– A ver, perdona, pero ¿qué significa todo eso?
– Pregunta sin respuesta. Algunos han detectado en Heaviside cier__lencia que domina las distintas esferas estos días.to nivel de pasión o puede que sólo de energía, más allá de la trucu
– Pues si Heaviside es el Whitman -comentó un asistente británi_co que estaba cerca, y que lucía un chillón conjunto amarillo-, ¿quién es el Tennyson?
– Clerk Maxwell, ¿no le parece? -sugirió un tercero mientras otros se sumaban a la conversación.
– Lo que convierte a Hamilton, imagino, en el Swinburne.
– Sí, pero entonces, ¿quién es Wordsworth?
– ¡Grassmann!
– Vaya, qué juego más divertido. ¿Y Gibbs? ¿El Longfellow?
– ¿No habrá por casualidad un Oscar Wilde?
– ¡Vamos todos al Casino! -gritó alguien invisible.
Kit se preguntó cómo iba a llegar ninguno de los presentes si____________________so al Casino.sultó que los cuaternionistas disfrutaban de diversos privilegios en su calidad de miembros del Kursaal, entre los que se encontraba el accequiera hasta la puerta, y no digamos ya cómo iban a entrar; pero re
– Se abre un nuevo y fascinante campo -le confió Root cuando entraban-. La Probabilidad Cuaternionista. Parece que, a medida que se desarrolla una partida de bacará, puede describirse cada coup como una serie de, bueno, los llamaríamos vectores: diferentes largos que se_ñalan en diferentes direcciones…
– Algo así como tu pelo, Root.
– Pero en lugar de encontrar una única resultante -prosiguió Root-, aquí estamos trabajando con tasas de cambio, rotaciones, di_ferenciales parciales. Rotacionales, Laplacianos, en tres dimensiones y a veces en más…
– Root, tengo mi salario del pesquero, nada más.
– Quédate conmigo, hijo mío, y pronto te revolcarás en francos.
– Ya. Me parece que sólo daré una vuelta.
Acostumbrado a un tipo de ambiente más tabernario, a Kit los modales europeos le resultaron opresivos, sin rastro de faroleos, ca____________________nión pública en todo el mundo civilizado.wood Vibe, al caucho, el marfil, la fiebre y la miseria del África negra cuyos espantosos abismos sólo ahora empezaban a horrorizar a la opitinado al dolor, las almas perdidas y los futuros anulados, a todo cuanto no debía salir a la luz aquí, pues éste era un templo del dinero, ¿no?, aunque eso llevara de vuelta a su propio Inefable, a figuras como Fleetlegadas para más tarde, o puede que a un salón entre bastidores deslumnias, engaños ni peleas a puñetazos, o eso parecía. ¿Dónde estaba la diversión? Salvo por un grito de vez en cuando, y aun entonces de una polaridad difícil de entender, las emociones fuertes quedaban re
Los camareros con zapatos de suelas forradas entraban y salían repartiendo champán, puros, polvos opiáceos y correspondencia in____________________testable función de onda, el mar.güedad en los espacios intermedios. Y en alguna parte, aquella inconnación eléctrica mantenía el escenario visible y limpio, todo sucedía por pasos, por números enteros, dejando poco margen para la ambicidos por ruletas, zapatos de vestir o de baile y dados llenaban la sala y lo que, de otro modo, habría sido un silencio insoportable. La ilumibezas que caían vencidas por el sueño se topaban con superficies de tapete provocando una audible percusión. Ruidos en staccato produjes se iban empañando lentamente de sudor y lágrimas, las barbas se despeinaban, los pañuelos se manchaban, no pocas veces de sangre de labios mordidos. Las alas de las chisteras se cubrían de billetes. Las caterna del Casino sellada en sobres pequeños y pesados. Los maquilla
Por extraño que pareciera, se fijó Kit, la sala también estaba pla__mento de despiste o de demasiada confianza, hubiera permitido que en el marco del espejo entrara algo que no debía ser visto, y todo se hubiera mezclado. Se topó por fin con una cara simétrica en la mesa de la ruleta, de una clase conocida por esos lares comogada de maquillajes abstractos, y no sólo en los rostros de las mujeres; había simetrías rotas por todas partes, como si cada uno, en un mo esfinge Khnopffiena. La mujer, asomada a la ruleta, miró directamente a los ojos de Kit, excluyendo de buenas a primeras todo tipo de charla introduc____________________vía la mirada.gaba a alcanzar el blanco titanio que los rodeaba. Dicho de otro modo, supuso que si ojos tan incoloros como ésos pertenecieran a un perro, lo primero que uno pensaría es que no era un perro el que le devoldiferencia absoluta hacia la mayoría de las formas de terror, entre ellas las que los anarquistas de la época consideraban a menudo necesario utilizar. La dificultad radicaba en el extraordinario ámbar pálido de sus iris -demasiado pálido para ser tranquilizador-, no tanto un matiz cuanto un defecto producido por la ictericia, que sin embargo no lletoria, con una mirada animal, atemporal, como si ya hubiera asumido lo que ahora le parecía a él -o llegaría a parecerle más delante, si no se le presentaban asuntos más desesperados a los que atender- una in
Este seductor enigma lo observaba a través del humo de un puro fino.
