• Пожаловаться

Antonio Garrido: El lector de cadáveres

Здесь есть возможность читать онлайн «Antonio Garrido: El lector de cadáveres» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Историческая проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Antonio Garrido El lector de cadáveres

El lector de cadáveres: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El lector de cadáveres»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la antigua China, sólo los jueces más sagaces alcanzaban el codiciado título de «lectores de cadáveres», una élite de forenses que, aun a riesgo de su propia vida, tenían el mandato de que ningún crimen, por irresoluble que pareciera, quedara impune. Cí Song fue el primero de ellos. Inspirada en un personaje real, El lector de cadáveres narra la extraordinaria historia de un joven de origen humilde cuya pasión y determinación le condujeron desde su cargo como enterrador en los Campos de la Muerte de Lin’an a aventajado discípulo en la prestigiosa Academia Ming. Allí, envidiado por sus pioneros métodos y perseguido por la justicia, despertará la curiosidad del mismísimo emperador, quien le convocará para rastrear los atroces crímenes que, uno tras otro, amenazan con aniquilar a la corte imperial. Un thriller absorbente en el que la ambición y el odio van de la mano con el amor y la muerte en la exótica y majestuosa Corte Imperial de la China del siglo XII.

Antonio Garrido: другие книги автора


Кто написал El lector de cadáveres? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El lector de cadáveres — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El lector de cadáveres», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Devorado por la incertidumbre, Cí recorrió las dependencias cojeando, con Bo pisándole los talones. Incrédulo, pasó de una estancia a otra, incapaz de comprender la desaparición de Iris Azul. Al entrar en el dormitorio principal, el estómago se le encogió. El suelo estaba cubierto de ropas y enseres desperdigados, como si alguien hubiera hecho el equipaje a toda prisa antes de salir huyendo. Lentamente abandonó la estancia y entró en el despacho de Feng. Allí, varios oficiales repasaban los volúmenes perfectamente alineados que permanecían en las estanterías. Cí los contempló distraídamente hasta fijarse en el hueco que destacaba en uno de los anaqueles. Era la balda que contenía los tratados sobre la sal. Para su sorpresa, el libro que faltaba era el valioso ejemplar de lomo verde. El manual sobre técnicas militares y aplicaciones de la pólvora. El insólito Ujingzongyao .

Frunció el ceño y acercó su mano al hueco al advertir la presencia de un objeto rojo oculto tras los libros. Sin dar crédito, metió lentamente la mano hasta rozarlo. Al sacarlo, tartamudeó. Era el cofre lacado de su padre. El mismo que le robaron el día que lo mataron. Su corazón se detuvo. Lo abrió, temeroso, como si en su interior se conservara el espíritu de su progenitor. Dentro, reconoció la letra de su padre en unos documentos. Los que reflejaban la contabilidad paralela que él había elaborado y que demostraba las malversaciones de Feng.

Cí abandonó el pabellón abatido, incapaz de reflexionar más allá de su propia confusión; incrédulo ante su propia credulidad, asombrado por la realidad y aturdido por su estupidez. Se alejó lentamente y caminó como un fantasma hasta la puerta de la academia. Allí, el portero le avisó de que alguien le estaba esperando en el patio. A Cí le dio un vuelco el corazón pensando que se trataría de Iris Azul, pero, para su extrañeza, quienes aguardaban en el claustro eran dos pordioseros a quienes juraría no haber visto nunca. Desconcertado, confirmó con el portero que era a él a quien esperaban y se dirigió hacia los dos desconocidos.

– ¿No os acordáis de mí? -le preguntó el más jovenzuelo-. El día del incendio en el taller. Me dijisteis que cuando encontrara al cojo, viniese a por el dinero.

Cí lo miró de arriba abajo hasta que de pronto lo reconoció. Se trataba del muchacho al que había interrogado en las inmediaciones del taller del broncista. Advirtió que el pordiosero que lo acompañaba descansaba sobre una muleta. Debía de ser el testigo del que le había hablado. Ladeó la cabeza.

– Llegas tarde, chico. El caso ya está resuelto… -se excusó.

– ¡Pero, señor! Prometisteis que si lo traía nos pagaríais el resto de dinero… -se quejó.

Cí fijó sus ojos en los del muchacho. Parecía realmente necesitado. Sacó una bolsa y la retuvo en su mano.

– Está bien. ¿Qué fue lo que vio tu amigo?

– ¡Venga! ¡Díselo! -le dio un empujón.

El muchacho cojo se adelantó a trompicones.

– Llegaron tres personas -relató-. Una mandaba y las otras obedecían. Yo estaba escondido, así que pude verles y oírles bien. La que mandaba esperó fuera mientras los otros buscaban algo dentro de la nave. Luego lo rociaron todo con aceite y después le prendieron fuego.

