Lorrie Moore - Anagramas

Здесь есть возможность читать онлайн «Lorrie Moore - Anagramas» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Anagramas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Anagramas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Benna Carpenter es cantante en un club nocturno y rehúye de su vecino Gerard, que la ama con locura. Benna Carpenter es profesora de aerobics para ancianos, le detectan un bulto en un pecho, escribe errados anagramas y está enamorada de Gerard, un músico que le rompe el corazón reiteradamente. Benna Carpenter es profesora universitaria, tiene una hija imaginaria y un amigo íntimo, Gerard, de quien descubre un poderoso secreto cuando ya es demasiado tarde. En Anagramas, su primera novela, Lorrie Moore despliega un agudo sentido del humor y un delicado manejo del lenguaje que serán característicos de toda su obra, y construye una suerte de laberinto de espejos que reflejan otras vidas posibles en una solapada estrategia para combatir la soledad y el abandono. Como si la vida no fuese otra cosa que intentar todas las combinaciones posibles con las letras que a cada uno le tocaron en gracia.

Anagramas — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Anagramas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

–Realmente no puedes ser una protestante en desgracia –dijo–. ¿Cómo es posible que siquiera exista la culpa?

–Puede haber culpa –dije–. Es mi devoción, puedo llorar si quiero.

–¡Pero ser una católica caída… es como hacer paracaidismo! Ser una protestante caída es como robarle la cartera a una anciana, tan fácil que no vale la pena molestarse.

–Sí, pero piensa qué mal te sentirías después de robarle a una anciana.

Eleanor se encogió de hombros. Le gustaban los católicos no practicantes. Creo que la única razón por la que lograba que Gerard le cayera bien era que había sido católico. A veces cuando Gerard se ponía al teléfono para preguntarle cosas sobre Virgilio terminaban hablando de Dante y después de monjas que habían conocido en la escuela católica. Los dos habían ido a escuelas parroquiales llamadas La Asunción, donde, decían, habían aprendido a asumir muchas cosas. Más de una vez, me senté en la mesa de la cocina de Gerard y lo escuché hablar por teléfono con Eleanor, exaltado y divertidísimo mientras intercambiaban chistes sobre sacerdotes. Yo nunca había conocido a un sacerdote. Pero era extraño y encantador observar a Gerard tan compenetrado con su propia infancia, tan cercano a Eleanor gracias a las anécdotas, tan contento con su propia huida a una adultez que le permitió estos chistes de sobreviviente; me sentaba ahí y flotaba subyugada como una luna, y me reía a la par de él, de ellos, aunque no supiera con precisión de lo que estaban hablando.

–Pedí un turno –le dije a Gerard.

Estábamos en mi departamento. Había venido a buscar sus llaves que pensaba estaban allí.

–Dios, Benna –dijo–. Me miras fijo con esos ojos de vaca que tienes… ¿Qué esperas que diga? En media hora tengo que salir para un show y dices “Pedí un turno”. Es igual a lo que hiciste la noche de la fiesta del elenco: ojos de vaca y luego “Creo que estoy embarazada”.

–Pensé que querrías saber –no dejaba de pensar en ese espantoso dicho de las madres respecto a tener la vaca atada.

–Me haces sentir como si estuviera en una tienda diminuta y solo quisiera relajarme, mirar y disfrutar, pero como soy el único cliente potencial, no paras de acercarte y presionarme.

–No te presiono –dije. Tengo un bulto en el pecho, es lo que quería decir pero no dije. Quizás me muera.

–Sí lo haces. Eres como esas mujeres que no paran de acercarse para preguntar “¿Puedo ayudarlo?”.

Miré su barbilla cuadrada, su imposiblemente hermosa barbilla sin afeitar y después miré la lámina de Mary Cassatt sobre la pared, madre bañando a niño, por qué poseía yo una cosa como esa, y fue en ese momento que realmente entendí que Gerard estaba enamorado de Susan Fitzbaum.

Las cosas, sin embargo, raras veces sucedían de la forma en que las entendías. La mayor parte de las veces, tan solo emergían paralelamente a lo que pensabas que estaba pasando y luego se hundían azarosamente en alguna otra dirección.

Gerard no paraba de repetirse.

–Eres como una de esas mujeres que no paran de acercarse: “¿Puedo ayudarlo?, esto es lindo, avíseme si lo quiere”. Una y otra y otra vez. No me dejarás nunca en paz.

Pensé sobre lo que me había dicho. Finalmente, dije en voz muy baja:

–Pero estás dentro de la tienda, Gerard. Si no te gusta, sal de la maldita tienda.

