a. Ausencia de sistematización doctrinal en Oriente del siglo xi al xv
El Gran Cisma del año 1054 que se produjo entre la Iglesia Oriental y la Iglesia latina de Occidente, solo trazó la rúbrica final de la evolución que se fue desarrollando de forma separada, en torno a diferencias étnicas, lingüísticas, rituales, disciplinares, culturales e incluso políticas, que hacían cada vez más difícil tanto en el ámbito político como en el terreno eclesiástico una mutua comprensión.98 Con todo, los sacramentos pese a que eran diferentemente comprendidos en las Iglesias católica y ortodoxa nunca fueron objeto de controversia, sino más bien cuestiones de rito o de derecho canónico.
Aun así, la división de las Iglesias marcó la doctrina sacramental y después del cisma tanto en Oriente como en Occidente, también en el ámbito eclesial se siguieron caminos oficialmente separados. Esto hizo que se restringiera el intercambio entre Oriente y Occidente aunque sin producirse su ruptura total. Esto se refleja entre los siglos xi al xvi –cuando también para Oriente la cuestión sobre la doctrina sacramental se hizo candente a causa de la Reforma Protestante– la evolución fue por caminos separados.
Aunque la Iglesia oriental se mantuvo en gran parte fiel a la comprensión de los sacramentos marcada por las concepciones neoplatónicas, debemos añadir que también se fue introduciendo en ella el aristotelismo, dando lugar a un antagonismo entre las ideas platónicas y aristotélicas, que eran igualmente negadas por ciertos círculos monásticos. Sin embargo, fueron los platónicos más que los aristotélicos, los que con anterioridad se mostraron partidarios de una unión con la Iglesia católica.99
De entre los partidarios de las dos corrientes filosóficas la mayoría enseñaba en universidades seculares, secundadas por laicos. Pero frente a esto, se desarrolló en el monaquismo un movimiento que intentaba situarse más allá de las dos direcciones filosóficas en pugna, el hesychasmo.100 Esta corriente representada al principio por el egipcio místico Macario (300 hasta 390), pasando por Simeón el nuevo teólogo (949-1022), que sostuvo un realismo sacramental oponiéndose al sacramentalismo mecánico y posteriormente con Gregorio Palamas (1296-1359) que le dio forma científica al hesicasmo adulterado,101 acentuó igualmente la importancia de la gracia sacramental proporcionada por la Iglesia para la santificación del hombre y como garantía de la resurrección futura. También hay que destacar a Nicolás Kabaásilas (†ca. 1398), pues afirmaba que para la deificación es necesaria la Iglesia y los sacramentos porque representan el camino hacia Dios. Y también a su discípulo Simeón de Tesalónica († 1429), que en su escrito Sobre los siete sacramentos siguió la línea del Areopagita y Máximo «el confesor, pero ni siquiera así ninguno de los dos llegaron a crear una doctrina sacramental propiamente dicha.
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