– Ya… ¿Los reconocerías si los vieras? -le preguntó sin convencimiento.

– Creo que sí, señor. A uno de los hombres le llamaron Feng. El otro parecía un mongol.

Cí dio un respingo. Se acercó hasta el muchacho.

– ¿Y el tercer hombre? ¿Qué puedes contar de él?

– ¡No! ¡No era un hombre! -confesó-. La persona que les mandaba en realidad era una mujer.

– ¿Cómo que una mujer? -balbució-. ¿Qué mujer? -Sacudió al muchacho por los hombros.

– ¡No lo sé! Sólo vi que se desplazaba torpemente, apoyándose sobre un extraño bastón. Un bastón como… -De repente el muchacho enmudeció.

– ¿Qué sucede? ¡Maldita sea! ¡Habla! -le urgió Cí.

– Un bastón como el vuestro… -le señaló.

* * *

Cí pasó tres días encerrado en su habitación sin probar bocado ni curarse las heridas. Tan sólo dejó que el tiempo transcurriera mientras se preguntaba si realmente Iris Azul sería tan culpable como parecía, si Feng habría sido el títere que ella había manejado como instrumento de venganza o si habrían existido motivos ocultos que la guiaron en su conducta. También se preguntó por qué Iris habría traicionado a Feng, salvándole a él la vida. Imaginó que aquello era algo que nunca averiguaría.

Ese mismo día Bo le visitó. El oficial no tenía noticias de Iris Azul, pero le dijo que debería considerarse afortunado. Según sus averiguaciones, cuando durante el juicio el emperador le ofreció inmunidad a cambio de su inculpación, ya había determinado ejecutarle, se confesara culpable o no. Lo único que le libró del cadalso fue el inesperado suicidio de Feng. También le comunicó que se habían emprendido acciones para detener al Ser de la Sabiduría por cohecho y malversación. Cí le agradeció la confianza, pero eso no alivió su amargura.

Al cuarto día dejó atrás las lamentaciones y se levantó. Si había acudido a Lin’an con un propósito, debía trabajar duro para conseguirlo. Mientras se aseaba, comprobó que sus piernas y sus brazos habían recuperado el vigor perdido y que su mente volvía a estar ávida de estudio. Luego cogió un tazón de arroz y se dirigió a la biblioteca, donde estudiaban sus compañeros.

Esa misma tarde se encontró con el maestro Ming. El anciano había comenzado a caminar y su mejoría le alegró. Ming también se complació de encontrarle otra vez rodeado de libros.

– ¿Estudiando de nuevo? -le preguntó.

– Sí. Tengo tarea por delante. -Le mostró el flamante tratado forense en el que estaba trabajando.

Ming sonrió.

– Bo estuvo aquí. -Se sentó junto a Cí-. Me puso al tanto del curso de las investigaciones. Por lo visto, el adivino va a ser ejecutado. Me contó la huida de Iris Azul y tu episodio con Feng en las mazmorras. También mencionó que el emperador ha declinado su promesa de introducirte en la judicatura.

Cí afirmó con la cabeza.

– Así es. Al parecer, Ningzong encontró la excusa perfecta al tachar todos mis descubrimientos de brujería… -Elevó los hombros con resignación-. Pero, al menos, no ha vetado mi presencia en los exámenes y eso es lo único que me importa.

– Ya… -Ming se quejó-. Pero será duro: faltan dos años para la próxima convocatoria y los exámenes son difíciles de superar… ¿Sabes? No creo que necesites seguir como alumno. Tus conocimientos forenses son excepcionales y, si quisieras, podría hacer que entraras a formar parte de nuestro claustro de profesores. No tendrías que preocuparte ni pelear por algo que quizá no logres nunca.

Cí miró a Ming con determinación.

– Os lo agradezco, señor, pero sólo deseo estudiar. Mi único interés reside en superar esos exámenes. -Miró el cofre rojo con los documentos de su padre-. Me lo debo a mí mismo, se lo debo a mi familia y os lo debo a vos.

Ming sonrió mientras asentía. Se levantó para retirarse, pero antes de hacerlo se detuvo.

– Una última curiosidad, Cí. ¿Por qué renunciaste a la oferta del emperador? Bo me contó que, a cambio de tu silencio, Ningzong te brindó todo cuanto podías anhelar: retribuciones generosas, una futura rehabilitación y un puesto en la judicatura. ¿Por qué no aceptaste?

Cí contempló a su viejo maestro con cariño.

– En cierta ocasión, Iris Azul me comentó que Feng conocía infinitas formas de morir. Y puede que fuera verdad. Tal vez sea cierto que existen infinitas formas de morir. Pero de lo que estoy seguro es de que sólo existe una forma de vivir.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El lector de cadáveres»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El lector de cadáveres» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «El lector de cadáveres»

Обсуждение, отзывы о книге «El lector de cadáveres» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.