Fernando Pessoa - Libro del desasosiego de Bernardo Soares
Здесь есть возможность читать онлайн «Fernando Pessoa - Libro del desasosiego de Bernardo Soares» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Классическая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Libro del desasosiego de Bernardo Soares
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Libro del desasosiego de Bernardo Soares: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Libro del desasosiego de Bernardo Soares»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Libro del desasosiego de Bernardo Soares — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Libro del desasosiego de Bernardo Soares», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Por la calle llena de cajones van los cargadores limpiando la calle. Uno a uno, con risas y dicharachos, van poniendo los cajones en los carros. Desde lo alto de mi ventana de la oficina, yo los voy viendo, con ojos lentos en los que los párpados están durmiendo. Y algo sutil, incomprensible, ata lo que siento a los cargamentos que estoy viendo hacer, una sensación desconocida hace un cajón de todo este tedio mío, o angustia, o náusea, y lo sube, a hombros de quien bromea en voz alta, a un,carro que no está aquí. Y la luz del día, serena como siempre, luz oblicuamente, porque la calle es estrecha, sobre donde están levantando los cajones -no sobre los cajones, que están a la sombra, sino sobre la esquina, allá al final, donde los cargadores están haciendo no hacer nada, indeterminadamente.
2-11-1933.
160
Desde que cesó el calor, y la primera levedad de la lluvia creció hasta oírse, quedó en el aire una tranquilidad que el aire del calor no tenía, una nueva paz en que el agua ponía una brisa suya. Tan clara era la alegría de esta lluvia blanda, sin tempestad ni oscuridad, que aquellos mismos, que eran casi todos, que no tenían paraguas ni impermeables, estaban riéndose al hablar a su paso rápido por la calle lustrosa.
En un intervalo de indolencia, me acerqué a la ventana abierta de la oficina -el calor la hizo abrir, la lluvia no hizo cerrarla- y contemplé con la atención intensa e indiferente, que es mi manera, aquello mismo que acabo de describir con exactitud antes de haberlo visto. Sí, por allí iba la alegría de los dos triviales, hablando sonriendo por la lluvia menuda, con pasos más rápidos que apresurados, en la calidad limpia del día que se había velado.
Pero de repente, de la sorpresa de una esquina que ya estaba allí, rodó hacia mi vista un nombre viejo y mezquino, pobre y no humilde, que andaba impaciente bajo la lluvia que se había mitigado. Aquel, en el que por cierto no me había fijado, tenía por lo menos impaciencia. Le miré con la atención, no ya distraída, que se presta a las cosas, sino definidora, que se presta a los símbolos. Era el símbolo de nadie; por eso tenía prisa. Era el símbolo de quien nada había sido; por eso sufría. Formaba parte, no de los que sienten sonriendo la alegría incómoda de la lluvia, sino de la misma lluvia -un inconsciente, tanto que sentía la realidad.
No era esto, sin embargo, lo que yo quería decir. Entre mi observación del transeúnte que, finalmente, perdí en seguida de vista, por no haber continuado mirándolo, y el nexo de estas observaciones se me ha metido algún misterio de la distracción, alguna emergencia del alma que me ha dejado sin prosecución. Y al fondo de mi desconexión, sin que yo los oiga, oigo los ruidos de las conversaciones de los embaladores, allá en el fondo de la oficina al principio del almacén, y veo sin ver los cordeles de embalar los encargos postales, pasados dos veces, con los nudos dos veces corridos, en torno a los paquetes de papel pardo fuerte, en la mesa al pie de la ventana que da al zaguán, entre chistes y tijeras.
Ver es haber visto.
11-6-1932.
161 Interv[alo]
Esta hora horrorosa que disminuya para posible o crezca para mortal.
Que la mañana nunca raye, y que yo y esta alcoba entera, y su atmósfera interior a la que pertenezco, todo se espiritualice en Noche, se absolutice en Tiniebla, y no quede de mí una sombra que manche de mi recuerdo lo que quiera que sea /que no muera/.
162
Oh noche en la que las estrellas mienten luz, oh noche, única cosa del tamaño del Universo, vuélveme, cuerpo y alma, parte de tu cuerpo, que yo me pierda en ser mera tiniebla y me vuelva también noche, sin sueños que sean estrellas en mí, ni sol esperado cuyo esperarlo ilumine desde el futuro.
