Colleen McCullough - El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino)

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El Pajaro Canta Hasta Morir (el Pajaro Espino): краткое содержание, описание и аннотация

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En la Australia casi salvaje de los primeros años delsiglo XX, se desarrolla una trama de pasión ytragedia que afecta a tres generaciones. Una historia de amor ¿la que viven Maggie y el sacerdote Ralph de Bricassart? que se convierte en renuncia, dolor y sufrimiento, y que marca el altoprecio de la ambición y de las convenciones sociales. Una novela que supuso un verdadero fenómeno y que ha alcanzado la categoría de los clásicos.

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De no haber sido por el traslado a la casa grande, la pobre Meggie habría sufrido mucho más de lo que sufrió en realidad, pues, sin haberla admitido plenamente en la sociedad exclusivamente masculina para la protección de mamá (pensando tal vez que su participación habría sido más renuente que la de ellos), su padre y sus hermanos mayores le dieron a entender que debía cargar con las tareas que más fastidiaban a mamá. De hecho, la señora Smith y las doncellas compartieron la carga de Meggie. Lo que más molestaba a Fee eran sus dos hijos más pequeños, pero la señora Smith se hizo cargo de Jims y Patsy con tal ardor que Meggie no pudo compadecerla, sino que se alegró de que aquel par pudiesen pertenecer enteramente al ama de llaves. Meggie sentía también piedad de su madre, pero no con tanta intensidad como los hombres, porque su lealtad era sometida a dura prueba; el enorme instinto maternal que llevaba en su interior se rebelaba contra la creciente indiferencia de Fee por Jims y Patsy. Cuando yo tenga hijos, se decía, nunca querré a uno de ellos más que a los otros.

La vida en la casa grande era ciertamente muy distinta. Al principio, resultaba extraño el disponer cada uno de su propia habitación, y, para las mujeres, el no tener que preocuparse de las tareas de la casa, dentro o fuera de ésta. Minnie, Cat y la señora Smith cuidaban de todo, desde lavar y planchar la ropa hasta cocinar y hacer la limpieza, y casi se ofendían si se les ofrecía ayuda. A cambio de mucha comida y poco sueldo, una interminable procesión de vagabundos eran admitidos temporalmente como peones, para cortar leña para la casa, dar de comer a las gallinas y a los cerdos, ordeñar las vacas, ayudar a Tom a cuidar los jardines y hacer la limpieza más pesada.

Paddy estaba en comunicación con el padre Ralph.

«La renta de los bienes de Mary importa aproximadamente cuatro millones de libras al año, gracias a la circunstancia de que "Michard Limited" es una compañía privada cuyo activo está principalmente representado por acero, barcos y minas -escribía el padre Ralph-. Por consiguiente, la asignación que he dispuesto para usted no es más que una gota de agua en la fortuna Carson y ni siquiera llega a la décima parte de los beneficios anuales que rinde la hacienda de Drogheda. Tampoco debe preocuparse por los años malos. La cuenta bancaria de Drogheda tiene un saldo a favor tan importante que podría pagarle con los intereses hasta al fin, en caso necesario. Por tanto, el dinero que usted recibe no es más que el que merece y no grava en absoluto a "Michard Limited". Su dinero procede de la hacienda, no de la compañía. Sólo le pido que tenga los libros de la hacienda al día y en debida forma, para que puedan verlos los inspectores del Fisco.»

Después de recibir esta carta, Paddy celebró una conferencia en el hermoso salón, una noche en que todos estaban en casa. Con las medias gafas con montura de acero que empleaba para leer, prendidas en su nariz romana, se sentó en un gran sillón tapizado de color crema, apoyó cómodamente los pies en un cojín y dejó la pipa en un cenicero Waterford.

– Todo esto es estupendo -dijo, sonriendo y mirando complacido a su alrededor-. Creo que deberíamos dar un voto de gracias a mamá, ¿no os parece, muchachos?

Hubo un murmullo de asentimiento de los «muchachos». Fee hizo una inclinación de cabeza; estaba sentada en el sillón predilecto de Mary Carson, pero recién tapizado de seda color crema pálido. Meggie cruzó las piernas alrededor del cojín que había elegido sn vez de silla, y mantuvo fija la mirada en el calcetín que estaba zurciendo.

– Bueno, el padre Ralph ha arreglado la.s cosas y se ha mostrado muy generoso -siguió diciendo Paddy-. Ha depositado siete mil libras en el Banco a mi nombre, y ha abierto una cuenta de ahorro con dos mil libras para cada uno de vosotros. Yo cobraré cuatro mil libras al año como director de la hacienda de Drogheda, y Bob recibirá tres mil al año, como ayudante del director. Los chicos que trabajan, o sea, Jack, Hughie y Stu, percibirán dos mil libras al año, y los pequeños recibirán mil libras al año cada uno, hasta que sean lo bastante mayores para decidir lo que quieren hacer.

