Jeanne Kalogridis - El secreto de Mona Lisa

Здесь есть возможность читать онлайн «Jeanne Kalogridis - El secreto de Mona Lisa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El secreto de Mona Lisa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El secreto de Mona Lisa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La apasionante vida de la mujer que inspiró La Gioconda, en una intrigante trama llena de amor, traición y luchas de poder. La joven y hermosa Lisa di Gherardini es conducida por su padre al palacio Médici, donde la espera Lorenzo el Magnífico. Allí conoce a Leonardo da Vinci, con quien mantendrá una relación muy especial, y a Giuliano, el hijo menor de Lorenzo, de quien se enamorará perdidamente. Lisa y Giuliano se casan en secreto, pero al poco tiempo estalla una rebelión contra los Médici y Lisa da a su marido por muerto. Comienza una época turbulenta marcada por el terror religioso. La joven florentina tendrá que tomar partido en la contienda.

El secreto de Mona Lisa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El secreto de Mona Lisa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡No soy un traidor! ¡No sabía nada de esto! ¡Nada! ¡Juro por Dios, Lorenzo, que soy inocente!

Lorenzo no vio la mano que se le acercó por detrás y se apoyó suavemente en su hombro izquierdo, pero la sintió como si fuese la descarga de un rayo. Con la agilidad y la fuerza de muchos años de práctica, se movió hacia delante para soltarse de la sujeción del enemigo invisible, desenvainó la espada y se volvió.

Durante el súbito movimiento, una afilada hoja lo rozó justo por debajo de la oreja derecha; soltó una exclamación involuntaria al sentir el corte en su delicada piel, y notó cómo un líquido caliente se derramaba por su cuello hasta el hombro. Pero se mantuvo firme y levantó la espada, preparado para repeler cualquier nuevo ataque.

Lorenzo se vio frente a dos sacerdotes: uno temblaba detrás de un pequeño escudo. Sujetaba torpemente una espada al tiempo que miraba a la multitud que se dispersaba a su alrededor y corría hacia las puertas de la catedral. No obstante, se vio obligado a volver su atención hacia su sirviente personal, Marco, un hombre musculoso que, sin ser un experto con la espada, suplía esa carencia con la fuerza bruta y el entusiasmo.

El segundo sacerdote, con una mirada salvaje fija en Lorenzo, levantó la espada para un segundo intento.

Lorenzo paró un golpe, y otro. Macilento, pálido, barbudo, el sacerdote tenía en los ojos una expresión extraviada, y la boca desfigurada de un loco. También tenía la fuerza de la locura, y Lorenzo estuvo a punto de caer bajo sus golpes. El eco del choque de los aceros se propagó por el interior de la catedral, ya casi desierta.

Los dos adversarios cruzaron las espadas, empujaron empuñadura contra empuñadura con una ferocidad que hizo temblar la mano de Lorenzo. Miró los ojos de su enconado enemigo, y contuvo el aliento al ver el odio en ellos.

Mientras permanecían con las espadas enfrentadas, sin intención de ceder, Lorenzo medio gritó:

– ¿Por qué me odias tanto?

La pregunta era sincera. Siempre había deseado lo mejor para Florencia y sus ciudadanos. No comprendía el resentimiento que otros sentían al escuchar el nombre Médicis.

– Por Dios -replicó el sacerdote. Su rostro no estaba a más de un palmo del rostro de su rival. El sudor perlaba su frente pálida; su aliento quemaba la mejilla de Lorenzo. La nariz larga, afilada, aristocrática, indicaba que probablemente descendía de una vieja y respetable familia-. ¡Por el amor de Dios!

Apartó la espada con tal violencia que Lorenzo se tambaleó hacia delante, peligrosamente cerca.

7

Antes, mientras desenvainaba la larga daga y la alzaba por encima de la cabeza, Baroncelli había recordado las docenas de frases ensayadas para ese instante; ninguna de ellas acudió a sus labios, y lo que finalmente gritó incluso a él le sonó ridículo.

– ¡Toma, traidor!

Las campanas apenas habían comenzado a sonar cuando Juliano levantó la cabeza. Ante la visión de la daga, sus ojos se abrieron con un leve asombro.

Entregado al fin a la locura, Baroncelli no vaciló. Descargó la puñalada.

Lorenzo trastabilló, perdido el equilibrio, hacia su oponente, y soltó un grito de furia al comprender que no conseguiría levantar la espada a tiempo para detener el siguiente ataque.

Sin embargo, antes de que el sacerdote con ojos de loco pudiese derramar de nuevo la sangre de Lorenzo, Francesco Nori se colocó delante de su patrón con la espada en alto. Otros amigos y partidarios comenzaron a cercar a los atacantes. Lorenzo advirtió vagamente la presencia de Angelo Poliziano; del anciano y corpulento arquitecto Michelozzo; de Verrochio, el escultor de la familia; de Antonio Ridolfo, uno de sus socios; del aristócrata Sigismondo della Stuffa. Este grupo lo aisló del atacante y comenzó a llevarlo hacia el altar.

