David Camus - La espada de San Jorge

Здесь есть возможность читать онлайн «David Camus - La espada de San Jorge» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La espada de San Jorge: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La espada de San Jorge»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una fascinante aventura épica en el siglo XII de las grandes sagas.
Cuando aún es un niño, el intrépido Morgennes es testigo del asesinato de toda su familia. Más tarde, tras pasar unos años en el Monasterio de Troyes, donde da muestras de gran inteligencia, parte con su amigo Chretien en busca de aventuras. En Bizancio, tras superar la iniciación, será armado caballero. Y ya en Jerusalén deberá volver a probarse a sí mismo enfrentándose al mundo de la memoria y al de los muertos, a las sombras y a los recuerdos…
Una recreación histórica apasionante de los tiempos de la caballería, el honor y la devoción por la causa.
Una historia muy intensa, que no decae en ningún momento: héroes caballerescos, búsqueda de reliquias, el contexto histórico de las cruzadas y los templarios, todo ello acompañado de grandes dosis de fantasía y acción sin límite.

La espada de San Jorge — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La espada de San Jorge», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Mirad -dijo, mostrando a Colomán una pequeña moneda cuadrada sumamente extraña.

En una de sus caras aparecía una pirámide con un ojo en el centro, y en la otra, un dragón coronado con esta inscripción: « Presbyter Johannes. Per Dei gratiam Cosmocrator » .

32

En verdad os digo que absolutamente todas las especies

de peces, de bestias salvajes, de aves aladas o de hombres

se encontraban allí fielmente esculpidas y grabadas.

Chrétien de Troyes,

Erec y Enid

El viento soplaba, alisando la superficie nevada de la montaña donde nos retenían prisioneros. Soplaba y soplaba, y todo lo que oíamos era una melodía sorda y delicada, una sucesión de caricias indistintas, roce de seda cuando se separa del cuerpo, canto de la tela bajo la que nos deslizamos para un largo y profundo sueño.

A veces cerraba los ojos, me apoyaba en Morgennes y esperaba. ¿Cuánto tiempo permanecimos así, encadenados el uno al otro, en un reducto que no era mucho mayor que una tumba? ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Un invierno entero? ¿Por qué nadie venía a buscarnos? ¿Nos habían olvidado?

A veces Morgennes tendía las manos hacia las rejas por encima de nuestras cabezas y rascaba la nieve con las uñas. Era un trabajo difícil, debido a las cadenas que nos rodeaban las muñecas. A intervalos regulares, me traía un poco del fruto de su cosecha:

– ¡Traga!

Ya no tenía fuerzas para obedecerle. Entonces, delicadamente, me abría la boca e introducía con los dedos algunos pedacitos de nieve. Yo tenía demasiado frío, demasiada hambre, para decir nada. Pero le miraba, tratando de hablarle con los ojos. Le decía: «Gracias, gracias…».

Como una madre que aprieta a su hijo contra su seno, me apretaba contra su pecho y me transmitía su calor. Probablemente eso fue lo que me salvó. Y digo «me» y no «nos» porque Morgennes no parecía sufrir como nosotros, pobres humanos, por la acción de los elementos. El calor, el frío, le dejaban prácticamente indiferente.

De los soldados que nos habían arrojado a este calabozo, algunos eran habitantes de la región, y otros eran originarios de Francia o de Egipto. Por uno de ellos nos habíamos enterado de que nos encontrábamos en el interior de la zona de los montes Caspios, que marcaban la frontera occidental del imperio del Preste Juan y constituían el territorio de los peligrosos gogs y magogs.

– Os encontráis en lo que queda de los últimos territorios de Alejandro Magno -me dijo-. Nosotros veneramos al Conquistador y protegemos el Arca, para que nadie venga nunca a bajarla del lugar donde el Altísimo la colocó.

– ¿Y los dragones? -pregunté.

El hombre me miró, y luego volvió a unirse a su columna. Por lo visto, era un tema tabú. Pero tal vez los dragones habitaran en esa especie de cavernas perforadas en las laderas de la montaña hacia la que nos dirigíamos. Allí, después de varios días de marcha agotadora, nos quitaron las cadenas. Morgennes y yo estábamos extenuados, y en cuanto los soldados nos desataron de sus caballos, me desplomé, demasiado agotado para permanecer en pie. Bajo la amenaza de sus armas, los soldados nos condujeron entonces a este agujero infame excavado en la nieve.

– ¿De qué nos acusáis? -les pregunté con un hilo de voz.

– ¡Silencio, gusanos! -gritó el oficial que lucía un casco con un penacho de plumas naranja. Él era quien nos había arrestado-. ¡No contentos con haber violado la entrada del Monasterio Prohibido, formabais parte, además, del equipo que robó el Arca! ¡Confesad que venís de Constantinopla!

¿Robar el Arca de Noé? Pero ¿de qué estaba hablando?