«Cuando los pequeños sean mayores, la hacienda garantizará a cada uno de ellos una renta igual a la percibida por los que trabajen en Drogheda, aunque ellos no quieran hacerlo. Cuando Jims y Patsy cumplan los doce años, serán enviados al Colegio de Ri-verview, en Sydney, siendo pagados su pensión y sus estudios con cargo a Drogheda.

»Mamá recibirá dos mil libras al año, y Meggie. una cantidad igual. Para gastos de la casa, se ha fijado la suma de cinco mil libras, y no sé por qué se ha imaginado el padre que necesitamos tanto dinero para sostener la casa. Por si queremos hacer cambios importantes, dice. También me ha dado instrucciones sobre el salario de la señora Smith, de Minnie, de Cat y de Tom, y debo decir que se ha mostrado muy generoso. Los demás sueldos deberé fijarlos yo. Pero mi primera decisión, como director, debe ser contratar al menos otros seis pastores, para que el ganado esté cuidado como es debido. Es demasiado numeroso para un puñado de hombres.

Este último comentario fue el más duro que se le oyó jamás sobre la administración de su hermana.

Ninguno de los presentes se había imaginado tener tanto dinero; permanecieron silenciosos, tratando de asimilar su buena suerte.

– Nunca gastaremos ni la mitad de ese dinero, Paddy -comentó Fee-. No ha dejado nada en que podamos gastarlo.

Paddy la miró cariñosamente. -Lo sé, mamá. Pero, ¿no es estupendo saber que nunca volveremos a pasar apuros de dinero? -carraspeó-. Y ahora, creo que mama y Meggie tendrán que echarnos una mano -siguió diciendo-. Yo fui siempre bastante torpe en cuestión de números; en cambio, mamá sabe sumar, restar, multiplicar y dividir como un profesor de aritmética. Por consiguiente, mamá llevará la contabilidad de Drogheda, en vez de hacerlo la oficina de Harry Gough. Yo no lo sabía, pero Harry tenia un empleado que cuidaba exclusivamente de las cuentas de Drogheda, y ahora falta un hombre en su personal, por lo cual no le importa traspasarnos esta labor. En realidad, fue él quien me sugirió que mamá podía ser una buena contable. Enviará a alguien de Gilly para instruirte debidamente, mamá. Por lo visto, es bastante complicado. Tendrás que llevar el libro Mayor, el de Caja, el Diario, donde hay que anotarlo todo, etcétera. Lo bastante para tenerte muy ocupada, pero sin necesidad de estropearte las manos cocinando y lavando la ropa, ¿no te parece?

Meggie estuvo a punto de gritar: Y yo, ¿qué? ¡Lavé y cociné tanto como mamá!

Fee sonreía ahora, por primera vez desde que se enteró de la noticia sobre Frank.

– Me gustará el trabajo, Paddy, me gustará de veras. Hará que me sienta parte de Drogheda.

– Bob te ensañará a conducir el «Rolls» nuevo, porque tendrás que ir a Gilly, al Banco y a visitar a Harry. Además, te gustará saber que puedes ir en el coche a cualquier parte, sin depender de ning_uno de nosotros. Aquí estamos demasiado aislados. Siempre había querido que las mujeres aprendieseis a conducir, pero, hasta ahora, no habíais tenido tiempo para ello. ¿De acuerdo, Fee?

– De acuerdo, Paddy -declaró ella, satisfecha. -Y ahora, Meggie, vamos a hablar de ti. Meggie dejó el calcetín y la aguja, y miró a su padre con una mezcla de curiosidad y de resentimiento, segura de lo que iba a decir él: su madre estaría ocupada con los libros; por consiguiente, ella tendría que cuidar de la casa y de sus alrededores.

– No me gusta verte convertida en una señorita ociosa y caprichosa, como algunas de las hijas de ganaderos a quienes conocemos -dijo Paddy, con una sonrisa que borró todo signo de crítica en sus palabras- Por tanto, voy a hacerte trabajar de firme, Meggie. Pondré a tu cuidado los prados interiores: Borehead, Creek, Carson, Winnemurra y North Tank. Y también cuidarás del Home Paddock. Serás responsable de los caballos, tanto de los que trabajen como de los que se queden en el cprral. Naturalmente, en las temporadas de clasificar los rebaños y de parir las ovejas, trabajaremos todos juntos, pero el resto del tiempo te las arreglarás tú sola. Jack puede enseñarte a manejar los perros y a usar un látigo. Todavía eres como un chico alborotado; por consiguiente, pensé que te gustaría más trabajar en los prados que quedarte rondando por la casa -terminó, sonriendo ampliamente.

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