Capítulo 2 Capítulo 2 Al pie de Katram Lur Una tarde de primavera Kazú se encontraba sentado al pie de Katram Lur, la montaña más alta en todo Etérea. Solía subir hasta allí para meditar y despejar su mente, además de admirar el paisaje que presentaban las pequeñas aldeas situadas al sur de este coloso natural. Luego de meditar y orar, Kazú se quedó sentado en un pequeño claro de la gran montaña. Mientras observaba su aldea no pudo evitar ver a los habitantes de la misma. Los había visto antes, incluso desde ese mismo lugar, pero nunca se había detenido a pensarlos como tales, como personas, como otros de uno mismo. “Somos todos diferentes —pensó— pero también somos todos iguales”. Siguió pensando mientras se preguntaba: “¿Será posible?, ¿será posible que seamos tan distintos pero iguales?”. Esas y otras preocupaciones ocuparon su mente mientras seguía con la mirada perdida en el horizonte de Etérea. De pronto entendió, comprendió lo que siempre estuvo frente a sus ojos. Antes de comenzar el descenso por la gran montaña escribió en su diario: “Todas las personas somos iguales y a la su vez infinitamente diferentes. Esa es la verdadera riqueza, poder empatizar con quien es reflejo de la propia e inmensa diversidad que poseemos”.
Al pie de Katram Lur9 Capítulo 2 Al pie de Katram Lur Una tarde de primavera Kazú se encontraba sentado al pie de Katram Lur, la montaña más alta en todo Etérea. Solía subir hasta allí para meditar y despejar su mente, además de admirar el paisaje que presentaban las pequeñas aldeas situadas al sur de este coloso natural. Luego de meditar y orar, Kazú se quedó sentado en un pequeño claro de la gran montaña. Mientras observaba su aldea no pudo evitar ver a los habitantes de la misma. Los había visto antes, incluso desde ese mismo lugar, pero nunca se había detenido a pensarlos como tales, como personas, como otros de uno mismo. “Somos todos diferentes —pensó— pero también somos todos iguales”. Siguió pensando mientras se preguntaba: “¿Será posible?, ¿será posible que seamos tan distintos pero iguales?”. Esas y otras preocupaciones ocuparon su mente mientras seguía con la mirada perdida en el horizonte de Etérea. De pronto entendió, comprendió lo que siempre estuvo frente a sus ojos. Antes de comenzar el descenso por la gran montaña escribió en su diario: “Todas las personas somos iguales y a la su vez infinitamente diferentes. Esa es la verdadera riqueza, poder empatizar con quien es reflejo de la propia e inmensa diversidad que poseemos”.
Capítulo 3 Capítulo 3 La felicidad de Mekha Como tantas otras tardes en Etérea, Kazú solía aprovechar el tiempo libre luego de sus deberes tribales para pasar el rato junto a Mekha. Mekha es una joven habitante de la misma aldea que Kazú, Shova Krughar, y desde muy pequeños han sido grandes amigos. Un poco tímida, pero muy dulce, siempre gusta de pasar sus momento libres al lado de Kazú. Al igual que en todos los momentos que pasaban juntos, las largas charlas eran parte de cada encuentro. Una de esas tardes, entre tantas palabras, una pregunta rompió con la normalidad: —¿Eres feliz? —preguntó Mekha a Kazú. El joven etéreo, que siempre estuvo enamorado de Mekha, por un momento dejó de lado sus sentimientos y respondió: —Depende qué entiendas tú por ser feliz. Mi felicidad es el camino que elijo todos los días para hacer mi vida. Y tú, ¿eres feliz? Mekha, inocente y perfecta, volvió a preguntar: —Pero... ¿eres feliz? Kazú sonrió, miró hacia el Katram Lur y dijo: —Vivo feliz, es la mejor manera de hacerlo. Y repitió: —Y tú, Mekha, ¿eres feliz? Ella sonrió, se sonrojó y exclamó: —¿Y tú qué crees?
La felicidad de Mekha10 Capítulo 3 La felicidad de Mekha Como tantas otras tardes en Etérea, Kazú solía aprovechar el tiempo libre luego de sus deberes tribales para pasar el rato junto a Mekha. Mekha es una joven habitante de la misma aldea que Kazú, Shova Krughar, y desde muy pequeños han sido grandes amigos. Un poco tímida, pero muy dulce, siempre gusta de pasar sus momento libres al lado de Kazú. Al igual que en todos los momentos que pasaban juntos, las largas charlas eran parte de cada encuentro. Una de esas tardes, entre tantas palabras, una pregunta rompió con la normalidad: —¿Eres feliz? —preguntó Mekha a Kazú. El joven etéreo, que siempre estuvo enamorado de Mekha, por un momento dejó de lado sus sentimientos y respondió: —Depende qué entiendas tú por ser feliz. Mi felicidad es el camino que elijo todos los días para hacer mi vida. Y tú, ¿eres feliz? Mekha, inocente y perfecta, volvió a preguntar: —Pero... ¿eres feliz? Kazú sonrió, miró hacia el Katram Lur y dijo: —Vivo feliz, es la mejor manera de hacerlo. Y repitió: —Y tú, Mekha, ¿eres feliz? Ella sonrió, se sonrojó y exclamó: —¿Y tú qué crees?
Capítulo 4 Capítulo 4 El camino del Kandhir Cada habitante de Etérea, seis meses antes de cumplir su doceava primavera, debe adentrarse en la inmensidad del monte en un viaje de búsqueda personal y elección del camino de vida. Cuando el gran día llegó para Kazú, este se despertó muy emocionado, corrió a casa de su maestro y esperó a que despertara. Una vez despierto, Lorek Krugh Ant, su maestro, pidió a Kazú que se sentara junto a él a compartir el sol. Luego de unos minutos de silencio Lorek dijo: —Kazú, hoy comenzarás un viaje personal tierra adentro, en él te encontrarás a ti mismo y deberás elegir cual será tu camino en esta vida. Kazú miró a su maestro y respondió: —Maestro, valoro sus palabras, su tiempo y su dedicación, pero debo preguntarle, ¿puedo haberme encontrado sin antes buscarme?, ¿puede ser mi camino recorrer el mismo con lo que he encontrado? Lorek, miro al sol, alzó sus manos y luego presionó el pecho de Kazú. Luego de expresar algunas palabras en lenguaje etéreo antiguo, dijo a su aprendiz:
El camino del Kandhir11 Capítulo 4 El camino del Kandhir Cada habitante de Etérea, seis meses antes de cumplir su doceava primavera, debe adentrarse en la inmensidad del monte en un viaje de búsqueda personal y elección del camino de vida. Cuando el gran día llegó para Kazú, este se despertó muy emocionado, corrió a casa de su maestro y esperó a que despertara. Una vez despierto, Lorek Krugh Ant, su maestro, pidió a Kazú que se sentara junto a él a compartir el sol. Luego de unos minutos de silencio Lorek dijo: —Kazú, hoy comenzarás un viaje personal tierra adentro, en él te encontrarás a ti mismo y deberás elegir cual será tu camino en esta vida. Kazú miró a su maestro y respondió: —Maestro, valoro sus palabras, su tiempo y su dedicación, pero debo preguntarle, ¿puedo haberme encontrado sin antes buscarme?, ¿puede ser mi camino recorrer el mismo con lo que he encontrado? Lorek, miro al sol, alzó sus manos y luego presionó el pecho de Kazú. Luego de expresar algunas palabras en lenguaje etéreo antiguo, dijo a su aprendiz:
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El ataque del Krugh12 Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес. Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
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