Omraam Mikhaël Aïvanhov
LA NUEVA TIERRA
Métodos, ejercicios, fórmulas, oraciones
ISBN 978-84-943098-7-8
Traducción del francés
Título original:
LA NOUVELLE TERRE
Méthodes, exercices, formules, prières
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I Oraciones
En determinadas circunstancias estas tres oraciones se recitan en común.
La oración dominical
Padre nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea tu nombre,
Venga a nosotros tu reino,
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo;
El pan nuestro de cada día dánosle hoy,
Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
Perdonamos a nuestros deudores,
No nos dejes caer en la tentación,
Más líbranos del mal,
Porque tuyo es
El reino, el poder y la gloria,
Por los siglos de los siglos,
¡Amén!
La buena oración
Señor Dios, nuestro dulce padre de los cielos, que nos has hecho don de la vida y de la salud para que nosotros te adoremos con alegría.
Envíanos tu espíritu para protegernos, para guardarnos de todo mal y de todo pensamiento maligno.
Enséñanos a cumplir tu voluntad, a santificar tu nombre y a glorificarte sin cesar.
Santifica nuestro espíritu, eleva nuestros corazones y nuestra razón para que observemos tus mandamientos y leyes.
Inspíranos con tu Santa presencia pensamientos puros, y dirígenos a fin de que te sirvamos con gozo.
Bendice la vida que te consagramos para mayor bien de nuestros hermanos y de nuestro prójimo.
Ayúdanos, asístenos, a fin de que avancemos cada día más en tu conocimiento y sabiduría y vivamos en tu verdad.
Guíanos, a fin de que cuanto emprendamos en tu Santo nombre contribuya a establecer tu reino sobre la tierra.
Alimenta nuestras almas con el pan de los cielos y llénanos de tu fuerza para que podamos tener éxito en nuestra vida.
Y puesto que tú nos colmas con todas tus bendiciones, dígnate añadir tu amor, para que él sea eternamente nuestra ley.
Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos, ¡ Amén!
Salmo 91
El que habita bajo la sombra del Altísimo
Reposa al amparo del Todo-Poderoso.
Yo digo al Eterno: ¡Eres mi refugio y mi fortaleza
Mi Dios, en quien confío!
Porque es Él quien te libra de la red del cazador,
De la peste y de sus estragos.
Él te cubrirá con sus plumas,
Y hallarás refugio bajo sus alas;
Su fidelidad es escudo y coraza.
Tú no temerás los terrores de la noche,
Ni la flecha que vuela de día,
Ni la peste que avanza en las tinieblas,
Ni el azote que devasta a mediodía.
Aunque caigan a tu lado mil,
Y diez mil a tu derecha,
Tú no serás atacado;
Basta con que mires con tus ojos,
Y verás el pago que reciben los malvados.
Porque Tú eres mi refugio, ¡oh Eterno!
Tú haces del Altísimo tu descanso.
Ningún mal te alcanzará,
Ninguna plaga se aproximará a tu tienda
Porque él ordenará a sus ángeles
Que te guarden en todo tu camino.
Ellos te llevarán sobre sus manos,
Por miedo a que tu pie tropiece contra una piedra.
Andarás sobre el león y la víbora,
Hollarás al leoncillo y al dragón.
Puesto que él me ama, yo he de librarle;
Yo le protegeré pues conoce mi nombre.
El me invocará, y yo le responderé;
Estaré a su lado en la desgracia,
Le libraré y le glorificaré.
Le saciaré de largos días,
Y le haré ver mi salvación.
II El programa del día*
*No se trata aquí de dar cuenta estricta y detallada del tiempo. En este capítulo se mencionan solamente los momentos esenciales de la vida cotidiana para los cuales el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov ha dado ejercicios y métodos, así como consejos generales para el comportamiento a seguir durante el día.
