Jodi Picoult - Diecinueve minutos

Здесь есть возможность читать онлайн «Jodi Picoult - Diecinueve minutos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Diecinueve minutos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Diecinueve minutos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Peter Houghton es un estudiante de 17 años en Sterling, New Hampshire, que lleva tiempo sufriendo los abusos verbales y físicos de sus compañeros de clase. Su única amiga, Josie Cormier, ha sucumbido a la presión del grupo y ahora pertenece a la élite popular que habitualmente lo acosa. Un último incidente lleva a Peter al límite y lo empuja a cometer un acto de violencia que cambiará para siempre la vida de los habitantes de Sterling. Incluso aquellos que no se encontraban en la escuela aquella mañana vieron sus vidas supendidas, incluyendo a Alex Cormier.

Diecinueve minutos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Diecinueve minutos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Estupendo.

Lacy titubeó.

– Ya sé que no soy quién para decírselo, pero para ser alguien que no quiere a este bebé, parece tremendamente aliviada de saber que todo va bien, Alex.

– Yo no…no puedo…

Lacy miró la pantalla, donde el bebé de Alex había quedado fijado en un instante de tiempo.

– Piénselo al menos-dijo.

– Yo ya tengo una familia-le dijo Logan Rourke aquel mismo día, cuando Alex le comunicó que pensaba tener al bebé-. No necesito ninguna otra.

Aquella noche, Alex llevó a cabo algo así como una especie de exorcismo. Llenó la barbacoa con carbón vegetal y la encendió. Luego quemó en ella todos los trabajos que había hecho para Logan Rourke. No tenía fotos en las que salieran ambos, ni mensajes de amor…Al pensarlo ahora en retrospectiva, se dio cuenta de lo cuidadoso que había sido él, de lo fácil que le resultaba ahora a ella borrarlo de su vida.

Aquel bebé sería sólo suyo, decidió. Se quedó sentada mirando las llamas, pensando en el espacio que iría ocupándole en su interior. Imaginó sus propios órganos apartándose a un lado, la piel estirán-dose. Se figuró que se le encogía el corazón, hasta hacerse diminuto como el guijarro de una ribera, para hacer sitio. No consideró si estaba pensando en tener a aquel bebé para demostrar que su relación con Logan Rourke no había sido imaginación suya; o para trastornar su vida tanto como él había trastornado la de ella. Como cualquier abogado experto sabe, a un testigo nunca hay que hacerle una pregunta cuya respuesta uno no conoce.

Cinco semanas más tarde, Lacy no era ya sólo la partera de Alex, era también su confidente, su mejor amiga, sus oídos. Aunque por lo general Lacy no solía entablar amistad con sus clientes, con Alex había hecho una excepción. Se dijo a sí misma que ello se debía a que Alex, que había decidido ya definitivamente tener el bebé, necesitaba un verdadero apoyo, y que no contaba con nadie más con quien se sintiera cómoda.

Ése era el único motivo, decidió Lacy, por el que había aceptado salir aquella noche con las compañeras de Alex. Incluso la perspectiva de una salida nocturna sólo de chicas, sin bebés, perdía su encanto con aquella compañía. Lacy debería haberse percatado de que era preferible una visita al dentista para un empaste doble hasta la raíz que una cena con un grupo de abogadas. A todas les encantaba escucharse, estaba claro. Ella dejó que la conversación fluyera a su alrededor, como si fuera una roca en medio de un río, mientras no paraba de llenarse con Coca-Cola la copa de vino.

El restaurante era un establecimiento italiano en el que servían una salsa de tomate muy mala y cuyo chef se pasaba de ajo en todos los platos. Se preguntaba si en Italia habría restaurantes norteamericanos.

Alex se había enzarzado en una discusión acerca de un juicio con jurado. Lacy escuchaba cómo los términos eran arrojados y recogidos sobre la mesa: ley de derechos laborales, el caso de Singh versus Jutla, sanciones, incentivos. Una rubicunda mujer sentada a la derecha de Lacy sacudía la cabeza.

– Se está enviando un mensaje-dijo-. Si indemnizas por un trabajo que es ilegal, estás sancionando a una compañía por ponerse por encima de la ley.

Alex se rió.

– Sita, voy a aprovechar este preciso momento para recordarte que eres la única fiscal de esta mesa, así que no va a haber posibilidad de que ganes esta vez.

– Aquí todas somos parte. Necesitaríamos un observador imparcial.-Sita sonrió a Lacy-. ¿Qué opinas de tanta invasión de fuera?

Tal vez debería haber prestado mayor atención a la conversación. Al parecer había tomado un giro más interesante mientras Lacy estaba en las nubes.