– Sí, es verdad que venimos de Constantinopla -reconoció Morgennes-, pero no tenemos nada que ver con los ladrones del Arca. Ni siquiera sabíamos que estaba en estos parajes.

Mientras hablaba, recordó los esquemas que había visto en el palacio de Colomán. Durante varios años, ni un solo navío había salido de los arsenales de Constantinopla, porque estaban demasiado ocupados reparando, en el mayor de los secretos, un navío del que nadie sabía nada. Un aprendiz de mercenario le había contado un día a Morgennes que los trabajos no avanzaban porque los ingenieros de Manuel Comneno esperaban la llegada de un experto, procedente de Francia. «¿Podía ser que ese experto fuera Filomena?»

– ¿Qué pensáis hacer con nosotros? -preguntó al oficial.

– ¡Silencio!

Acto seguido se apoderaron de Cocotte y nos confiscaron nuestro equipo, pero nos dejaron las ropas que ahora llevábamos. La nieve y el frío llegaron muy deprisa. Una mañana, o mejor dicho, una noche… -no; efectivamente era por la mañana, aunque ya no había luz-, Morgennes y yo nos despertamos en medio de la penumbra y el silencio. Iba a decir algo, a hablar de mi sorpresa, pero Morgennes me puso un dedo en la boca e hizo: «Chisss…».

¿Cuánto tiempo hace? Mi mente se aferra al desfilar de los días. ¿Cuánto tiempo? ¿Por qué me importa tanto saberlo? Y cuando llegue la respuesta, ya sea en días, semanas o meses, ¿qué cambiará? ¿Cuánto tiempo? ¡Tengo que saberlo, o me volveré loco! El tiempo es ahora todo lo que tengo. Acurrucado contra Morgennes, escucho los latidos de su corazón. Palpita lentamente. Comparado con el suyo, el mío suena como un redoble de tambor. Es imposible. Seguramente estoy soñando, como he soñado todo lo que precede.

Suavemente, Morgennes posó la mano en mi hombro y me despertó.

– Es invierno -murmuró-. Es mi aniversario…

Vuelvo a dormirme.

Morgennes pronto tendrá treinta años. Así pues, ya nunca será armado caballero. Es demasiado viejo. Todo lo que puede esperar, como mucho, si un día vuelve a Jerusalén, es acabar como hermano sargento de la Orden del Hospital. ¡Después de todo, es monje! ¡No es poca cosa ser hermano portero! ¿Y yo? Yo soy mayor que Morgennes. Ya debería haber sido ordenado sacerdote.

Vuelvo a dormirme.

Un poco de frío en la garganta. Morgennes me da de comer nieve. No abro los ojos. Pero en algún lugar, en el fondo de mi ser, pienso: «Gracias, Dios mío. Gracias».

Vuelvo a dormirme…

Oigo cómo tañen las campanas. Se acabó. Son las del monasterio. El de Saint-Pierre de Beauvais. ¡Así que estamos salvados! Puedo seguir durmiendo tranquilamente.

– Vamos, ya es hora -dice Morgennes.

No, déjame. Todo va bien ahora. Hemos vuelto…

– ¡Vamos, es hora de levantarse!

Me sacude, me zarandea violentamente.

¿Qué haces? ¡Déjame tranquilo, estoy bien!

– ¡Levántate! ¡Cocotte ha puesto un huevo!

Abro los ojos. No. Trato de abrir los ojos, pero no lo consigo. ¿O los he abierto ya? No. Un soplo sobre mis párpados. Es Morgennes. Su aliento me calienta las pestañas, pegadas por el hielo. Abro los ojos por fin. Pero el mundo está cerrado. Porque todo es gris, negro o blanco. Morgennes está ahí, bajo una rendija de luz, donde ha excavado una galería.

– ¡Tenemos que salir! -dice sacudiéndome.

– Dormir un poco más.

– Ya has dormido bastante. Hace varios días que duermes. ¡Basta! ¡Despierta!

– Pero… ¿y los demás? -consigo balbucir.

– Están muertos.

– ¡Muertos!

Brutal aflujo de sangre en mis venas. «¡Muertos!» Esta simple palabra me revigoriza. Por fin vuelvo a ser dueño de mí mismo. Me levanto, y me desplomo a los pies de Morgennes, que me sujeta por debajo del brazo y me levanta. Me sostiene contra él. Él es yo. Yo soy él. Formamos una única carne. Qué importa, pues, que muera… Aunque…

– ¿Y Cocotte? Has dicho que había puesto un huevo.

– Mentía. Era para que te despertaras.

Levanté la mirada. Un delgado tubo de luz conducía hacia el exterior, entre dos barrotes de metal oxidado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La espada de San Jorge»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La espada de San Jorge» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La espada de San Jorge»

Обсуждение, отзывы о книге «La espada de San Jorge» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x