– Sabe cuidarse solo, no tiene ninguna obligación para con él.
– ¿Cómo? ¿Es que Theign también lo compró a él? -Cyprian per_cibió una melancolía familiar rezumando cada vez más cerca.
– Ingleses. Menudos idiotas.
– Sin embargo… -Cyprian agarró la cuerda de emergencias y, en la acalorada discusión con los guardias y revisores que siguió, fingió sufrir una especie de ataque de histeria, lo cual a veces le había funcio____________________rionetas golpeándose con cachiporras.pectáculo infantil en un parque, tan alejado de sus intereses como manado, mientras Danilo contemplaba la escena como si fuera un es
La última vez que ambos recordaban haber visto a Bevis en el tren fue poco antes de llegar a Lasva, el empalme para Travnik y Jajce.
– Había un enlace esperando -dijo el revisor encogiéndose de hombros-. Su amigo pudo cambiar de tren e ir a Jajce.
Aceptó telegrafiar a la oficina de la Línea de Bosnia en Sarajevo, Cyprian y Danilo se apearon y el tren siguió camino. Ellos volvieron atrás, revisaron hoces y cuencas de arroyos hasta que se les hizo de no____________________ces, antes de coger el tren de la mañana para Jajce. Cyprian miraba por las ventanillas, primero a un lado y luego al otro. Danilo no miraba con la misma resolución.de encontraron una posada e intentaron dormir hasta las primeras ludos, pero nadie había visto a ningún joven inglés con un traje verde alga. Hasta mucho después de oscurecer no llegaron a Lasva, donche, preguntaron a pescadores, guardabarreras, campesinos, vagabun
– Es posible que fuera idea suya -dijo al cabo de un rato.
– Usted será el siguiente, imagino -Cyprian replicó casi sin querer.
– Menuda elección: allá, los malditos austríacos, o aquí, su dudosa protección. En cualquier caso, estoy muerto.
En Jajce había una cascada de treinta metros y una antigua forta__ma de huevo. Decidieron salir de la estación e ir al Grand-Hôtel, con la teoría de que si Bevis rondaba por las cercanías, seguramente estaría allí. El lugar parecía haber sido trasladado, como por algún oscuro arte de magia, directamente desde los Alpes austríacos. Cyprian ahuecó una oreja.leza, y la mayor parte de la ciudad se erigía sobre una colina con for
– ¿Lo que oigo son cantos a la tirolesa? ¿Llevará el personal esos, esos sombreros? ¿Lederhosen? De hecho, Lederhosen en las actuales cir_cunstancias… -Y se sumió en un instante de acalorada ensoñación.
En la recepción nadie había visto a Bevis.
– Pero esos caballeros de ahí les estaban esperando, creo.
Cyprian se dio la vuelta agachándose mientras intentaba acordar__tantes, creando a su alrededor un vacío, se acercaban.se de dónde había meddo la pistola. Danilo esperaba con una sonrisa cáustica, negando de lado a lado con la cabeza mientras los dos visi
La Mano Negra, de eso Danilo estaba seguro.
– En tanto crean que somos agentes serbios, serán comprensivos…, Zdravo, gospodini.
Sin perder el tiempo en formalidades, Batko, el más corpulento, les hizo una señal para que fueran al bar del restaurante. Cyprian cre__llo, la estudió un momento y dijo:yó distinguir madera oscura y cabezas con cornamentas. Batko pidió sljivovica para todos. Su compañero, Senta, sacó una agenda de bolsi
– Aquí está…, deben evitar todos los trenes.
– Ne razumen -dijo Danilo.
– Los austríacos no quieren que ninguno de ustedes llegue a la frontera croata. Han mandado vehículos motorizados y al menos una docena de hombres bien armados.
– ¿Por tan poca cosa como nosotros? -dijo Cyprian.
– Nosotros, los de la… -Batko, fingiendo una mueca, dejó un la_tido de silencio en el que 110 parecía recomendable insertar «Mano Negra»-, siempre protegeremos a los nuestros. Pero ustedes son huéspedes en Bosnia y la tradición dice que los huéspedes son los últimos en morir. Y visto quién quiere matarles… -Se encogió de hombros.
