Jean-Pierre Luminet - El enigma de Copérnico

Здесь есть возможность читать онлайн «Jean-Pierre Luminet - El enigma de Copérnico» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El enigma de Copérnico: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El enigma de Copérnico»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

De las callejuelas de Cracovia a las universidades de Bolonia y Florencia, los talleres de Núremberg y los pasillos del Vaticano, la vida de Nicolás Copérnico, astrónomo, médico y canónigo polaco, transcurre en el turbulento siglo XVI. Los caballeros teutónicos libran sus últimas batallas, los reinos buscan nuevas alianzas, la Reforma comienza a agrietar la unidad de la Iglesia y, en medio de todo ello, Copérnico refuta las teorías de Tolomeo y Aristóteles sosteniendo que el Sol es el centro del universo.

El enigma de Copérnico — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El enigma de Copérnico», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En el corazón del muchacho, el joven fue reemplazando poco a poco al hermano mayor que no había tenido y al padre que había visto morir en la hoguera. La noche antes de su marcha, Aquiles fue a despedirse de su Patroclo en la habitación de éste. Por fin pudo acariciar aquellos bucles dorados y aquellas mejillas de doncella, antes de besar su boca con gusto de cereza.

Gracias a las reformas preconizadas por Melanchthon en las universidades luteranas, Joachim pudo entrar muy pronto en la facultad de Zurich, mientras su tutor, el doctor Gasser, le enseñaba el arte de leer los secretos de la historia de los hombres en los astros. Su camino estaba trazado: sería médico, como su padre. Iría a reunirse con Aquiles en Montpellier. Mientras tanto, iba aprobando exámenes con una facilidad portentosa, como sin querer.

Un día apareció, como un torbellino, un profesor de medicina que había enseñado un poco por todas partes de Europa y, se decía, incluso en la India. Los estudiantes de Zurich se abalanzaron en masa para asistir a las dos o tres conferencias que daba, aprovechando la ausencia de Zwinglio, que había partido al frente de sus tropas para guerrear contra los cinco cantones de la Confederación suiza hostiles a la Reforma. Philippus Aurelium Theophrastus Bombastus von Hohenheim, llamado Paracelso, no les decepcionó: dio su lección en alemán, y después salió al claustro y quemó delante de todos los libros de Galeno y Avicena, de los que llevaba una buena provisión. Luego gritó con voz de trueno:

– Os lo digo, el tolano que crece en mi cogote es más sabio que todos vuestros autores, los cordones de mis zapatos saben más que vuestro Galeno y vuestro Avicena juntos, y mi barba tiene más experiencia que todas vuestras escuelas. No quiero perderme el momento, futuros charlatanes, en que las marranas os arrastrarán por el barro. Ninguno de vosotros podrá esconderse en un rincón tan oscuro que no lleguen hasta él los perros para mearle encima.

El gesto y la diatriba maravillaron a Joachim. Tenía que hablar con aquel hombre a solas.

Nada ni nadie podía resistirse a su encanto, a la resplandeciente belleza de sus diecisiete años, a la pasión con que ardían sus ojos azules y vibraba su voz melodiosa de contralto, casi de castrato, merecedora de cantar bajo la bóveda de San Pedro de Roma. El vehemente y extravagante Paracelso cedió también, después de algunas reticencias: aficionado a la fisiognomía, desconfiaba de los tipos a los que llamaba «jetas de ángel». Él mismo no tenía un aspecto demasiado atractivo: bajo, grueso, rojo como un diablo, nadie se habría girado por él en la calle de no haber sido por la mirada ardiente bajo los párpados pesados, los labios gruesos con su eterna mueca de desdén hacia sus semejantes; y sobre todo de no llevar a rastras, rebotando contra los adoquines, la gigantesca espada que le había regalado un verdugo y cuyo pomo guardaba, según se decía, la piedra filosofal.

Sin embargo, Paracelso no pudo disimular su asombro cuando aquel hermoso joven le recitó pasajes enteros de su obra. Aquella idolatría no disimulada triunfó fácilmente sobre sus reticencias, y dedicó al efebo los seis últimos días y las seis últimas noches de su estancia en Zurich. En el momento de la despedida, aquel irascible curandero le dio algunos consejos:

– Olvídate de la medicina, guapo, déjasela a los charlatanes que la enseñan y la practican tan mal. Ve a la conquista de los secretos de la naturaleza, al corazón de las piedras, al tallo de las plantas, a las vísceras de los animales y de los muertos, y allá arriba, a las estrellas. Porque la piedra filosofal está en todas partes, en el fuego, en el aire, en el agua, en la tierra, y sobre todo aquí…, y aquí.

Su dedo índice gordezuelo y provisto de dos marañas de pelo rojizo señaló el pecho musculoso de Joachim, en el lugar del corazón, y luego su amplia frente blanca como la nieve.

– ¡Viaja, hermoso niño, viaja, ve al encuentro de los grandes hombres de esta época! ¡Escúchales como me has escuchado a mí!

Joachim se echó a los pies de Paracelso, le tomó las manos y las inundó de lágrimas mientras decía entre sollozos: «¡Gracias, gracias!» Un tanto avergonzado, el otro se desasió del abrazo y gruñó:

– Ya basta…, vamos… ¿Qué mosca os ha picado a todos, que me tomáis por un nuevo Mesías? Y a propósito, mi bonito efebo de Israel, tal vez deberías cambiar de nombre. Ni Lutero ni Zwinglio aprecian demasiado a los judíos, desde que vuestros rabinos rechazaron sus propuestas.

