Mario Aparaín - No robarás las botas de los muertos

Здесь есть возможность читать онлайн «Mario Aparaín - No robarás las botas de los muertos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

No robarás las botas de los muertos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «No robarás las botas de los muertos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Entre diciembre de 1864 y enero de 1865 ocurrió uno de los episodios más dolorosos de la historia uruguaya: el sitio de Paysandú. Allí, se enfrentaron los seiscientos defensores liderados por Leandro Gómez, comandante de la plaza, y dieciséis mil hombres de tres ejércitos invasores; detrás se extendía un telón de intereses internacionales. La contienda terminó trágicamente para los sitiados, marcada por la inmensa desigualdad de fuerzas. Mario Delgado Aparaín introduce su propia ficción en esa Paysandú que va quedando en escombros, cubierta de cadáveres y saqueada por guerreros victoriosos.
Con más de ocho edicionas agotadas No robarás las botas de los muertos (Premio Bartolomé Hidalgo 2002) es ya un clásico de la novela histórica.

No robarás las botas de los muertos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «No robarás las botas de los muertos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Larravide llegó en el momento en que Leandro Gómez entraba a la sala del Estado Mayor abotonándose su camisa punzó recién planchada.

Braga, Aberasturi y Azambuya tomaban mate de pie alrededor de un plano de la ciudad que indicaba el recinto fortificado, el sitio de las trincheras y los edificios principales. Al verlo, exceptuando a Braga, un hombre de apariencia fría e indiferente a las pequeñas cosas de la vida cotidiana, los otros dos comandantes sonrieron sorprendidos de la frescura y pulcritud del coronel, pues era evidente que se había dado un baño reparador y afeitado meticulosamente a navaja alrededor de la cuidada barba en pera que le caía hasta el inicio del esternón.

– Me afeité para esperar a los macacos… -se excusó con timidez el Coronel.

– Pues no tendrá mucho que esperar, mi comandante… -dijo Larravide, alcanzándole el rollo de papel que le acababa de enviar el capitán Olivera.

Leandro Gómez lo desplegó ante sí y leyó que Flores lo intimaba a rendir la plaza en menos de veinticuatro horas, que le ofrecía garantías y honores de guerra para la retirada de todos sus oficiales y, además, le aseguraba respeto para los habitantes de Paysandú que estuviesen sumados a la resistencia. De lo contrario, lo haría responsable de “la sangre que se derramase por su obstinación”.

Al final de la lectura, Leandro Gómez levantó la mirada, caminó en silencio hasta la mesa y tomó una pluma del tintero de porcelana. Con letra clara e intencionalmente más grande que la de Venancio Flores, escribió al pie de la nota:

“Cuando sucumba”

Luego firmó y le devolvió el pliego a Larravide y este se lo alcanzó al capitán Olivera para que se lo entregase al emisario enemigo, quien ya iba por el segundo cigarro mientras aguardaba frente al puesto de avanzada.

43

3 de diciembre

Ya sobre el mediodía, casi dos horas después de que el pelirrojo emisario del ejército florista retornara al campamento con la terrible respuesta de Leandro Gómez, Martín Zamora se estaba frotando la nuca con agua jabonosa, cuando escuchó la noticia de que por el camino del puerto, se aproximaba una comitiva integrada por los principales oficiales de las cañoneras extranjeras ancladas en el río.

Guiados por dos oficiales de la guarnición de Paysandú, los capitanes Durrell, Martínez de Arce, Bertoni y Olivier, sin soberbia ni afectación, caminaban la par por el centro de la calle 18 de Julio en dirección a la plaza. Impecables en sus coloridos uniformes, se turnaban cada tanto para hacer la venia a los hombres armados que se alternaban entre las mujeres y los niños que no los perdían de vista desde las veredas.

Martín Zamora se apresuró a secarse la cara y antes de terminar de abotonarse su camisa de algodón descolorido, la comitiva apareció de repente en esquina de la plaza, apenas a un par de metros de donde él estaba.

Identificar al capitán Martínez de Arce sin haberlo visto nunca antes, sólo por su uniforme azul de marino español, lo tomó desprevenido, pues le provocó una imprevista y confusa inquietud emocional que lo impulsó a caminar hacia él y seguirlo mientras cruzaba la plaza hacia la Comandancia. Pero a poco comprendió que su actitud era absurda y pobre, que no habría forma posible de hacerse entender por el capitán compatriota ni de ser tomado en cuenta para nada, a menos que en aquel mismo instante, hiciese exactamente lo contrario de lo que estaba haciendo la comitiva, es decir, recorrer rápidamente el camino del puerto, sortear el puesto de avanzada y treparse al bote que había traído a los oficiales extranjeros.