– Las opciones que les quedan a partir de aquí son pocas. -Senta extrajo un mapa pequeño y deteriorado, que parecía arrancado de una guía-. Pueden ir a pie, por el río, aquí, dos días, hasta Banja Luka, y si allí les parece que pueden arriesgarse a tomar un tren, intenten llegar a Zagreb. O pueden volver por donde han venido, de regreso a través de Vakuf, hasta Bugojno, donde pueden tomar la diligencia, a través de las montañas hasta la costa y buscar un barco que les saque de Split. Hay, claro, miles de senderos practicables, y es fácil perderse, se acerca el invierno y abundan los lobos, así que la ruta de la diligen_cia tal vez sea la preferible, siempre que se mantengan alerta.
– Una vez que hayamos superado las cumbres -dijo Cyprian-, me sentiría cómodo en el Velebit, y conozco a gente allí. Pero supongo que no podemos contratar a un guía para esta vertiente -comenta_rio que causó cierta diversión.
– En estos tiempos todos están muy ocupados – explicó Batko-. Si necesitaran ayuda de verdad, griten «Unión o Muerte», pero no les garantizo nada…
La charla muy pronto se volvió académica.
Cyprian y Danilo recorrieron un valle, las hojas de las laderas es__da otoñal de los humanos y el ganado; el aire fresco y calmo; y ni el menor signo de atención no deseada desde que dejaran a Batko y Senta, rostros arrugados en triste despedida, junto a las fabricas de cloro en las afueras de la ciudad.carpadas cambiaban de color; los sauces junto a la orilla, ya desnudos, exhalaban melancolía; pequeñas cascadas caían ruidosas ante la retira
Al atardecer, compraron una trucha y unos cangrejos cocidos y los metieron en una bolsa, y acababan de adentrarse en un olivar don____________________pezaron a graznar, como si este tipo de situaciones sólo se produjeran durante el día.carillado de los muros de piedra de la carretera. Manchas de polvo blanco salían despedidas por el aire. Atravesaron el olivar a la carrera, las hojas de los árboles se agitaban nerviosas en la tormenta invisible, la fruta casi madura caía. En algún lugar, los gansos se despertaron y emde cubrirse, y ya, pues la muerte invisible acechaba por todas partes, «como Dios», se le ocurriría a Danilo más tarde. El yeso saltaba descascordiosamente en otras partes, aunque era imperativo encontrar dónde pensaban hacer noche cuando, sin previo aviso, el aire se llenó del ronroneo a alta velocidad de munición de 9 mm Parabellum, que por el momento sólo alcanzaba superficies no humanas y rebotaba miseri
– ¿Lleva pistola?
Danilo agitó una pequeña Savage del 32 del ejército portugués.
– Tanto da, sólo tengo dos cargadores.
Corrieron medio a ciegas hacia las alturas. La oscuridad los salvó. Se vieron perseguidos ladera arriba, entre rocas puntiagudas, adentrán____________________ridad daban miedo.bra en sombra, cerca de entradas de cuevas que más que ofrecer seguvorosa hacia el crepúsculo. Los fugitivos ansiaban salir de allí, y aun así sabían que sus únicas posibilidades de escapar estaban al aire libre, lejos de los refugios, de los pabellones de caza y los balnearios. Tenían que quedarse donde las martas se deslizaban como fantasmas de somnía en los valles. La luz de esas montañas se volvía más solemne y padida que bajaban las temperaturas y las primeras nieves aparecían en las alturas. El humo de las chimeneas de los fuegos de lignito se reutra el invierno que ya casi había llegado a este país; las montañas de piedra caliza parecían ascender al cielo, volverse más orgullosas, a meces de la Crisis… Las ovejas que ya se habían fundido con las sombras de las nubes por el fondo de los valles acababan de ir a refugiarse contre, y cuestiones como el acero de aleación, la pureza geométrica del ancho de vía, los ferrocarriles, los horarios y la red ferroviaria más grande, por no mencionar la hora europea, que habían definido su día a día hasta ese momento, dejaron de importar, y se vieron arrastrados al siglo pasado. El otoño seguía su curso, los colores se oscurecían, el negro que se encuentra en el corazón de todo color se reafirmaba. Las montañas se envolvían en banderas de nubes desgarradas que parecían proceder de distantes batallas que ya habían empezado a librarse, avandose en el bosque y las montañas, por un terreno cada vez más silves
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