Bartelt reconoce sin ambages la notable reducción de la pobreza en la región en este siglo, cuando según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pasó de 46% a 28.5% entre 2002 y 2014. Reconoce también el valor de las políticas de redistribución que adoptaron los gobiernos “progresistas” apenas llegaron al poder; sin embargo, no considera que tal evolución deba atribuirse a una política “de izquierda”. Gobiernos conservadores consiguieron resultados semejantes o incluso mejores. Fue, dice Bartelt, “una política contra la pobreza, pero no contra los ricos”. El sistema de transferencias convirtió a los miserables en pobres, no a los pobres en clasemedieros. En general, no reconoció que la condición que se combatía era resultado necesario de la inequidad producida por una política que, lejos de eliminarse, se intensificó.
En este sentido, es preciso repensar lo que se llama “pobreza”, pues se le considera una condición realmente existente, que se mide, se estudia y puede reducirse. Su asociación con “carencias”, empero, muestra su verdadero carácter. Una “carencia” no puede verse; se compara lo que se ve con una norma subjetiva arbitraria. Inicialmente era una cifra: el ingreso de una persona o el producto interno bruto de un país; se consideró “pobre” a quien no llegara al nivel prescrito. Sin abandonar esa referencia, la pobreza se relaciona ahora con un paquete de bienes y servicios que definiría al ciudadano “normal”. Será considerado “pobre” quien no tenga acceso a ellos.
La guerra contra la subsistencia autónoma que definió desde su inicio al capitalismo genera “carencias” y las correspondientes “necesidades”. La expresión “propiedad privada” muestra la huella de su origen: se privó a alguien de algo. Quienes son privados de sus medios para subsistir carecen de comida, techo, empleo…; los necesitan. En las últimas décadas, cuando el modo de producción se transformó en modo de despojo, un número creciente de personas ha perdido lo que tenía, lo mismo bienes que derechos y condiciones de vida. Se multiplican las “carencias”. Lo importante, por ende, consiste en detener el despojo y al mismo tiempo combatir una “norma de vida” definida por quienes conducen la depredación natural y social y convierten en sus cómplices a quienes se encuentran por encima de la “línea de la pobreza” y han adoptado un patrón consumista insensato y depredador.
Las nociones y percepciones de la pobreza son tan diversas como las culturas, los lugares y las personas mismas. La pobreza actual, la que se mide y supuestamente se combate, es un mito construido por una civilización específica, exaltado en la era del desarrollo después de la Segunda guerra mundial. Hemos de cuestionar la noción misma de pobreza para enfrentar con lucidez la inequidad que genera lo que aún se denomina con ese nombre equívoco. Ser pobre, en Occidente, fue por siglos una virtud; se consideraba lo opuesto a poderoso, no a rico. Acaso debemos recuperar esa virtud y prescindir radicalmente del consumismo que nos hace cómplices de la destrucción de la naturaleza y de la desigualdad.
Las opciones
Este libro no es un mero ejercicio académico. Constituye una búsqueda sistemática de opciones de política para que la región pueda salir de los múltiples atolladeros en que se encuentra.
Reconoce, ante todo, que en nuestras sociedades ha estado cundiendo una resistencia cada vez más lúcida y mejor informada a los modelos de desarrollo impuestos desde los años cincuenta del siglo pasado. Examina lo que ha significado en la región la idea del Buen Vivir, que rescata nociones propias de la buena vida para dejar atrás el patrón de los países desarrollados, que en general llevó a adoptar el American Way of Life como norma que supuestamente recogería la aspiración de todas y todos.
Bartelt elabora de diversas maneras la cuestión fundamental de dar primacía a la política pública sobre los principios de la economía de mercado, que han sido llevados a su extremo en la era neoliberal. Ubica pertinentemente la cuestión en el terreno de la lucha democrática, al examinar la manera en que se ha avanzado sustantivamente, a lo largo de las últimas dos décadas, en la formación de una sociedad civil organizada, informada, bien articulada y con capacidad de acción. Al señalar que se aplicaron en nuestras sociedades conceptos de desarrollo del siglo XX con métodos propios de los siglos XVII al XIX, subraya la necesidad de adoptar decisiones políticas basadas no solamente en la opinión mayoritaria de la sociedad, sino en la participación activa de quienes la forman.
El libro ofrece un rico análisis de las diversas propuestas y corrientes que impulsan en la región cambios profundos. Tiene un claro sentido de urgencia. En el mundo entero se reconoce hoy que el camino seguido hasta ahora está agotado. El director general interino del Fondo Monetario Internacional (FMI), David Lipton, afirmó el 16 de julio de 2019 que el capitalismo necesita “corregir el rumbo”. No le encuentra defectos inherentes, pero debe modificarse. “Parte del problema es el auge de las desigualdades excesivas, a pesar de que las tasas de pobreza se han reducido en todo el mundo desde 1980”. [2] [2] “Se necesita ‘corregir’ el rumbo del capitalismo: FMI”, La Jornada, 17 de julio de 2019. Disponible en: [ https://www.jornada.com.mx/ultimas/economia/2019/07/16/se-necesita-201ccorregir201d-el-rumbo201d-del-capitalismo-fmi-834.html ]. [3] Véase: [ http://vocesenlucha.com/2015/10/11/raul-zibechi-sociedades-en-movimiento/ ] [4] Activista mexicano, columnista de La Jornada y fundador de la Universidad de la Tierra en la ciudad de Oaxaca. Es uno de los defensores más conocidos del postdesarrollo.
Una corriente significativa considera que el capitalismo sí tiene defectos inherentes y que es preciso construir otro régimen, pero esta posición no implica, en la mayoría de los casos, adoptar el camino socialista. Algunos movimientos sociales actúan todavía dentro del marco capitalista dominante para impulsar luchas y reivindicaciones clásicas, pero las que Raúl Zibechi ha llamado “sociedades en movimiento” [3] [3] Véase: [ http://vocesenlucha.com/2015/10/11/raul-zibechi-sociedades-en-movimiento/ ] [4] Activista mexicano, columnista de La Jornada y fundador de la Universidad de la Tierra en la ciudad de Oaxaca. Es uno de los defensores más conocidos del postdesarrollo.
tienen ya otra inercia y sentido: no se ajustan a ninguna de las vertientes establecidas, teórica y prácticamente; representan innovaciones radicales que podrían ser indicadoras de un cambio de era.
Una de las cuestiones que está de por medio es la relativa al Estado-nación democrático, la forma política del capitalismo. Persisten casi todos sus rituales, pero ha surgido la sospecha de que carecen cada vez más de sustancia. El Estado-nación fue la arena en que operó la expansión del capital por varios siglos; sin embargo, en las últimas décadas las fronteras nacionales se convirtieron en un obstáculo para el capital transnacionalizado, y por ello las empezó a disolver. De hecho, la función principal de los gobiernos de los Estados-nación (la administración de la economía nacional) se ha vuelto imposible: todas las economías se han transnacionalizado, y ninguna, ni las más grandes y poderosas, puede funcionar por sí misma. El capital, además, dejó de necesitar la fachada democrática en la era del despojo directo, y prefiere modalidades cada vez más autoritarias. Por éste y otros muchos factores y circunstancias, se han adoptado en las entrañas de la sociedad nuevos horizontes políticos que van más allá del régimen dominante y de las maneras de pensarlo.
A esa tarea urgente, a pensar con rigor lo que hace falta hacer ante los desafíos del ahora, contribuye sólidamente el libro que el lector tiene ahora en sus manos.
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