Afuera los chicos estaban formados en fila bajo el toldo cuando llegó el primer autobús eléctrico. Cada uno de ellos llevaba su paraguas blanco. Pop Jones se quedó tranquilo cuando vio que Ashley llevaba los anteojos para estrella y el sombrero para estrella. Todos los chicos miraban al cielo con los ojos entrecerrados. En cada boca había una palabra insultante.
Hacía nueve meses que había empezado la cosa.
El 30 de septiembre de 2048, a las 12:45 del mediodía, hora de la Costa Oeste, Incarnacion Buttruguena-Hume, la más atractiva de todas las periodistas de los noticiarios de la CNN, recibió un mensaje encriptado en su PDA. La computadora de Incarnacion no reconocía la cifra, pero luego la captó rápidamente. El mensaje estaba escrito en código Blacksmith, que hacía un siglo que no se usaba y ya se consideraba obsoleto en la Segunda Guerra Mundial. Empezaba así: CKBIa TCaAIaCaBTKaCa: Querida Incarnacion. Una vez decodificado, el mensaje decía:
PERDÓN POR LA INTRUSIÓN, PERO ESTA NOCHE VOY A SALIR AL AIRE EN SU ESPACIO. TENGO NOTICIAS PARA USTED. SOY EL PORTERO DE MARTE. HÁBLELE A PICK ALREDEDOR DE LAS CINCO Y TREINTA.
Pick era Pickering Hume, el marido de Incarnacion que, no por casualidad (se suponía) trabajaba en los Departamentos de Relaciones Públicas y Recolección de Fondos del IIE (Investigación de Inteligencia Extraterrestre). Incarnacion llamó a Pick de inmediato a su oficina de Mountain View. Hablaron de la trasmisión: ¿cuál de sus amigos sería el responsable? Pero a las 17:31 Pick volvió a llamar. En un susurro le dijo que estaban recibiendo una señal radial repetida regularmente en la línea de hidrógeno de la Protuberancia Tharsis de Marte, en alfabeto Morse. El mensaje en morse que llegaba desde Marte decía: PICK, LLAMAR A INCARNACION.
Eran las cinco y cuarenta y cinco en Los Angeles. En quince minutos los sat links estarían ocupados y todo el piso donde se encontraba el estudio de Incarnacion estaba llenándose de astrónomos, cosmólogos, filósofos, historiadores, autores de ciencia ficción, milenaristas, secuestrados por ovnis, sacerdotes, políticos y generales de cinco estrellas, reunidos para una historia que acababa de empezar… que seguiría veinticuatro horas y así quedaría. Al dar las seis la pantalla se puso de color rojo herrumbre.
También Pop Jones miraba, ese día, junto con todos los demás adultos de la casa, convocados en el Salón de Actos por el director, señor Davidge. Después de ponerse roja, la pantalla se puso blanca. Y apareció el mensaje, de abajo hacia arriba como en una película clase B, con tipografía catástrofe inclinada hacia atrás. Decía:
“SALUDOS DNA, DE HAR DECHER, EL ROJO, COMO LOS EGIPCIOS DE VUESTRO MUNDO LLAMARON AL NUESTRO, O NERGAL, COMO LO LLAMABAN LOS BABILONIOS: LA ESTRELLA DE LA MUERTE. SALUDOS DE MARTE.
NUESTROS DOS PLANETAS TIENEN MUCHO EN COMÚN. NUESTRO CIRCUITO DIURNO ES SIMILAR. LA OBLICUIDAD DE NUESTROS RESPECTIVOS NO ES MUY DIFERENTE. USTEDES TIENEN OCÉANOS, UNA ATMÓSFERA, UNA MAGNETÓSFERA. NOSOTROS TAMBIÉN LOS TUVIMOS. USTEDES SON MÁS GRANDES. ESTÁN MÁS CERCA, NOSOTROS NOS ENFRIAMOS MÁS RÁPIDO. PERO LA VIDA EN NUESTROS PLANETAS FUE ALIMENTADA MÁS O MENOS CONSTANTEMENTE CON UNA DIFERENCIA DE POCOS MESES. LA TIERRA TOMÓ LA DELANTERA TÉCNICA. NUESTROS MUNDOS, COMO DIGO, SON SIMILARES, Y ALGUNA VEZ FUERON AÚN MÁS SIMILARES. PERO NUESTRAS HISTORIAS DIFIEREN EN FORMA RADICAL Y ESPECTACULAR.
AHORA TODA VIDA SE HA IDO, HA DESAPARECIDO EN MARTE, Y YO SOY LO QUE QUEDA. YO SOY EL PORTERO DE MARTE Y HE ESTADO OBSERVÁNDOLOS, VIAJANDO POR LOS CABLES PARA HACER CONTACTO CON USTEDES EN EL MOMENTO APROPIADO. ESE MOMENTO HA LLEGADO. HABLEMOS.
