Debemos disciplinarnos para meditar. La mayoría de pastores puritanos lo dijeron. Sin embargo, poca gente en comparación, incluso en tiempos puritanos, vio esto como un deber. “Muchos son turbados” –escribió Baxter– “si omiten un sermón, un ayuno, una oración en público o privado y, sin embargo, nunca se turban por haber omitido la meditación, quizás durante toda su vida hasta este mismo día”. 428
Conclusión: la Meditación como Auto-examen
La meditación puritana era más que un particular medio de gracia. Era un método comprensivo de devoción puritana –un arte bíblico, doctrinal, experimental y práctico–. Su teología fue paulina, agustiniana y calvinista. Su temática fue sacada del libro de la Escritura, el libro de la creación y el libro de la conciencia. Como dijo William Bridge: “La meditación es la aplicación vehemente o intensa del alma a alguna cosa, sobre la que la mente del hombre reflexiona, se detiene y se aferra, para su propio provecho y beneficio” que, a su vez, conduce a la gloria de Dios. 429
Típicamente, los puritanos concluyeron sus tratados sobre la meditación llamando a los lectores al auto-examen, que consiste en:
(1) Prueba
• ¿Están motivadas tus meditaciones por el ejercicio de una “fe viva”? La verdadera meditación es inseparable del ejercicio de la fe. ¿Meditas alguna vez como describe Samuel Ward?: “Estimula tu alma [en la meditación] para conversar con Cristo. Considera qué promesas y privilegios crees habitualmente y, entonces, piensa en ellos realmente, pásalos por debajo de la lengua, mastícalos hasta que sientas alguna dulzura en el paladar de tu alma. Míralos en conjunto y por separado. Unas veces, reflexiona sobre uno y, otras, sobre otro en mayor profundidad. Esto es lo que el Esposo llama caminar por los jardines y comer de los frutos, que en términos llanos yo llamo usar la fe y vivir por fe”. 430
• “¿Producen estos pensamientos espirituales en tu corazón santidad en tu vida? Recuerda: “Estar cansado de los pensamientos de Dios es degenerar en diablos” (cf. Santiago 2:19). 431
(2) Corrección o exhortación
• Al incrédulo: Cuando Dios te hizo una criatura racional, ¿pretendía que usases tus pensamientos con propósitos egoístas y pecaminosos? ¿Por qué no está Dios en todos tus pensamientos? “¿No tienen un Dios y un Cristo en que pensar? ¿Y no son la salvación por Él y la gloria eterna dignas de tus pensamientos más escogidos? Tienes suficientes pensamientos y dedicación para otras cosas –para cosas bajunas, para puerilidades–, y ¿por qué no para Dios y la Palabra de Dios?” –preguntó Manton–. 432
• Al creyente: Descuidar la meditación debería “ocasionarnos temor y dolor”. ¡Cuán degradante es para Dios cuando volvemos nuestra meditación de Él a objetos pecaminosos! Si el granjero medita sobre su tierra, el médico sobre sus pacientes, el abogado sobre sus casos, el almacenero sobre su mercancía, ¿no deberían los cristianos meditar sobre su Dios y Salvador? 433
Los puritanos nos dirían: “Si continúas descuidando la meditación, se apagará o destruirá tu amor por Dios. Se hará desagradable pensar en Dios. Quedarás expuesto al pecado, de modo que lo veas como un placer. Te dejará vulnerable y frágil ante pruebas y tentaciones de toda clase. En resumen, te hará caer de Dios”. 434
“Ningún deber santo vendrá a nosotros” –escribió Ranew–: “Nosotros debemos ir a ellos”. 435Atendamos a la exhortación de Watson: “Si la has descuidado anteriormente, lamenta tu descuido y comienza ahora a tomar consciencia de ella: enciérrate con Dios (al menos una vez al día) mediante la meditación santa. Asciende esta colina y, cuando hayas alcanzado la cima, verás una perspectiva despejada: Cristo y el cielo ante ti. Permíteme traerte a consideración aquel dicho de Bernardo: ‘Oh santo, ¿no sabes que Cristo tu marido es tímido y no se mostrará familiar en compañía? Retírate mediante la meditación a tu habitación, o al campo, y allí tendrás los abrazos de Cristo’”. 436
- 5 - EL USO DIDÁCTICO DE LA LEY
Guárdame de falsedad, tu ley, en gracia habite conmigo; El camino de la fi delidad escojo, Tus preceptos son mi guía.
