Cuando planificamos el ritual de nuestro día y de nuestras vidas –la secuencia de eventos que, deseamos, nos llevará de un punto A hasta un punto B– podemos reflexionar sobre el concepto de secuencia que Krishnamacharya mencionó en el último período de su vida. Él ordenó las posturas en secuencias para crear un efecto particular, pero también para asegurar que sean variadas, que se complementen entre sí y que no progresen todas hacia una sola dirección. Cada día debemos movernos tanto hacia delante como hacia atrás, girar, pararnos de cabeza y crear resistencia. La variación en la vida es algo positivo, y un poco de caos es saludable. Así como queremos variaciones en nuestra frecuencia cardíaca, y diferenciación en nuestras células, queremos que la vida se mueva un poco para acá y un poco para allá.
LOS BENEFICIOS DEL VINYASA PARA LA SALUD
Aquí tenemos una teoría sobre el vinyasa como un modo de sanación. Pattabhi Jois solía decir que el yoga es una “limpieza interna” del cuerpo y de la mente, porque ambos son como esponjas: absorbemos la comida, la bebida y el pensamiento del entorno en el que vivimos, al igual que una esponja absorbe el líquido o la suciedad de una mesa o del suelo. A veces comparo el proceso purificador del yoga con la forma en la que estrujamos una esponja sucia. Para poder limpiarla, la sostenemos debajo del agua de la canilla, y la torcemos primero para un lado y después para el otro, para eliminar toda la suciedad. Por último, cuando el agua atraviesa la esponja escurrida, todo lo que pasa es agua limpia y nada de suciedad. En la práctica de asana, hacemos algo similar. Primero nos doblamos en una dirección, luego en la dirección opuesta: postura y contrapostura. Primero nos torcemos hacia la derecha, luego hacia la izquierda. De una manera metódica, escurrimos el estrés y la rigidez de nuestros cuerpos, y limpiamos nuestra mente en ese proceso.
Cada vez que flexionamos una de nuestras articulaciones en una postura, como en la postura del árbol, o en una flexión hacia delante con una pierna doblada, la circulación sanguínea de la articulación se detiene temporalmente. Luego, al salir de esa postura, la circulación vuelve a fluir plenamente, de forma similar (pero no idéntica) al agua limpia que corre a través de la esponja. De esta manera, a través de la secuencia entera de los asanas, cada una de las articulaciones se flexiona y se estabiliza, deteniendo y luego soltando el torrente sanguíneo. La coordinación del movimiento y de la respiración genera calor en el cuerpo, abriendo las arterias y los capilares, permitiendo que la sangre fluya más libremente, que los capilares se expandan, permitiendo que se genere una superficie mayor para el intercambio de gases. (31) Esta sensación es estimulante, y también es beneficiosa para nuestra salud. Este aumento del torrente sanguíneo también es provechoso para una gran variedad de dolores o lesiones que pueden ocurrir en el cuerpo.
UN POCO MÁS ACERCA DE LA TÉCNICA DEL VINYASA
Los vinyasas tienen tres beneficios primarios:
1. Crean calor en el cuerpo, y este calor es desintoxicante.
2. Fortalecen la respiración, lo cual nos ayuda a concentrarnos.
3. Generan la apariencia de fluidez, y esta cualidad permite que la mente se focalice.
El vinyasa describe la acción de sincronizar la respiración y el movimiento. La respiración y el movimiento son el patrón natural del cuerpo, el sistema nervioso y el sistema respiratorio; y el vinyasa amplía los efectos de este patrón. Nuestros cuerpos son una colección de procesos fisiológicos que siguen patrones; de la misma manera, nuestros cuerpos y la respiración entretejen un patrón constante entre sí.