Gerard tomó una revista y la arrojó hacia el otro lado de la habitación, luego, sin buscar sus llaves, partió antes de lo necesario hacia su show en El Helecho de Humo.

Yo no era lo suficientemente grande para Gerard. Yo era pequeña, burda, estaba llena de preocupaciones, había colapsado. No me quería a mí, quería una tienda del tamaño de Macy’s; como Eneas o Ulises, él quería el anonimato y la libertad de vagar de isla en isla sin comprar nada. Yo era demasiado poco mundo para él. Ninguna mujer podía ser mundo suficiente, pensé, aunque eso fuera lo que un hombre deseaba de una mujer, aunque ella moviera frenéticamente sus brazos intentándolo.

Eleanor había dicho que se iba a quedar en casa mirando La novicia rebelde , entonces yo también me quedé en casa y leí el capítulo sobre aborto en mi libro de salud femenina. En la televisión, miré un documental sobre la naturaleza. Era sobre especies animales que, debido a un cambio en el paisaje, comienzan a producir huevos inviables o son perseguidas y se refugian en los cerros.

Caminé hasta el departamento de Gerard y recogí algunas cosas mías que habían quedado allí: zapatos, platos, revistas, cubiertos. Era como un principio de la física: las cosas iban y venían de forma natural entre los dos departamentos hasta que se alcanzaba el máximo nivel de caos. Yo tenía su abrelatas y él tenía mis cubeteras. Era como si nuestras posesiones estuvieran embarcadas en algún intercambio osmótico, conyugal, un gigante beso de efectos personales, que de algún modo nos había dejado atrás a nosotros.

El lunes me encontré con Eleanor para desayunar en Hank’s. Quería hablar de cosas esperanzadoras: el trabajo en Nueva York, cómo se sentiría ella acompañándome. Tal vez podría empezar un grupo de lectura allí. Le prometería no morirme de la enfermedad de Globner. 1

–Deberíamos dejar de fumar cigarrillos. ¿Quieres dejar de fumar cigarrillos? –dijo Eleanor apenas me senté.

A pesar de mi salud en proceso de degeneración, los disfrutaba demasiado. Eran parte de nuestra relación sorora.

–Pero nos hermanan en los quistes –dije y me levanté un pecho con la mano. Ninguna idiotez era demasiado indigna para mí. También podría haberme sentado en un rincón y aplicar Winstons a mis nódulos linfáticos mientras me reía y contaba chistes malísimos.

La boca de Eleanor formó una sonrisa pequeña y fragmentaria.

–Tengo algo que decirte, Benna.

–¿Algo relacionado con lo sororal y quístico? –dije–. ¿Qué?

–Benna, le pedí a Gerard que se acostara conmigo.

Yo seguía sonriendo inapropiadamente y mi pecho todavía estaba un poco levantado.

–¿Cuándo fue? –dije, volví a acomodarme el pecho, enderecé el torso. Algo entre nosotras se había vuelto de repente pálido y gris, como un pequeño trozo de carne que no se saca de entre los dientes horas después de comer. Encendí un cigarrillo.

–El sábado por la noche. –La cara de Eleanor parecía organizada por la ansiedad, la misma cara que usaba cuando leía el discurso de Romeo a Paris, a quien acaba de matar: ¡Dame la mano tú que, como yo, has sido inscripto en el libro funesto de la desgracia! Lucía rosada y suplicante, aunque esencialmente se veía igual, como lo hacen todas las personas a pesar del hecho de que han comenzado a convertirse en monstruos y están por decirte algo que necesitaría que además tuvieran cuernos y colmillos o cejas abovedadas, pero nunca los tienen.

–Pensé que habías dicho que te ibas a quedar en casa mirando La novicia rebelde –dije con la misma voz que usaba siempre para arrojar humo de cigarrillos por mis fosas nasales.

–Yo, eh, finalmente no hice eso. Fui a ver a Gerard tocar. Me dijo que ustedes habían tenido una pelea, Benna.

Y de repente supe que esa era solo una parte de la verdad. De repente supe que había más cosas. Que siempre las había habido.

–Benna, al principio pensé que solo estábamos bromeando –continuó. No paraba de repetir mi nombre–. Me senté junto a él y le dije: “Ey, arruinemos una linda amistad…”.

–Pero ustedes se odiaban –insistí.

–...y él dijo: “Seguro, ¿por qué no?”. Y, Benna, estoy convencida de que él al principio pensaba que estaba bromeando…

¿ Bromeando ? ¿Cómo se le puede llamar bromeando a eso? Broma era mi lámina de Mary Cassatt. Mujer con niños.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Anagramas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Anagramas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Anagramas»

Обсуждение, отзывы о книге «Anagramas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x