David Liss - Una conspiración de papel

Здесь есть возможность читать онлайн «David Liss - Una conspiración de papel» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una conspiración de papel: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una conspiración de papel»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En Una conspiración de papel, Benjamin Weaver se enfrenta a un crimen relacionado con la muerte de su padre, un especulador que se movía como pez en el agua en la Bolsa de Londres. Para hallar respuestas el protagonista deberá escarbar en su pasado y contactar con parientes lejanos que le reprochan su distanciamiento de la fe judia. Poco a poco, Weaver descubre a una peligrosa red de especuladores formada por hombres poderosos del mundo de las finanzas. David Liss elabora con maestría una complicada trama, una hábil combinación de novela histórica y de misterio.

Una conspiración de papel — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una conspiración de papel», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Para mi alivio no había indignación alguna en su voz. Se creía tan libre de motivos malvados que no podía tomar en serio la sospecha.

Yo sí la tomaba en serio, sin embargo. Porque era culpable, aunque no de malicia.

– No creo que se haya apropiado de nada con mala intención -dije-. Creo que se ha atrevido a hablar por boca de Miriam.

– ¿Y ahora lo haces tú? -su voz se volvía enérgica de nuevo.

Había tocado algo.

– Nunca haría tal cosa -dije-, pero me temía que usted no escucharía sus palabras. Pensé que quizá escuchara las mías.

– Es una tontería por su parte desear eso -me dijo mi tío-. Miriam ha vivido en mi casa mucho tiempo. Si he hecho algo que no le haya gustado, ha sido por su propio bien.

– ¿Cómo puede usted decidir eso por Miriam? -pregunté-. ¿Lo ha consultado con ella alguna vez?

– Consultar estos asuntos con las mujeres es de necios -respondió-. ¿Viste que retenía el dinero de Miriam y pensaste que lo hacía por avaricia? Me escandalizas, Benjamin. A lo mejor ahora me acusarás de ser poco liberal, pero he visto a las mujeres llevar sus fortunas a la ruina demasiadas veces, y sólo deseo preservar para Miriam una fortuna que debe ser suya y de sus hijos. Si le dejo hacer lo que le plazca, malgastará el dinero en vestidos y carruajes y entretenimientos caros. A las mujeres no se les pueden confiar estas cosas.

Sacudí la cabeza. Por las cosas que decía de ella parecía como si nunca hubiera conocido a su nuera.

– Puede que algunas mujeres sean así, pero Miriam sin duda no lo es.

Él se rió suavemente.

– Cuando tengas tu propia mujer, tus propios hijos, podemos volver a tener esta conversación.

Se puso en pie y abandonó la habitación. Yo no pude saber si había dado por concluido el asunto o si había cedido.

Mi tío no me pidió nada, porque me había prometido que no me pediría nada, pero comprendía que prefería que suspendiese mi investigación durante el sábbat. Lo hice en señal de respeto a su casa, y también porque necesitaba tiempo para meditar sobre todo lo ocurrido. No me dijo nada acerca de nuestra conversación sobre Miriam, y yo no le dije nada a él. No tenía estómago para sacar un tema que sería motivo de conflicto para él. Al menos aún no. Me resultaba extraño pensar que había llegado a casa de mi tío con la esperanza de que él fuera el hombre que mi padre nunca había sido. Supongo que había esperado demasiado de él; es decir, que había esperado que opinase lo mismo que yo en todos los frentes. Me consolaba, sin embargo, saber que retenía el dinero de Miriam no por vileza, sino por prejuicios contra su sexo.

A nuestra cena del viernes mi tío sabiamente decidió no invitar ni a Adelman ni a Sarmento, pero sí invitó a una familia vecina: un matrimonio de la edad de mis tíos más o menos, su hijo y la esposa de éste. Me gustó tener compañía, porque resultaba una distracción muy necesaria y la presencia de las mujeres me liberaba de la incómoda tarea de intentar conversar con Miriam.

Después de rezar en la sinagoga al día siguiente, de nuevo me encontré hablando con Abraham Mendes. Era tan raro que este hombre que no me parecía más que un villano en presencia de su amo, Jonathan Wild, pudiera resultar tan socialmente competente en otras circunstancias. Para mi sorpresa, creo que incluso me alegré de verle acercarse a mí.

Mendes y yo intercambiamos el saludo tradicional del sábbat. Preguntó por la salud de mi familia, y luego dirigió su atención hacia mí.

– ¿Cómo progresa su investigación, si me permite la pregunta?

– ¿No viola la ley de Dios hablar de tales asuntos durante el sábbat? -inquirí.

