En efecto, el precio que se debe pagar por los vicios es alto, pues dejan al hombre vilipendiado. Séneca lo contrapone con el tributo sencillo que exige la virtud: «El cuidado de todas las virtudes es fácil; en cambio, el cultivar los vicios es caro» ( Sobre la ira , lib. II, XIII, 2).
B. DE LA IRA Y OTROS VICIOS
Antes de pasar revista a los vicios, conviene comenzar por una constatación: hay tantos vicios cuantas virtudes contrarias a ellos, dato obvio apuntado ya por Cicerón. 43Esto indica que el vicio es contrario a la virtud, pero también, como reacción saludable, la hace nacer o la estimula en quien combate la mala hierba del defecto. Séneca analiza sobre todo el vicio de la ira. Dedica excepcionalmente tres libros al diálogo Sobre la ira . Una cantidad desproporcionada, si consideramos los demás tratados monotemáticos. Además, es el único cuyo título y argumento es directamente un vicio. En los otros toca varios vicios, principalmente el opuesto a la virtud protagonista: el placer desmedido, como opuesto a la verdadera felicidad, en el diálogo Sobre la felicidad ; la crueldad, como contraria a la clemencia, en el Sobre la clemencia , etc. También a otros pensadores antiguos 44les llamó poderosamente la atención el vicio o pasión de la ira; el más cercano en el tiempo fue Cicerón, que le dedica espacio en el libro IV de las Disputaciones Tusculanas , al hablar de las perturbationes o pasiones 45del alma, sobre todo en el caso del s apiens.
¿Por qué este interés en estudiar y diagnosticar la ira? La razón hay que buscarla en la irracionalidad de esa pasión. Estar en posesión de la ira es haber dejado el reino de lo racional para caer en el del instinto y en el de la locura. El airado es un loco, o como un loco, como un animal furioso; una especie de animal momentáneo, mientras sea presa de la ira. El animal rationale cuando es presa de la ira se queda solo en animal , en irrationale. No es dueño de sí, sino esclavo del instinto. Cicerón lo caracteriza así: «Afirmamos que los airados han salido fuera de su propio dominio; es decir: del sentido, de la razón, de la mente. Pues su propio dominio debe residir en todo su espíritu». 46De ahí la definición que traza Séneca sobre la ira: «Algunos de los hombres sabios llamaron a la ira locura pasajera» ( Sobre la ira , lib. I, I, 2). 47Caracterización que se fija principalmente en la reacción desproporcionada del agraviado ante la injuria recibida. Por eso, en cierto sentido, la ira es la pasión y el vicio más abyectos. Es un concentrado de todos los demás vicios. En consecuencia, indigna diametralmente del sapiens , hombre en todo atenido a la ratio y que, ni por descuido de un segundo, cae en lo irracional.
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