Jean-Pierre Luminet - El Incendio De Alejandria

Здесь есть возможность читать онлайн «Jean-Pierre Luminet - El Incendio De Alejandria» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Incendio De Alejandria: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Incendio De Alejandria»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Luminet recurre a la erudición y la sensibilidad para narrar el destino de uno de los grandes símbolos de nuestra cultura. El incendio de Alejandría es un homenaje a la transmisión del saber más allá de las trabas ideológicas y religiosas.

El Incendio De Alejandria — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Incendio De Alejandria», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Durante toda la tarde y hasta que cayó la noche, en un incesante ir y venir, los secuaces del gobernador fueron sacando los libros y cargándolos en los carros que los llevaban hacia los cuatro mil baños y termas de la ciudad. Cuando por fin el Museo estuvo desierto, unas sombras que eran Amr y Rhazes fueron a buscar el cuerpo de la muchacha y lo tendieron en un lecho de los aposentos del general. El médico judío lloraba, el antiguo mercader árabe rezaba. Filopon, por su parte, contemplaba su bastón. En cierto momento, accionó un pequeño mecanismo oculto bajo el pomo, que se desprendió. El bastón de Euclides estaba hueco. El viejo gramático sacó de aquel tubo cuatro amarillentos rollos y los desplegó. Pese a su negativa a colaborar en el salvamento, Hipatia había ocultado en aquel escondrijo, cuya existencia le había revelado su tío, unos extractos de las Distancias de la Luna y del Sol, de Aristarco de Samos, y otros muchos de su Hipótesis, aquella obra herética en la que el astrónomo se atrevía a afirmar que la Tierra no era el centro del Universo, sino un pequeño planeta que giraba alrededor del Sol. Juan Filopon, el cristiano, nunca hubiera elegido poner a salvo aquella tesis errónea, y por lo tanto inútil. Pero, puesto que Hipatia lo había querido… Volvió a colocar los rollos en su escondrijo, cerró cuidadosamente la abertura y se fue, abrumado, aferrando el bastón para poder sostenerse en él algún tiempo más.

Los libros de la Biblioteca de Alejandría alimentaron, durante seis meses, las calderas de las termas de la ciudad. Los beduinos se habían aficionado a esos baños tan emolientes como vigorizadores.

Filopon sobrevivió poco tiempo a la muerte de su sobrina y a la destrucción de la Biblioteca. Se dice que falleció el día que cumplió cien años, legando a Rhazes el bastón de Euclides. Este se convirtió en el médico personal del general Amr, en su preceptor y su confidente. Unos meses después de estos acontecimientos, partieron ambos hacia Arabia, pues acababan de saber que el califa Omar había sido asesinado en la mezquita de Medina por un esclavo mesopotámico. Durante su viaje, la flota bizantina atacó Alejandría y la recuperó. El nuevo califa restableció a Amr en sus funciones de general en jefe de Egipto. Las tropas de Bizancio fueron expulsadas de nuevo y el primer acto de paz del glorioso soldado de Alá fue nombrar a su médico bibliotecario del Museo, al menos de lo que quedaba.

Cierto día, Amr, acompañado siempre por su inseparable amigo judío, partió a la cabeza de sus tropas para llevar a cabo nuevas conquistas, en nombre del Misericordioso, en los países de poniente. Recordando la imperecedera luz del Faro, decretó que los arquitectos debían inspirarse en ese extraordinario monumento para construir las torres de las mezquitas. En adelante, el almuédano guiaría desde allí arriba las almas extraviadas hacia la luz de la verdadera fe e invitaría a los fieles a la oración. Pues, según la sura XXIV, «Dios es la luz de los cielos y de la tierra. Esta luz es como una hornacina con su lámpara, una lámpara colocada en un cristal, un cristal parecido a un astro resplandeciente». Así, el islam edificó sus minaretes, que se elevaban como un millar de faros por encima de los edificios. [10]

EPILOGO

El bastón de Nicolás

Seis caballos tirando de un pesado vehículo negro que luce las armas del obispo de Warmie escalan penosamente los montes que llevan a Nuremberg. Los sigue un carro cargado con baúles y fardos. Salieron de Roma hace dos meses, en los primeros días de la primavera del año de gracia de 1504. Pero Nicolás no tiene mucha prisa por reintegrarse al capítulo de la catedral de Frauenburg. De modo que, como los escolares, ha dado un rodeo.

El canónigo polaco, apasionado por las matemáticas y la astronomía, recupera, durante ese lento viaje, la despreocupación y la alegría de un colegial. Cuando se detuvo en Ferrara, encontró a uno de sus compañeros de antaño junto al que había estudiado en la Universidad Jagellon de Cracovia, su amigo el doctor Juan Fausto, y le invitó a viajar con él hasta Polonia. Pero aquel encuentro nada debía al azar. Fausto, que diez años atrás había tomado parte en la navegación de Vasco de Gama, había proseguido solo, desde las Indias, un periplo que le había llevado hasta China. Luego regresó a Venecia, donde tenía que resolver ciertos asuntos sucesorios, y allí se enteró de que su amigo de la juventud estaba también en Italia por otros asuntos que, en su caso, eran de orden estrictamente eclesiástico, al menos en su mayoría. De ese modo, los dos alegres compañeros se habían encontrado en Ferrara.