– Sólo soy judío por mi padre, maestro, y eso quiere decir que para sus adeptos no lo soy. Mi madre es una Von Lauchen de nacimiento, la última de un linaje de nobles provincianos y sin dinero de mi país natal. Por lo demás, ése es el nombre por el que nos conocen en Zurich.

– Sí. Pues bien, créeme, nadie se andará con remilgos en estas pacíficas regiones en las que conviven mil y una cristiandades. Lutero y el Papa son dos putas que se pelean por la misma camisa. Para ellos, si has sido marrano una vez, lo serás siempre. Te conviene cambiar de nombre, muñeca. Elige un buen apodo latino, como todos nosotros; es lo que da prestigio.

– ¿A mi edad? ¡Sería muy pretencioso!

– ¡Al contrario, al contrario! Adoptas un estúpido patronímico teutón, y nadie se fija en ti. En cambio, si termina en «us», todo el mundo te presta atención. ¿Dónde naciste, gacela?

– En Feldkirch, en el Vorarlberg, pero…

– Feldkirchus… No, demasiado complicado. Espera un poco… Feldkirch, iglesia de campo… Agrotemplum…, no, tampoco vale, demasiado largo… Veamos otra cosa…, si mi memoria no me falla, tus montañas fueron conquistadas hace siglos por el emperador Augusto, que dio a esa nueva provincia de Roma el nombre de Rhetia. ¿Eh? ¡Rheticus! Suena bien. ¡A la vez guerrero y sabio! ¡Ya estás bautizado, mi precioso chiquillo! Lo dicho, Rheticus, ahora mismo escribo unas letras para recomendarte a ese alegre camarada de Melanchthon. Lárgate a toda prisa a Wittenberg y te matriculas en la universidad. Matemáticas, astronomía, teología con salsa luterana, eso es lo que conviene para tu libertad y tu seguridad. Y un bonito título de caballero para disfrazarte aún mejor. Tienes que marcharte de Zurich, Zwinglio es un fanático. Gane o pierda contra los cinco cantones católicos, se revolverá contra las personas como tú y como yo.

– Pero no puedo abandonar a mi madre…

– ¡Tonto, llévatela contigo! No hay nada que guste tanto en Wittenberg como las viudas de mártires de los papistas. Le conseguirás fácilmente un viejo mercader tan rico como solitario, agonizando sobre su saco repleto de oro. Bueno, tengo que marcharme ya. Delicioso momento, en el que no quedan atrás más que enemigos vencidos y corazones destrozados. Tal vez un día volveremos a encontrarnos, si el divino azar así lo quiere. ¡Adiós, Rheticus!

Y Paracelso montó en su caballo, casi tan pelirrojo como él mismo. «¡Querido viejo diablo!», murmuró Joachim al verle alejarse entre torbellinos de nieve en polvo, a lo largo de la avenida rectilínea, con su silueta redondeada a lomos de una montura esquelética.

Un diablo, sí, y quién sabe si, como en el cuento de Fausto, Rheticus no acababa de venderle su alma.

Aquel mismo día, el 11 de octubre de 1531, el profeta suizo de la Reforma, Ulrich Zwinglio, fue muerto por las tropas católicas en el curso de la batalla de Kappel. Mucho más al norte, en Frauenburg, Nicolás Copérnico confió al servicio de correos una veintena de copias de sus Revoluciones de los cuerpos celestes , que iban a diseminarse por las cuatro esquinas del mundo científico y filosófico, en las bibliotecas de los herederos de Hermes Trismegisto y Pitágoras.

Joachim Rheticus tenía dieciocho años cuando se instaló en Wittenberg para seguir los cursos de la prestigiosa universidad. Ahora que la Reforma estaba sólidamente asentada en Sajonia, el verdadero amo de la universidad, Philip Melanchthon, consideró que era hora de volver a su inclinación natural, que le empujaba más hacia el lado de Erasmo que al de Lutero. Así pues, permitió que la enseñanza, ya considerablemente aliviada de lastres medievales, libre de la retórica, de la escolástica y de otros estorbos, se abriese a todas las nuevas ideas. Salvo en las cuestiones religiosas, por supuesto, en las que después de algunos intentos fallidos de acuerdo con Roma, se dedicó ahora a edificar el nuevo dogma como una fortaleza.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El enigma de Copérnico»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El enigma de Copérnico» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jean-Pierre Luminet - El Incendio De Alejandria
Jean-Pierre Luminet
Henri Lœvenbruck - El síndrome de Copérnico
Henri Lœvenbruck
Jean-Pierre Kermanchec - Weiße Rosen aus Névez
Jean-Pierre Kermanchec
Jean-Pierre Kermanchec - Das Grab in der Ville-Close
Jean-Pierre Kermanchec
Jean-Pierre Kermanchec - Belon-Austern
Jean-Pierre Kermanchec
Jean Pierre Casper - The French Affair
Jean Pierre Casper
Jean-Pierre Kermanchec - Die Spinne
Jean-Pierre Kermanchec
Jean-Pierre Kermanchec - Blaues Netz
Jean-Pierre Kermanchec
Jean-Pierre Kermanchec - Das andere Quimper
Jean-Pierre Kermanchec
Jean Pierre Philippe - Im Haus des Herrn
Jean Pierre Philippe
Отзывы о книге «El enigma de Copérnico»

Обсуждение, отзывы о книге «El enigma de Copérnico» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x