Madariaga a tomar una cerveza.
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