Lorenzo se resistió.

– ¡Juliano! -gritó-. Hermano, ¿dónde estás?

– Lo encontraremos y lo protegeremos. ¡Ahora, vete! -le ordenó Nori, que le señaló el altar, donde los sacerdotes, aterrorizados, habían dejado caer el cáliz lleno; el vino se derramaba sobre el mantel.

Lorenzo titubeó.

– ¡Vete! -gritó Nori de nuevo-. ¡Vienen hacia aquí! ¡Ve hacia la sacristía norte!

Lorenzo no tenía ni idea de quiénes venían, pero obedeció. Espada en mano, saltó la balaustrada y subió a la estructura octogonal del coro. Los niños del coro gritaban asustados mientras se dispersaban; el ondular de sus túnicas blancas recordaba el aleteo de las aves que huyen.

Seguido por sus defensores, Lorenzo se abrió paso entre los chiquillos y continuó tambaleante hacia el gran altar. El humo astringente del incienso se mezclaba con el aroma del vino derramado; las velas de dos grandes candelabros alumbraban la escena. Los sacerdotes y sus acólitos protegían al balbuciente Riario. Lorenzo solo los veía a medias, cegado por el resplandor de las velas. Sintió que se mareaba, se llevó la mano libre al cuello, y al apartarla la vio manchada de sangre.

Por el bien de Juliano, se resistió al mareo. No podía permitirse ni un instante de debilidad; no hasta que su hermano estuviese a salvo.

En el mismo momento en que Lorenzo cruzaba el altar hacia el norte, Francesco di Pazzi y Bernardo Baroncelli, en el santuario, se abrían camino hacia el sur, sin darse cuenta de que dejaban atrás a su objetivo.

Lorenzo se detuvo bruscamente para mirarlos, cosa que provocó que sus protectores chocaran entre sí.

Baroncelli encabezaba la marcha, con la daga en alto y profiriendo palabras ininteligibles. Francesco arrastraba una pierna; tenía el muslo ensangrentado, y la túnica empapada en sangre.

Lorenzo se esforzó para ver más allá de los que lo rodeaban, más allá de los cuerpos en movimiento hacia el lugar donde había estado su hermano, pero no lo consiguió.

– ¡Juliano! -gritó con todas sus fuerzas, al tiempo que rezaba para que su voz se escuchase por encima de la barahúnda-. ¡Juliano! ¿Dónde estás? ¡Hermano, contéstame!

Sus defensores estrecharon el círculo.

– Está bien -dijo alguien en un tono hasta tal punto dubitativo que no consiguió dar el consuelo que pretendía.

No estaba bien que Juliano faltase. Desde el día del fallecimiento de su padre, Lorenzo había cuidado de su hermano con un amor al mismo tiempo fraterno y paternal.

– ¡Juliano! -gritó de nuevo-. ¡Juliano…!

– No está aquí -replicó una voz ahogada.

Lorenzo interpretó que su hermano había avanzado hacia el sur para encontrarlo, por lo que se volvió en aquella dirección, donde sus amigos continuaban luchando con los asesinos. El sacerdote con el escudo había huido, pero el loco resistía, aunque llevaba la peor parte en su duelo con Marco. A Juliano no se le veía por ninguna parte.

Lorenzo, descorazonado, comenzó a volverse, pero el brillo de un acero que se movía rápidamente le llamó la atención y la obligó a mirar atrás.

La daga la empuñaba Bernardo Baroncelli. Con una perversidad de la que Lorenzo nunca le hubiese creído capaz, Baroncelli clavó la daga en la boca del estómago de Francesco Nori. Los ojos de Nori casi salieron de sus órbitas mientras miraba la daga; sus labios formaron una O perfecta cuando cayó hacia atrás y el arma salió de su cuerpo.

Lorenzo soltó un gemido. Poliziano y Della Stuffa lo sujetaron por los hombros y se lo llevaron, a través del altar, hacia las puertas de la sacristía.

– ¡Traed a Francesco! -les suplicó-. Que alguien traiga a Francesco. ¡Todavía vive! ¡Lo sé!

Intentó volverse de nuevo, llamar a su hermano, pero esta vez su gente no le permitió retrasar la implacable marcha hacia la sacristía. Lorenzo sintió un dolor físico en el pecho, una presión tan brutal que creyó que le estallaría el corazón.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El secreto de Mona Lisa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El secreto de Mona Lisa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jeanne Kalogridis - The Borgia Bride
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - La Cautiva De Los Borgia
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Il Signore dei Vampiri
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Il patto con il Vampiro
Jeanne Kalogridis
Dionigi Cristian Lentini - Der Mann, Der Die Mona Lisa Verführte
Dionigi Cristian Lentini
Jeanne Kalogridis - Painting Mona Lisa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - The Scarlet Contessa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - The Devil’s Queen
Jeanne Kalogridis
Отзывы о книге «El secreto de Mona Lisa»

Обсуждение, отзывы о книге «El secreto de Mona Lisa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x