– ¿Está disfrutando de un momento de independencia alejado del resto de la pandilla con la que ha venido?
Kit sonrió con malicia.
– Unos pájaros de aspecto sospechoso, ¿no le parece? Así acaban los hombres que se pasan todo el tiempo sentados puertas adentro y mi_rando fijamente números.
– ¿Son esos matemáticos que están en el Nouvelle Digue? Mon Dieu.
– ¿Y usted se aloja en el Continental?
Ella alzó una ceja.
– Lo digo por esa «piedra» que lleva, ni más ni menos.
– ¿Esto? Es quincalla. Claro que si no sabe diferenciarlo…
– Mierda, se lo perdonaría, fuera lo que fuese.
– Así es justamente como hablan los ladrones de joyas. Ahora es_toy segura de que no puedo fiarme de usted.
– Entonces me temo que no tiene mucho sentido que le ofrezca mis servicios.
– Es usted americano.
– Lo que no significa que no haya recorrido algunos bulevares -afir_mó Kit-, ni que no haya entrado y salido por puertas de callejones.
– Uno de esos yanquis ingeniosos. -Exhibió, como si lo sacara del aire, un rectángulo pequeño de color marfil, el cual llevaba un dibujo fino de color violeta de un rayo de luz que atravesaba varias capas de cristal de un techo para iluminar un fragmento de las vigas de hierro de unos soportales y, en una de las esquinas inferiores, en tipografía sans-serif moderna, el nombre Pléiade Lafrisée, con una dirección de París-. Mi tarjeta de visita.
– No voy a preguntarle a qué asuntos se dedica, porque es asun_to suyo.
– Conseilleuse -dijo ella encogiéndose de hombros.
– ¡He ganado! ¡He ganado! -se oyó un profundo aullido proce_dente del otro lado de la sala.
– Venga -le dijo Kit haciéndole una seña con la cabeza por enci_ma de una mesa de chemin-de-fer-, voy a enseñarle algo. Felicidades, Root. Es bastante divertido, ¿verdad?
– ¡Aaah, pero se me olvidó llevar la cuenta de todo! -Los globos oculares de Root Tubsmith casi daban vueltas en sus cuencas, las fi____________________núsculas, y lo miró frunciendo el ceño-. Me parece que lo mejor será que reajuste algunos parámetros: la temperatura de la sala, el índice de irracionalidad del jugador, un par de coeficientes de la matriz de retroversión…bería haber anotado, bien podría haber sido sólo fruto del azar y la suerte. -De su bolsillo sacó un trozo de papel maltratado, cubierto de fórmulas llenas de triángulos boca abajo, eses mayúsculas y cus mimente detrás de cada oreja-. Valores de las cartas, hora del día, lo dechas se le caían por todas partes y llevaba una encajada descuidada
– Ma foi.
– Si quiere, mademoiselle -se ofreció Kit-, podemos hacer una pe_queña apuesta en su nombre.
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