Por la mañana
Oración al despertarse
Al despertaros, debéis, ante todo, dar gracias al Señor. Las primeras palabras que debéis tener en los labios cuando os despertéis son: “Te doy gracias, Señor, por haberme dado la vida y la salud. Llena mi corazón de amor y dame fuerzas para cumplir Tu voluntad, para que todas mis acciones sean para Tu gloria y en Tu nombre...”
Acordarse de los sueños
Después de que hayáis dado gracias al cielo, debéis intentar recordar vuestros sueños. Si os acostumbráis a ello, constataréis que se os ha dado un programa durante el sueño. Pero es necesario hacerlo enseguida, en el momento en que las imágenes más importantes del sueño flotan todavía en el cerebro, porque poco tiempo después es raro el poder acordarse. Algunas veces los sueños vuelven a la memoria a lo largo del día, pero es mejor intentar acordarse por la mañana al despertarse.
Cómo levantarse
Seguidamente, debéis levantaros. Aquel que se queda mucho tiempo en la cama después de despertarse corre grandes peligros psíquicos; siempre estará tentado de quedarse sumergido en el embotamiento, en una embriaguez astral donde flotan ciertos pensamientos perezosos y sensuales. Ello es suficiente para destruir su carácter, matar su voluntad, y deformarlo para siempre. Esta costumbre crea un perezoso, un ser sumergido únicamente en su imaginación y empujado al placer.
Debéis descender de la cama de frente, nunca hacia atrás; y el pie derecho es el que debéis apoyar primero en el suelo. Cada movimiento que hagáis al levantaros debe ser consciente y ejecutado correctamente. Estos detalles pueden pareceros sin importancia, pero en realidad todo es significativo.
Cómo lavarse
Una vez levantados debéis asearos. Antes de orar, antes de hacer cualquier cosa, debéis lavaros las manos y la cara, y sobre todo no toquéis vuestros ojos antes de haberos lavado las manos.
Dice la Cábala que en cuanto un hombre se duerme, un espíritu impuro se pega a su cuerpo físico, y que al despertarse, este espíritu queda todavía pegado a sus manos y a su cara. Así pues, cuando nos levantamos, nuestras manos y nuestra cara están todavía bajo el dominio de este espíritu impuro; por eso no debemos hacer nada sin haber eliminado esta capa fluida de impurezas que las impregnan.
Hay que lavarse de una manera consciente y con atención, ya que lavarse es tan importante como comer. No hagáis gestos bruscos y desordenados cuando os lavéis la cara, porque en el nivel etérico existe un orden sumamente sutil de las partículas, y los gestos bruscos estropean este orden. Observaos vosotros mismos y veréis cómo cuando os laváis a toda velocidad, os desmagnetizáis.
Cuando os lavéis, concentraos en la sensación de frescor que el agua produce en vuestra piel. Esta sensación aclarará vuestro pensamiento. Sentid que estáis realizando un acto sagrado y decid: “Que el amor de Dios resplandezca sobre mi rostro...” O bien: “De la misma manera que lavo mi cara física, así sea lavada mi cara espiritual...” O también: “En nombre del amor inmortal y eterno, en nombre de la sabiduría inmortal y eterna en los cuales vivimos y tenemos nuestra existencia, que esta agua me libre de todas las impurezas...” Y rezáis unos minutos.
Beber agua caliente
Bebiendo agua caliente bien hervida por las mañanas en ayunas, purificáis vuestro organismo. El agua caliente es un remedio natural, inofensivo y muy poderoso. En el organismo se encuentran depósitos de desechos que sólo podemos eliminar ayunando o bebiendo agua muy caliente, porque bajo el efecto del calor los tejidos se dilatan y la circulación se mejora. Probad y veréis cuántos malestares pueden ser evitados o curados gracias al uso regular del agua caliente: las migrañas, la fiebre, la falta de apetito, el insomnio... La arterioesclerosis proviene del depósito de ciertas materias sobre la pared de las arterias, y es lo que las endurece. Bebiendo agua caliente, provocamos la disolución de gran cantidad de estas materias y, consiguientemente, una mayor flexibilidad de los tejidos.
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