Me aferro a tu verdad, oh Señor; de la vergüenza líbrame; En alegre obediencia viviré, por la fuerza por ti otorgada. 437
La ley de Dios, directa o indirectamente, trata al mundo y la vida de todo individuo. Los teólogos protestantes han escrito mucho sobre las diversas aplicaciones y usos de la ley en la vida de sociedad en general y en las vidas individuales de incrédulos y cristianos. La teología protestante clásica propone un triple uso de la ley: el usus primus (“uso primero”), o uso civil de la ley en la vida y asuntos de estado y sociedad; el usus secundus (“uso segundo”), o uso evangelizador de la ley como maestra del pecado en la experiencia o proceso de conversión a Dios; y el usus tertius (“uso tercero”) o uso didáctico de la ley como regla de una obediencia de gratitud por parte del cristiano. 438Es este último o tercer uso de la ley el que inspira la oración del salmista antes citada, pues él sabe que sólo la ley de Dios puede dirigirle mientras se esfuerza por vivir, “en alegre obediencia”, como hijo de Dios.
Este capítulo resume brevemente los dos primeros usos de la ley, para examinar su tercer uso en el contexto apropiado de la santificación, que necesariamente implica una obediencia de gratitud a Dios por su omniabarcadora salvación en Jesucristo. El creyente que es justificado por la sola fe, y se adhiere al principio de la “sola Escritura” ( sola scriptura ), con gratitud y de todo corazón confiará y obedecerá al Señor. Esta respuesta de obediencia agradecida es analizada en un estudio del mandamiento más controvertido de la ley –santificar el día de reposo–. Todo esto nos capacita para sacar varias conclusiones significantes sobre el cristiano en su relación con el tercer uso de la ley.
Los Tres Usos de la Ley
El uso civil de la ley
El primer uso de la ley es su función en la vida pública, como guía para el magistrado civil, en el cumplimiento de su tarea como ministro de Dios en las cosas pertenecientes al estado. Se requiere del magistrado que premie el bien y castigue el mal (Ro. 13:3-4). Nada puede ser más esencial para esta labor que un patrón fiable de lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo. Y no se puede encontrar un patrón mejor que la ley de Dios.
Aquí los reformadores protestantes estuvieron en completo acuerdo. Respecto a la restricción del pecado, Martín Lutero escribe en su Lectures on Galatians (3:19): “El primer entendimiento y uso de la ley es restringir a los malvados… Esta restricción cívica es extremadamente necesaria y fue instituida por Dios, tanto por causa de la paz pública como por causa de la preservación de todo, pero especialmente para impedir que el progreso del evangelio fuera entorpecido por los tumultos y sediciones de los hombres salvajes”. 439Juan Calvino conviene con él:
El…cometido de la Ley es que aquéllos que nada sienten de lo que es bueno y justo, sino a la fuerza, al oír las terribles amenazas que en ella se contienen, se repriman al menos por temor de la pena. Y se reprimen, no porque su corazón se sienta interiormente tocado, sino que si se hubiera puesto un freno a sus manos para que no ejecuten la obra externa y contengan dentro se maldad, que de otra manera dejarían desbordarse. 440
El uso civil de la ley está profundamente arraigado en las Escrituras (más concretamente en Romanos 13:1-7) y en una doctrina realista de la naturaleza humana caída. La ley nos enseña que los poderes que hay están ordenados por Dios para administrar justicia –justicia que necesariamente incluye ser un terror para los hacedores de iniquidad–. Los poderes que hay llevan la espada; poseen un derecho de castigo divinamente otorgado e incluso, en última instancia, de castigo capital (v. 3-4).
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