– Muy bien, dividí por cero, una vez tan sólo, mea máxima culpa, sin ninguna consecuencia en el resultado. No omití ninguno de los pasos que usted dijo. Más bien lo que pasa es que usted parece incapaz de seguir mi argumentación.
– Tonterías, Günther; mire, entre pasos, de aquí a aquí, esta fun__ta, cuando en reahdad…ción del tiempo, usted da por supuesto que es conmutativa, y se la sal
– ¿Qué?
– Sencillamente no puede dar eso por supuesto.
– Hago lo que quiero.
– No cuando esto requiere un signo menos aquí… -Y así, pese a la agitación de la multitud, que estaban cantando Auf die Mensur! des____________________dido con respecto a Yashmeen, de modo que algunos la consideraban una valiente y moderna joven, como Kovalevskaia, y otros una furcia infiel cuya misión en la vida era llevar a prometedores matemáticos a una prematura muerte en duelo, como la infame Mademoiselle du Motel había hecho con el padrino de la teoría de grupos Évariste Galois allá por 1832.nidad, que estaba al tanto de los detalles del romance, se había divitos de «Stephanie du Motel!» y silbidos maleducados, pues la comupólogo licenciado que la había venido a ver desde Berlín y que tenía la esperanza de definir aquí, entre los clubs de duelistas de Gotinga, un «grupo de control» para estudiar los significados más profundos de la inscripción fatal, sobre todo tal como se practicaba entre las tribus norteñas de las Islas Andamán; y ambos se fueron, de hecho, entre gricho se había ido mucho antes, cogida del brazo ansioso de un antrozados en otra conversación matemática, lo que pronto aburrió tanto a todos que acabaron marchándose, incluida Yashmeen, quien de hede hacía ya un buen rato, los jóvenes se encontraron de nuevo enzar
Entre los visitantes rusos de Gotinga había algunos de inclinacio__tecimientos trascendentales que se desarrollaban tan cerca. En 1906 había rusos por todas partes, corriendo y huyendo hacia el oeste, y muchos compraban ejemplares denes claramente místicas. Yashmeen los reconocía en cuanto los veía, pues se había encontrado, y a veces esquivado, a varios en Chunxton Crescent; pero aquí, más al este, no había manera de evitar los acon La cuarta dimensión, del joven Ouspenski.
Se veía con frecuencia a un individuo desarreglado, de un único nombre, vagamente oriental, yendo por ahí con Humfried y Gottlob.
– Es un buen tipo. Es un teosofoide. Es Chong. Casi como un teó_sofo, pero no del todo. Ha venido a estudiar la Cuarta Dimensión.
– ¿La qué?
– Y las demás, claro.
– ¿Las demás…?
– Dimensiones. Ya sabes, la quinta, la sexta y así sucesivamente.
– Cree que Humfried ha sido su profesor en una vida anterior -añadió Gotdob amablemente.
– Qué raro. ¿Hay educadores entre los invertebrados?
– ¡Mira por dónde! -exclamó Yashmeen-, no es un bolchevique chino, es el viejo Sidney, que me aspen si no es el viejo Kensington Sid, con algún tinte vegetal… ¡Eh, Sid! ¡Soy yo! ¡Yashmeen! ¿Cam_bridge! ¡El Profesor Renfrew! ¿Te acuerdas?
El personaje oriental le devolvió una mirada poco clara, luego, como si hubiera tomado una decisión, empezó a hablar con cierta in__lia lingüística. La mayoría de los oyentes enterados lo tomaron como un intento de distracción.tensidad en una lengua que nadie supo identificar, ni siquiera su fami
El Doctor Werfner, claro, lo había visto inmediatamente y dio por sentado que era uno de los agentes de Renfrew, algo parecido a lo que pensó Yashmeen, convencida de que había ido allí a espiarla, pues Chong parecía mostrar un interés extraordinario por los rusos que pasaban por la ciudad. Allá donde ellos buscaran a Yashmeen para ha_blar de las dimensiones transtriádicas, allá aparecía él sin falta.