ESTARÉ EN CONTACTO CON LA NASA SOBRE LAS VENTANAS DE LANZAMIENTO. TAMBIÉN ENVÍO ALGUNAS INDICACIONES SOBRE LA FORMA DE SALIR DE VUESTRO POZO DE GRAVEDAD: ES UN PROBLEMA DE COMBUSTIBLES. Y UNA SUGERENCIA SOBRE EL PROBLEMA DE LOS RAYOS CÓSMICOS Y FORMAS DE REDUCIR LA TRIPULACIÓN. LLEGARÁN DUPLICADOS DE TODAS LAS COMUNICACIONES A CNN Y AL NEW YORK TIMES. JUGUEMOS LIMPIO, POR FAVOR.
NUNCA ESTUVIERON SOLOS, AUNQUE CREÍAN QUE LO ESTABAN. ¿Y POR QUÉ IBAN A CREER OTRA COSA? DNA, APRESÚRENSE. ESTOY IMPACIENTE POR VERLOS CON MIS PROPIOS OJOS. VENGAN.
Bajo el sucio paraguas blanco Pop Jones rengueó rápidamente por el patio. Miró hacia arriba. Aunque su piel mostraba la palidez del viejo solterón, el rostro de Pop a menudo tenía un aspecto infantil, indeciso; esto, junto con su espalda ligeramente encorvada, su voz aguda aunque no afeminada y su castidad, se habían combinado para provocar el sobrenombre. El sobrenombre era El Eunuco. (Por otra parte se llamaba Enoch.) A los chicos los trataba con tono bromista. Pero con sus compañeros adultos Pop Jones era un portero de cabo a rabo; portero por donde lo buscaran, siempre ocioso, severo, truculento, sumido en sí mismo. Y, en su persona, ostentaba un descuido desafiante. En lo alto la estrella titilaba en medio de una penumbra, como una de las cataratas que tan prolíficamente dispensaba. El Sol no había cambiado. Lo que había cambiado era el cielo. El Sol se había enfermado, pero todos decían que estaba mejorando. Pop subió rengueando la escalinata de la enfermería. Miró hacia atrás: un cuadrado de césped con dos árboles antiguos, torcidos y aplastados por el tiempo hasta adoptar la postura de una persona torturada por el vómito. Shepherd Lodge parecía un establecimiento de Oxford visto en una pesadilla. Pop Jones, orgulloso de su profesión, mantenía la casa como un sofisticado laberinto de sudor y temblores, con los radiadores a veces helados, a veces al rojo, las aulas como freezers o como crisoles. Una vez que se abría un grifo, pasaba un rato hasta que empezaba a salir vapor o escarcha. Las cañerías se tapaban. Las cerraduras se atrancaban. Todas las luces parpadeaban o chisporroteaban.
Pop pasó por la sala del oficial médico y echó una mirada de costado al viejo depósito quirúrgico. También había un minigimnasio, donde dos enfermeros estaban entalcándose las manos para usar uno de los aparatos. Ellos también se interrumpieron y lo miraron. Pop Jones percibía el zumbido del aislamiento en sus oídos. Sí, pensó, una situación temible. Más que temible. Todo el orden moral. Pero alguien tiene que… El paciente que había ido a ver era un chico de once años llamado Timmy. Timmy sufría de varios problemas de aprendizaje (siempre se lastimaba por sus caídas o por golpes contra las paredes), y Pop Jones sentía cierta ternura por él. Muchos de los chicos de Shepherds Lodge estaban algo pervertidos, si no abiertamente corrompidos. La verdad era que en noches cálidas el lugar daba la sensación de un burdel antiguo, con los chicos en pijama sentados a caballo en el alféizar de las ventanas, peinándose, leyendo revistas encargadas por correo; alguien rasgueaba una guitarra… Timmy no era así. Encerrado en su propia mente, poseía una inviolabilidad que todos habían respetado. Hasta ahora. Pop y Timmy eran castos… ¡eran inocentes! Ese era su vínculo. Seamos claros: no es sólo la juventud lo que atrae al pedófilo. El pedófilo, por alguna razón, desea el conocimiento carnal de los ignorantes de la carne; un encuentro especialísimo, que involucra una pérdida de significado. En lo que concierne al niño, por supuesto, ese significado perdido no sigue perdido, sino que se queda para siempre. En cierto nivel Pop Jones percibía la naturaleza de esta disparidad, esta prioridad, que lo mantenía en una rectitud a medias. Apenas un pequeño contacto, de vez en cuando. Su uso de los agujeros por donde se podía espiar en los baños estaba ahora estrictamente racionado. El número de veces por mes que revolvía en los canastos de ropa sucia podían contarse con los dedos de una mano.
– ¿Cómo te sientes hoy, muchacho?
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