163
Los clasificadores de cosas, que son aquellos hombres de ciencia cuya ciencia consiste sólo en clasificar, ignoran, en general, que lo clasificable es infinito y por lo tanto no se puede clasificar. Pero en lo que consiste mi pasmo es en que ignoren la existencia de clasificables desconocidos, cosas del alma y de la conciencia que se encuentran en los intersticios del conocimiento.
Tal vez porque yo piense demasiado o sueñe demasiado, lo cierto es que no distingo entre la realidad que existe y el sueño, que es la realidad que no existe. Y así intercalo en mis meditaciones del cielo y de la tierra cosas que no brillan de sol ni se pisan con pies -maravillas fluidas de la imaginación.
Me doro con ponientes supuestos, pero lo supuesto está vivo en la suposición. Me alegro con brisas imaginarias, pero lo imaginario vive cuando se imagina. Tengo un alma para hipótesis varias, pero esas hipótesis tienen alma propia, y me dan por lo tanto la que tienen.
No hay problema sino el de la realidad, y ése es insoluble y vivo. ¿Qué sé yo de la diferencia entre un árbol y un sueño? Puedo tocar el árbol; sé que tengo el sueño. ¿Qué es esto, en su verdad?
¿Qué es esto? Soy yo quien, solo en la oficina desierta, puedo vivir imaginando sin desventaja de la inteligencia. No sufro interrupción de pensar por parte de los pupitres abandonados y de la sección de remesas sólo con papel y rollos de cuerda. Estoy, no en mi banco alto, sino recostado, por un ascenso sin realizar, en la silla de brazos redondos de Moreira. Tal vez sea la influencia del lugar la que me unge de distraído. Los días de mucho calor dan sueño; me duermo sin dormir por falta de energía. Y por eso pienso así.
25- 7-1932.
164
Desde que las últimas gotas de la lluvia han empezado a espaciarse en la caída de los tejados, y por el centro empedrado de la calle el azul del cielo ha empezado a reflejarse lentamente, el ruido de los vehículos ha adquirido otro canto, más alto y alegre, y se ha oído el abrir de ventanas contra el desolvido del sol. Entonces, por la calle estrecha, desde el fondo de la esquina cercana, ha prorrumpido la invitación del primer vendedor de lotería, y los clavos clavados en los cajones de la tienda de al lado reverberaban en el espacio claro.
Era un día de fiesta dudoso, legal y que no se observaba. Había sosiego y trabajo juntos, y yo no tenía nada que hacer. Me había levantado pronto y tardaba en prepararme para existir. Paseaba de un lado a otro del cuarto y soñaba en voz alta cosas sin ilación ni posibilidad -gestos que me había olvidado de hacer, ambiciones imposibles realizadas sin rumbo, conversaciones completas y continuas que, si existiesen, habrían existido. Y en este devaneo sin grandeza ni calma, en este demorar sin esperanza ni fin, gastaban mis pasos la mañana libre, y mis palabras altas, dichas en voz baja, sonaban múltiples en el claustro /de mi simple aislamiento/.
Mi figura humana, si la consideraba con una atención exterior, era de la ridiculez que todo cuanto es humano asume siempre que es íntimo. Me había puesto, encima de las ropas sencillas del sueño abandonado, un gabán viejo, que me sirve para estas vigilias matutinas. Mis zapatillas viejas estaban rotas, especialmente la del pie izquierdo. Y, con las manos en los bolsillos de la chaqueta póstuma, recorría la avenida de mi cuarto con pasos largos y decididos, realizando con el devaneo inútil un sueño igual que los de todo el mundo.
Todavía, por la frescura abierta de mi única ventana, se oía caer de los tejados las gotas gordas de la acumulación de la lluvia ida. Todavía, vagos, había frescores de haber llovido. El cielo, sin embargo, era de un azul conquistador, y las nubes que quedaban de la lluvia derrotada o cansada cedían, retirándose hacia el lado del Castillo [199], los caminos legítimos de todo el cielo.
Era la ocasión de estar alegre. Pero me pesaba algo, un ansia desconocida, un deseo sin definición, ni siquiera bajo. Se me retrasaba, quizás, la sensación de estar vivo. Y, cuando me asomé desde la ventana altísima a la calle que miré sin verla, me sentí de repente uno de aquellos trapos húmedos de limpiar cosas sucias que se ponen a secar en la ventana, pero se olvidan, enrollados, en el pretil que van manchando lentamente.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Libro del desasosiego de Bernardo Soares»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Libro del desasosiego de Bernardo Soares» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Libro del desasosiego de Bernardo Soares» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.