– Cuatro es el primer paso más allá del espacio que conocemos -dijo Yashmeen-. El Doctor Minkowski insinúa un contínuum en____________________nos imperfecta.derar la «cuarta dimensión» como si fuera tiempo, pero es en realidad algo independiente, y el «Tiempo» tan sólo nuestra aproximación metre las tres dimensiones del espacio y la del tiempo. Podemos consi
– Pero más allá de la tercera -insistió uno de sus visitantes rusos-, ¿existen dimensiones como algo más que un capricho de algebristas? ¿Podemos acceder a ellas de algún modo distinto al mental?
– El espiritual -afirmó Gottlob. Hasta donde todos los presentes eran capaces de recordar, era la primera vez que utilizaba esa palabra.
– ¿El alma? -dijo Humfried-, ¿los ángeles?, ¿el mundo invisible?, ¿la otra vida?, ¿Dios? -Antes de acabar la enumeración había esbozado una sonrisa satisfecha-. ¿En Gotinga?
Mientras tanto, Kit había empezado a frecuentar el Instituto de Me____________________dos de golf en Long Island había conocido lator se había posado como un ave de plumaje renovado al borde de la historia. Kit no prestaba mucha atención a la aerodinámica desde su descerebrado periodo junto a Vibe, cuando en el curso de los particánica Aplicada. Desde el reciente descubrimiento de Prandd de la capa límite, las cosas se habían disparado allí, con intensas investigaciones en cuestiones como la sustentación y la resistencia, y el vuelo de mo guttie, una pelota de gu____________________lota -sobre todo cuando acaba de golpeársela desde eldo pequeños bultos por toda la superficie. Lo que no le pasó por alto, pese a que no le volvía loco el juego, tan desaforadamente practicado por tipos semejantes a Scarsdale Vibe, fue un peculiar misterio en su vuelo: la innegable elevación del corazón que se siente al ver una petapercha cuya esfera perfecta se deformaba sistemáticamente moldean tee- que de re_pente asciende bruscamente, en una negación entusiasta de la gravedad que no hace falta ser golfista para apreciar. Y había bastantes detalles sobrenaturales más en las calles de juego. Cada vez más atraído por el microcosmos que se extendía al otro lado de BürgerstraBe, Kit no tar____________________mensión sino en una eufórica línea de universo a través de la «física de cuatro dimensiones» de Minkowski.mente implicaciones para la Tierra, un esferoide de superficie grumosa a gran escala que, en su paso por el Éter, se elevaba no en la tercera ditaban estudiantes de física e ingeniería, algunos sugerían inmediataciones mantenidas en los bares que, a lo largo del Brauweg, frecuengándole su destino en el cielo. Cuando lo comentaba en las conversara en turbulencias que tenderían a arrastrar la pelota hacia abajo, nedó en comprender que la textura de la superficie de la pelota de golf constituía una forma de impedir que la capa límite se separara y caye
– ¿Qué ha pasado con el vectorismo? -se burló Yashmeen.
– Hay vectores -replicó Kit- y vectores. En el taller del Doctor Prandd, todos son sencillamente sustentación y resistencia, velocidad y demás. Pueden hacerse dibujos, del viejo espacio tridimensional de toda la vida si quieres, o sobre el Plano Complejo, si lo que te va es la Transformación de Zhukovski. Vuelos de flechas, lágrimas. En la clase de Geheimrat Klein, estábamos acostumbrados a expresar los vectores sin dibujos, puramente como una serie de coeficientes, sin relación con nada físico, ni siquiera con el espacio mismo, y a anotarlo en varias di_mensiones, según la Teoría Espectral, hasta el infinito.
– Y más allá -añadió Günther, asintiendo con seriedad.
Un día, en clase de Hilbert, ella levantó la mano. Él le hizo un guiño para que hablara.
– Herr Geheimrat…
– Con «Herr Professor» basta.
– Los ceros no triviales de la función 'C,… -Ah.
Ella temblaba. No había dormido mucho. Hilbert había visto antes ese tipo de comportamiento, sobre todo desde la entrada en el nuevo siglo, desde su muy famosa conferencia en la Soborna, supuso, en la que había enumerado los problemas más destacados de las ma_temáticas que se resolverían a lo largo del siglo que empezaba, entre ellos el de los ceros de la función t,.
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