Por ejemplo, cuando inhalamos, nuestros torsos se expanden y la barriga sobresale un poco. Cuando exhalamos, nuestros torsos se relajan y la barriga vuelve a meterse hacia dentro. Esto se ve claramente en un bebé mientras duerme. En el vinyasa, tomamos este patrón natural de movimiento de la respiración y el cuerpo, este patrón fluctuante, y le agregamos discernimiento consciente, mediante el cual habrá un movimiento intencional hacia arriba con cada inhalación, y con cada exhalación habrá un movimiento consciente hacia abajo. Las respiraciones que realizamos, hacia adentro o hacia fuera, se hacen en conjunto con el movimiento de los asanas específicos como chaturanga dandasana (flexión de brazos) o urdhva mukha svanasana (el perro que mira hacia arriba) o en las transiciones, como sucede cuando levantamos nuestra cabeza y nuestros torsos antes y después de una flexión hacia delante.
A veces me gusta pensar los vinyasas, o el enlace entre movimientos, como las tomas individuales de una película. Cada vinyasa es una toma. Cuando vemos una película, cobra la apariencia de una secuencia fluida de eventos, de forma similar a la vida real, pero cuando examinamos la cinta, vemos cada imagen por separado. Durante el tiempo en que practicamos, si aplicamos consciencia a cada vinyasa, podemos vivir en una existencia “imagen a imagen” o “momento a momento”. En este espacio mental se vuelve más fácil examinar nuestras vidas, objetivos, ambiciones, fallas y tendencias. De esta manera, los vinyasas pueden enseñarnos a vivir en el presente, en cada momento y en cada respiración.
Sin embargo, existe otro nivel del vinyasa, y esto ocurre cuando los detalles prácticos se vuelven parte de nuestra naturaleza, y las imágenes se interiorizan y se tornan naturales. Nuestra consciencia entonces puede expandirse más allá de una sola imagen y desplegarse hacia el proceso completo; entramos en un estado que nos hace sentir parte de un fluir, tanto de la mente como del cuerpo, mientras que anteriormente la mente solo podía focalizar en una imagen a la vez. Ambos son importantes, y habrá un ida y vuelta en la forma de movernos hacia y desde cada estado. Tienes que practicar las escalas para poder tocar una sonata, y tienes que repetir numerosos mantras antes de ser absorbido por el sonido puro. De igual manera, tenemos que practicar muchos asanas y muchos vinyasas para poder acceder al fluir de la consciencia.
En el capítulo 3 de los Yoga Sutras, Patanjali describe la concentración (dharana) como la habilidad de la mente de mantenerse complemente fija en un lugar; sin embargo, el proceso de pensamiento de dharana no es un fluir constante de la atención, sino que es intermitente. La analogía que se utiliza es la de las gotas de agua sucesivas (quizás de una canilla que gotea) que caen una detrás de la otra. La concentración se convierte en meditación (dhyana) cuando el fluir se vuelve continuo e ininterrumpido, como la miel que se vierte desde un frasco. Vinyasa es el entrenamiento inicial de la mente para regresar una y otra vez al punto de atención. Podemos diferenciar los vinyasas de la concentración meditativa de dharana porque en la concentración elegimos un objeto al cual volver y volver, mientras que en el vinyasa pasamos de un punto hacia el otro, como de un asana al siguiente, de un movimiento ascendente hacia uno descendente, etc.; aun así, ambas son formas de entrenar la mente. En su comentario de los Yoga Sutras, Hariharananda dice que bhavana nos lleva hacia dharana.
Cuando observamos a alguien practicar cualquier actividad física con maestría, desde afuera podemos observar que se encuentran en un estado de fluir. El Ashtanga Yoga, en efecto, luce como un fluir. Pero ese fluir proviene de la maestría de cada paso, y en el Ashtanga Yoga, de cada vinyasa. De lejos, parece un fluir. De cerca, se ven asanas diferentes enhebrados por la respiración, un movimiento y una respiración a la vez. Cuando un atleta entra en ese estado de fluir, él o ella de verdad experimentan algo que se siente como un fluir. ¿Pero cómo llegó el atleta hasta aquí? Al aprender a estar presente en cada paso, en cada nota, en cada oscilación, en cada vinyasa. Accedemos a un estado de fluir luego de miles y miles de simples momentos repetidos.
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