Los números del amor
Bernardo Álamos
Iº edición - Santiago: Editorial Celada, mayo 2019
ISBN edición impresa: 978-956-398-831-4
ISBN edición digital: 978-956-9946-48-6
© Bernardo Álamos, 2019
© Pehóe Ediciones
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A mi lector desconocido.
Dios hizo los números enteros,
el resto es obra del hombre.
LEOPOLD KRONECKER
Índice
Primeros años del siglo XXII Primeros años del siglo XXII Giuseppe había recibido los resultados de la investigación. Era la historia desconocida de los orígenes familiares, la verdad de sus antepasados, y por eso para él era una obligación darla a conocer aunque afectara el prestigio y el poder que gozaba la familia. La vida de Eduardo y Carmen; de Sergio y Francisca; de Cristóbal y Antonella, y de otros que fueron parte de sus andares. Giuseppe se sentó, se puso el intercomunicador y la máquina comenzó a escribir lo que Giuseppe quería decirle, sin mediar sonidos ni expresiones. Al final la máquina anunció: —No está definido en tu cerebro el nombre de esta historia. Giuseppe pensó y la máquina tituló Los números del amor. Cuando el documento estuvo listo, Giuseppe lo quiso revisar con el propósito de chequear si lo escrito reflejaba a cabalidad lo que él conocía y el resultado de la investigación. Por lo general, los habitantes de la tierra no tenían ese tipo de conducta, ya que preferían escuchar lo que las máquinas les decían. Sin embargo, Guiseppe disfrutaba leer y se sentía agobiado de convivir con tanta máquina. Se sirvió un trago por sí mismo, se acomodó y comenzó su lectura. Todo se inicia a mediados del siglo XX en un país llamado Chile. En aquellos años, Chile era una república independiente. Hoy su territorio forma parte de la Unión de los Estados del Pacífico. En 1950, Chile era una nación pobre y en vías de desarrollo, mientras que el mundo vivía una crisis permanente, conocida como la Guerra Fría; un choque global entre dos corrientes, una de corte estatal y otra liberal. La cultura chilena estaba marcada por el machismo, pero curiosamente, sin convivir en contradicción, operaba un fuerte matriarcado. La conducta de los miembros de la familia Salas no fue la excepción. Esta es su historia, la historia no revelada de los Salas.
I. La beca
II. Carmen
III. Boston, Estados Unidos
IV. Eduardo
V. Sergio
VI. La premiación
VII. Ignacio
VIII. La búsqueda
IX. Carlos
X. Zafar
XI. El persecutor
XII. Francisca
XIII. William Rutherford
XIV. El código
XV. Volver a nacer
XVI. Febrero de 2025
Primeros años del siglo XXII
Giuseppe había recibido los resultados de la investigación. Era la historia desconocida de los orígenes familiares, la verdad de sus antepasados, y por eso para él era una obligación darla a conocer aunque afectara el prestigio y el poder que gozaba la familia. La vida de Eduardo y Carmen; de Sergio y Francisca; de Cristóbal y Antonella, y de otros que fueron parte de sus andares. Giuseppe se sentó, se puso el intercomunicador y la máquina comenzó a escribir lo que Giuseppe quería decirle, sin mediar sonidos ni expresiones. Al final la máquina anunció:
—No está definido en tu cerebro el nombre de esta historia.
Giuseppe pensó y la máquina tituló Los números del amor.
Cuando el documento estuvo listo, Giuseppe lo quiso revisar con el propósito de chequear si lo escrito reflejaba a cabalidad lo que él conocía y el resultado de la investigación. Por lo general, los habitantes de la tierra no tenían ese tipo de conducta, ya que preferían escuchar lo que las máquinas les decían. Sin embargo, Guiseppe disfrutaba leer y se sentía agobiado de convivir con tanta máquina. Se sirvió un trago por sí mismo, se acomodó y comenzó su lectura.