Sin embargo, la posibilidad real de que fuese rechazado por los marinos españoles era demasiado fuerte como para decidirse a una acción de esa naturaleza. Además, por alguna extraña razón emparentada con Raymond Harris y con la palabra de honor empeñada con el capitán Masanti, sentía que si lo hacía, habría en su actitud algo de depravación que no alcanzaba a tolerar muy bien; y eso le trajo a Sancho Panza a su memoria, con aquello de “[…] conserva lo que el cielo te ha dado, compadre. Prefiere la corteza de pan que seca en tu alforja, a las aves que asan en la cocina del señor”.

Y en aquel momento, mientras permanecía estático entre la multitud de la plaza y observaba las espaldas multicolores de los cuatro oficiales detenidos a la espera de que el Estado Mayor terminase de descender por la explanada del Baluarte de la Ley, fue que Martín Zamora decidió, enteramente por sí mismo, que se alistaría del lado de la defensa.

44

3 de diciembre

Martín Zamora los estaba observando a menos de cinco metros de distancia y pensaba que los militares de cualquier parte parecen manejar instintivamente su relación con los símbolos. Ni Durrell ni Martínez de Arce ni Bertoni ni Olivier se habían detenido al azar en el centro de la plaza. Lo habían hecho de un modo perfectamente simétrico, tres pasos delante de la pirámide de la Libertad y a unos diez del pie de la explanada del Baluarte de la Ley por donde descendía el coronel Leandro Gómez portando una lanza embanderada en su mano derecha y seguido de siete oficiales de su Estado Mayor.

Por unos segundos se hizo el silencio absoluto. Por encima de la multitud, en el lado este de la plaza, se imponía sobre la iglesia en construcción el espectáculo de la profusión de soldados armados que, apostados en donde podían, habían convertido las cúpulas a medio hacer, las paredes y las ventanas del templo, en parapetos reforzados y aspilleras de defensa.

De pronto, el capitán Fernand Olivier se adelantó un paso y luego de realizar un rápido y marcado saludo militar, miró directamente a los ojos del Coronel y luego, con voz pausada y en un castellano aceptable, dijo:

– Señor… en nombre del Barón de Tamandaré y del general Venancio Flores, venimos a proponerle la capitulación de la plaza con todos los honores de guerra. La guarnición saldrá de Paysandú por las aguas del río Uruguay en nuestras naves, con sus armas y pabellones, bajo la garantía de los comandantes de España, Inglaterra, Italia y Francia.

El coronel Leandro Gómez lo escuchó con evidente simpatía, pues era claro que intuía en el oficial francés la convicción resignada de que allí nadie reiniciaría a su propósito. Luego observó detenidamente a cada uno de los comandantes extranjeros y al fin clavó el asta del pabellón en el suelo y se volvió a sus oficiales, tal como si delegara en ellos la respuesta a los emisarios.

Sin titubear, Lucas Píriz fue el primero en desenvainar su espada y cruzarla sobre el pabellón del coronel Gómez, mientras miraba a sus seis oficiales formados a su lado.

– ¡Juramos vencer o sepultarnos bajo los escombros de Paysandú! -gritó.

Enérgicos, sin histrionismo alguno, Raña, Braga, Fernández, Ribero, Aberasturi y Azambuya se adelantaron, desenvainaron sus espadas y a un tiempo las cruzaron sobre el pabellón del coronel Gómez. El choque metálico de las hojas se escuchó al otro lado de la plaza.

– ¡Juramos, señor!

El capital Durrell fue el primero de ellos que se adelantó un paso y saludó el pabellón cruzado por los filos plateados de los defensores. En el acto fue imitado por Martínez de Arce y por Bertoni.

Mientras tanto, el capitán Fernand Olivier permaneció estático, a la espera de la respuesta que esperaba escuchar del mismo Leandro Gómez.

– Dígale al almirante Tamandaré que si bombardea esta ciudad lo hará impunemente, pues no tenemos cañones para contrarrestar sus obuses y morteros. De todos modos, como puede ver, capitán… -dijo de pronto el coronel Gómez señalando la pirámide que estaba detrás de él- la libertad no se rinde… ¡Pelea!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «No robarás las botas de los muertos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «No robarás las botas de los muertos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «No robarás las botas de los muertos»

Обсуждение, отзывы о книге «No robarás las botas de los muertos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x