– Es cierto -convino-, pero el robo también, de modo que será mejor que no analicemos nuestros pecados.

– La investigación va mal -murmuré-. Y aunque no le importe molestar al Señor, haga el favor de no molestarme a mí. No estoy de humor para hablar del asunto.

– Muy bien -me sonrió-. Pero si quiere, puedo comentarle sus dificultades al señor Wild. Es posible que pueda ofrecerle alguna ayuda.

– Ni se le ocurra. Mendes, no estoy seguro del grado de su vileza, pero no tengo ninguna duda acerca de su amo. Haga el favor de no mencionarle mi nombre.

Mendes me hizo una reverencia y se marchó.

Una vez de vuelta en casa, me encontré nuevamente evitando a Miriam. Los dos nos habíamos esforzado en eludirnos desde nuestra desafortunada conversación. El sábado, después de ir a la sinagoga, Miriam anunció que le dolía la cabeza y pasó el resto del día en su habitación. No puedo decir que sintiese otra cosa excepto alivio.

Esa noche, al subir las escaleras, me la encontré en el pasillo, justo junto a su puerta. Me había estado esperando.

– Benjamin -dijo con voz queda. Mis tíos estaban durmiendo en el piso superior. Nos oirían si no teníamos cuidado.

No sabía si acercarme a ella o alejarme. Parecía un tonto allí quieto, pero por el momento me resultaba más fácil que tomar una decisión.

– Hay algo que quiero decirle -susurró, casi de manera inaudible.

Caminé hacia delante, con la mano extendida. Ella dio un paso atrás.

– Es sobre su padre.

Esa afirmación me paró en seco. Mis miembros temblaban. Me habían pasado demasiadas cosas como para no sentir terror ante esa afirmación.

– ¿Qué pasa?

– Hay algo que quiero decirle, algo que me parece que debe oír. Su padre… -hizo una pausa, apretó los labios, y respiró fuerte por la nariz como un marinero hinchando los pulmones antes de tirarse a la mar-. Su padre no era un hombre bueno.

Casi me río; de hecho, hubiera soltado una carcajada de no haber estado tan confuso.

– Creo que eso ya lo sabía.

Se mordió el labio.

– No me entiende. Una vez me dijo que se sentía culpable, que tenía remordimientos, como si hubiera cometido errores. A lo mejor deba sentir esas cosas; a lo mejor sí que erró usted horriblemente al escaparse de casa, y aún más al no volver. Pero eso no significa que estuviera equivocado, al menos no del todo. Cúlpese a sí mismo si quiere pero debe culparle a él también.

Sacudí la cabeza una y otra vez, sólo parcialmente consciente que lo hacía.

– Su padre sabía dónde estaba. Sólo tenía que leer los periódicos para saber dónde peleaba. Podía haberse acercado a usted, y no lo hizo. No lo hizo porque no sabía ser generoso. Le vi tratar con su hermano, y no era más cálido con José que con usted, sólo estaba más satisfecho. Sus recuerdos no son una invención, son la verdad. Quizá las cualidades que le convirtieron en un buen hombre de negocios lo convirtieron en un mal padre. Pero yo creo que… -su voz se perdió un momento-. Tiene demasiados remordimientos -dijo-. Más de los que debiera.

Sus palabras me dejaron como helado. Sentí tal torrente de emociones que no podía distinguir una de otra.

– Quiero que seamos amigos, Benjamin -dijo tras una pausa, a lo mejor cansada de mi silencio-. ¿Lo entiende?

Asentí como un bobo.

– Entonces mañana podremos hablar como solíamos.

Sonrió tan dulcemente, tan tímidamente, que pensé que me estallaría el corazón. Y luego subió las escaleras y me dejó en el pasillo, donde permanecí hasta que oí las campanadas de un reloj en el piso inferior, y entonces me fui a mi habitación tropezando como un borracho.

Fue poco después de la una de la tarde cuando llegué a casa de Sir Owen, y me resultó una sorpresa agradable ver que estaba despierto, completamente vestido, y listo para verme al cuarto de hora de mi llegada. Lejos de ser el hombre severo con quien me había encontrado la última vez que le vi, ahora tenía todo el aspecto de ser el mismo de siempre.

– Weaver -me gritó con bastante placer al entrar en la sala-. Qué bueno verle. ¿Qué puedo hacer por usted? ¿Le apetece un trago de algo?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una conspiración de papel»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una conspiración de papel» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Una conspiración de papel»

Обсуждение, отзывы о книге «Una conspiración de papel» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x