Todo se inicia a mediados del siglo XX en un país llamado Chile. En aquellos años, Chile era una república independiente. Hoy su territorio forma parte de la Unión de los Estados del Pacífico. En 1950, Chile era una nación pobre y en vías de desarrollo, mientras que el mundo vivía una crisis permanente, conocida como la Guerra Fría; un choque global entre dos corrientes, una de corte estatal y otra liberal. La cultura chilena estaba marcada por el machismo, pero curiosamente, sin convivir en contradicción, operaba un fuerte matriarcado. La conducta de los miembros de la familia Salas no fue la excepción. Esta es su historia, la historia no revelada de los Salas.
I.
La beca
(Santiago, finales de la década de los cincuenta)
Estando Eduardo en sus últimos años en la escuela de ingeniería de la Universidad de Chile, le impactó la historia de Izquierdoz, un estudiante tan calificado como él, que se había vuelto loco, según creían sus profesores, por una obsesión compulsiva por los números que terminó con su humanidad en un hospital siquiátrico. Eduardo pensaba que tenía que haber algo más que una mera obsesión numérica.
Un día al salir de clases, vio que se juntaba un grupo de compañeros de curso para ir a visitar a Izquierdoz al siquiátrico. Ellos tenían la autorización del hospital y, sin pensarlo dos veces, se unió al grupo. La visita le chocó profundamente. Se encontraron con Alicia, la mamá de Izquierdoz: una mujer de no tanta edad, lindas facciones y ojos verde esmeralda. Sin embargo, su rostro reflejaba pronunciadas arrugas. Ella había perdido a su marido y tuvo que hacerse cargo sola de sus dos hijos, Álvaro y Fernando.
Uno del grupo hizo la introducción.
—Hola, señora, nosotros somos compañeros de Álvaro de la U y queríamos saber de su salud.
—Buenos días —contestó ella—, muchas gracias por la visita.
—No, de nada —respondieron a coro los muchachos.
—Aquí estamos, chiquillos —dijo la señora—. Alvarito tiene días buenos y malos. Los doctores dicen que se requiere mucho tiempo para darlo de alta. Por el momento lo están tratando con medicamentos muy fuertes que lo hacen dormir.
—Señora, ¿qué es lo que realmente tiene? —preguntó Eduardo.
—Mi hijo tiene una ausencia de la realidad. No tiene conciencia del tiempo, anda perdido, escribe en la pizarra números incongruentes y dice que va a encontrar la solución, que todo va a volver a ser como antes, solo necesita encontrar a mi Fernandito.
—Pero, señora —dijo uno de los muchachos—, ¿por qué lo busca de esa forma?
—Ese es uno de los problemas, cree que si soluciona la ecuación sabrá dónde está su hermano. No tiene conciencia...
No fue capaz de terminar, y todos permanecieron callados hasta que Ximena, la única mujer del curso, la abrazó con ternura y esperó que pasara esa tormenta interior. Demoró un tiempo y por ello, cuando Alicia empezó nuevamente a hablar, solo quedaban ella, Ximena y Eduardo.
—Bueno, señora —dijo Ximena—, tenga mucho ánimo, nosotros vamos a venir más seguido a acompañarla.
—Muchas gracias —contestó Alicia—. Y discúlpenme, la verdad es que estoy sufriendo mucho.
—No se preocupe —dijo Eduardo.
Fue así como se entabló una relación entre Alicia y Eduardo.
Alicia se había casado jovencita con el amor de su vida y al poco andar vino al mundo Álvaro y, varios años después, Fernando. Eran una familia feliz. La desgracia se presentó como un ladrón de noche y sin aviso, cuando le descubrieron cáncer gástrico al marido. Fueron años de lucha y dolor hasta que el hombre falleció. Sin embargo, Alicia no se dejó arrastrar por la desgracia y luchó con toda su fuerza para sacar adelante a sus hijos.
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