Naturalmente, durante el monótono trayecto, Juan, que ha visto muchas más cosas que Nicolás, tiene también muchas más cosas de qué hablar. Acaba así contando la historia del incendio de la Biblioteca de Alejandría, lugar donde permaneció algún tiempo. La antigua ciudad de los Tolomeos, le dice, no es hoy más que una ciudad de feria, medio abandonada. El Faro desapareció en el terremoto de 1303 bajo las aguas encrespadas; el Museo, en cambio, se derrumbó por la estupidez de los hombres, ya fueran cruzados de Cristo o soldados de Mahoma.

Fausto ha leído esa historia en La crónica de los sabios, una obra en árabe de un tal Ibn al-Kifti. Encontró el texto al regreso de su periplo alrededor del mundo, en la biblioteca de Constantinopla, ciudad a la que medio siglo antes los invasores otomanos dieron el nombre de Estambul. Le resume ese texto en pocas palabras.

Ambos amigos tienen muchas dudas sobre la veracidad del relato, redactado mucho tiempo después de la toma de Alejandría por los árabes. Así, el tal Ibn al-Kifti afirma que el califa Omar reinaba desde Bagdad, algo imposible porque esta ciudad no existía en el año 640 después de Cristo, fecha de los acontecimientos relatados. Otro motivo de suspicacia es que el autor de La crónica de los sabios pertenecía a la secta musulmana llamada «chiíta», secta que consideraba a los tres califas que sucedieron a Mahoma como usurpadores; comenzando por el propio Omar, del que afirmaban que había destruido, tras la muerte del Profeta, el manuscrito de las últimas suras.

Al acusar a aquel hombre de haber hecho quemar la gran Biblioteca, Ibn al-Kifti deslucía más aún la memoria del primer comendador de los creyentes, del que sus partidarios, los «sunnitas» decían, por el contrario, que había sido el mayor conquistador del islam triunfante, un piadoso soberano y un hábil diplomático.

– Pobre Omar -dijo Nicolás con un cómico suspiro-. Su reputación está mancillada por los siglos de los siglos. Pues, si lo que me has dicho es cierto, la Iglesia cristiana de Oriente, al conocer esta historia, no tardó en reprobar al probo Omar… ¡Reprobar al probo Omar! ¿Qué te parece eso, Juan?

– Creo, mi buen canónigo, que eres un caso desesperado -responde Fausto-. Quince años de estudio y sacerdocio no te han curado en absoluto de tu manía de hacer juegos de palabras. Pero lo peor es que te crees obligado a repetir siempre tres veces tus abominables retruécanos, por temor a que tu interlocutor no los entienda.

Sí, los disidentes chiítas de aquella lejana época, al acusar a Omar, habían ofrecido sin querer a la Iglesia ortodoxa una excelente ocasión. Mientras en occidente se cantaban las hazañas de Carlomagno y de Rolando, vencedor de los «infieles sarracenos», cuya piel, según decían, era negra como la pez, que eran seres crueles y pérfidos de nariz aguileña e inteligencia obtusa, en la Constantinopla sitiada se repetía que las hordas sectarias de Mahoma habían destruido más de un milenio de saber. Omar tenía anchas las espaldas para cargarle con aquel inexpiable crimen.

– Y además -suelta Nicolás olvidando el piadoso hábito que lleva-, esta acusación permite disimular las matanzas de judíos y la destrucción de los ídolos que llevó a cabo el bruto de san Teófilo, obispo de Alejandría, al que sucedió su bastardo Cirilo, tan aureolado y canonizado como él. ¿Por ventura crees, Fausto, que aquellos fanáticos se limitaron a destruir el templo de Serapis? El tío y el supuesto sobrino habrían resultado unos inquisidores muy correctos, de modo que resulta lógico que san Cirilo hubiera sentido antes que los musulmanes la tentación de arrojar la antorcha a los anaqueles de la Biblioteca, ¿no te parece?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Incendio De Alejandria»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Incendio De Alejandria» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jean-Pierre Luminet - El enigma de Copérnico
Jean-Pierre Luminet
Jean-Pierre Kermanchec - Weiße Rosen aus Névez
Jean-Pierre Kermanchec
Jean Pierre Casper - The French Affair
Jean Pierre Casper
Jean-Pierre Kermanchec - Die Spinne
Jean-Pierre Kermanchec
Jean-Pierre Kermanchec - Ligurischer Urlaub
Jean-Pierre Kermanchec
Jean-Pierre Kermanchec - Das andere Quimper
Jean-Pierre Kermanchec
Jean Pierre Philippe - Im Haus des Herrn
Jean Pierre Philippe
Jean Pierre De Caussade - El abandono en la Divina Providencia
Jean Pierre De Caussade
Отзывы о книге «El Incendio De Alejandria»

Обсуждение, отзывы о книге «El Incendio De Alejandria» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x