– Bueno, yo desde luego no soy ninguna experta, pero hace poco leí un libro sobre el Área 51 y el secretismo del gobierno. Hablaba de cosas muy concretas, como el ganado mutilado…Me pareció muy sospechoso, sobre todo que de vez en cuando aparezca una vaca en Nevada a la que le faltan los riñones, y la incisión no muestre ningún tipo de traumatismo en el tejido ni de pérdida de sangre. Yo tuve un gato que para mí que fue abducido por los extraterrestres. Desapareció exactamente durante cuatro semanas justas, al minuto, y cuando volvió tenía unas quemaduras en forma de triángulo en la piel del lomo, como esos círculos de los sembrados.-Lacy se quedó dudando-. Pero sin trigo.

Todas las presentes en la mesa la miraban fijamente en silencio. Una mujer con una boquita de piñón y el pelo rubio brillante cortado a lo garçon parpadeó sin dejar de mirar a Lacy.

– Hablábamos de la invasión de inmigrantes.

Lacy notó el calor que le subía por el cuello.

– Oh-dijo-. Muy bien.

– Si quieren que les dé mi opinión-dijo Alex, desviando la atención hacia sí misma-, es Lacy la que debería dirigir el Departamento de Trabajo en lugar de Elaine Chao. No cabe duda de que tiene más experiencia…

Todas se echaron a reír mientras Lacy las observaba. Se dio cuenta de que Alex podía encajar en cualquier sitio. Allí, o en una cena con la familia de Lacy, o en la sala de un tribunal, y seguramente tomando el té con la reina de Inglaterra. Era camaleónica.

Lacy pensó, sorprendida, que no se sabe en realidad de qué color es un camaleón hasta que empieza a cambiarlo.

En todo reconocimiento prenatal había un momento en que Lacy dejaba salir a la curandera que llevaba dentro: posaba las manos sobre el vientre de la paciente y adivinaba, por el mero tacto de la superficie que tocaba, en qué dirección yacía el bebé. Le recordaba siempre a las atracciones de Halloween a las que llevaba a Joey: al meter la mano detrás de una cortina, se podían tocar unos intestinos que eran en realidad un plato de espaguetis fríos, o bien un cerebro de gelatina. No es que fuera una ciencia exacta, pero en un feto había básicamente dos partes duras: la cabeza y el culo. Si mecías la cabeza del bebé, ésta se movía a uno y otro lado. Si mecías el culo, el bebé se balanceaba entero. Moverle la cabeza movía sólo la cabeza; moverle el culo movía todo el cuerpo.

Lacy pasó las manos por toda la superficie del vientre de Alex y la ayudó a incorporarse.

– Lo bueno es que el bebé está bien-dijo Lacy-. Lo malo es que ahora mismo está al revés. Sería un parto de nalgas.

Alex se quedó inmóvil.

– ¿Tendrán que hacerme cesárea?

– Aún quedan ocho semanas. Podemos hacer aún muchas cosas en ese plazo.

– ¿Como qué?

– Moxibustión.-Alex se sentó delante de Lacy-. Te daré el nombre de una acupunturista. Tomará un palito de artemisa y te apretará con él el dedo meñique del pie. Luego hará lo mismo con el otro pie. No te dolerá, pero te dará un calor incómodo. Cuando sepas cómo hacerlo tú sola en casa, si empiezas ya, es posible que el bebé se ponga bien en una semana o dos.

– ¿Me tengo que pinchar con un palo? ¿No me marearé o algo?

– Bueno, no tienes por qué. Además quiero que apoyes también una tabla contra el sofá, formando un plano inclinado. Te colocas encima, con la cabeza hacia abajo, tres veces al día durante quince minutos.

– Cielo santo, Lacy, ¿estás segura que no quieres que también me compre una bola de cristal?

– Créeme, cualquiera de estas cosas es mucho más llevadera que dejar que el médico intente darle la vuelta al bebé…o recuperarse de una cesárea.

Alex cruzó las manos sobre el vientre.

– No creo mucho en esos cuentos de viejas.

Lacy se encogió de hombros.

– Por suerte para ti, tú no has parido de nalgas.

No era lo normal que Alex llevase a sus clientes con ella en su propio coche al tribunal, pero en el caso de Nadya Saranoff, había hecho una excepción. El marido de Nadya la había sometido a malos tratos, hasta que la había dejado por otra. No le pasaba asignación alguna por sus dos hijos, aunque se ganaba bien la vida, mientras que Nadya trabajaba en un Subway, por cinco con veinticinco dólares la hora. Había hecho una reclamación al Estado, pero la justicia trabaja demasiado lenta, de modo que había ido al Wal-Mart y había sustraído un par de pantalones y una camisa blanca para su hijo de cinco años, que empezaba el colegio la semana siguiente, y no tenía ya ropa de su tamaño que ponerse.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Diecinueve minutos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Diecinueve minutos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jodi Picoult - Small Great Things
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Shine
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Lone Wolf
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Harvesting the Heart
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Sing You Home
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Jak z Obrazka
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Between the lines
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Handle with Care
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Świadectwo Prawdy
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Bez mojej zgody
Jodi Picoult
Jodi Picoult - House Rules
Jodi Picoult
libcat.ru: книга без обложки
Jodi Picoult
Отзывы о книге «Diecinueve minutos»

Обсуждение, отзывы о книге «Diecinueve minutos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x