Ana Josefa Cabrera (hermana de mi bisabuela Margarita la Mamá de mi Abuelita María)
Mi bisabuela Margarita, tenía una hermana llamada Ana que era muy pobre, ella vivía donde unos parientes en una casa de bahareque del otro lado del puente ferroviario Pearson y transitaba todos los días por el puente del ferrocarril, saltando por entre los durmientes y sin pasamanos mientras pasaba el río. Era una mujer anciana y generosa que le ayudaba a mi abuela en los oficios y que todas las tardes se devolvía caminando por el puente de más de cien metros de largo, con el peligro que pasara el tren y la arrollara.
Honda era tan importante que tenía una sucursal del Banco de la República y una oficina de importaciones y exportaciones, como había electricidad todo el café llegaba a Honda, lo trillaban lo empacaban y lo subían al barco para distribuirlo en Barranquilla o en Cartagena, era un puerto con mucho movimiento.
Mi Mamá (Daisy) y mi Tía Emita (der.) en el Puente Pearson en Honda (Tolima)
Mi abuela María era muy trabajadora e indudablemente luchó para hacer de su familia lo mejor, ella conocía a muchas personas pudientes e influyentes gracias a su labor en la Plaza de Mercado de Honda, quienes le iban a comprar queso y mantequilla fina a la venta que era parte del granero de Don Antonio Rubio. Mi abuela aprovechaba para hablar con esas personas y consiguió trabajo para mi Mamá, para mis tías y para mi tío aún siendo niños; ella fue una mujer que supo relacionarlos con diferentes personas para que salieran adelante, con esa mirada especial hacia la vida.
Mi tío Alberto recuerda que vivieron en diferentes sitios, a cada rato debían mudarse y aunque el arriendo valía tres pesos mensuales a veces no había cómo tenerlos y se atrasaban en el pago. En la Plaza, para hacerse una idea del valor del dinero, con veinte centavos se hacía mercado, se podía comprar un centavo de yuca o un centavo de papa, en tanto que un huevo valía tres centavos. Por ello, mi tío Alberto siempre tuvo en la cabeza tener una casa propia, porque veía el sufrimiento de la familia cuando los dueños pedían la casa y tenían que mudarse.
Mi Abuelita María, mi Tía Emita (der.) y mi Tía Cookie
De la familia, mi tía Emita y mis abuelos fueron los últimos que salieron de Honda en 1955, se fueron para Bogotá un tiempo antes de la muerte de mi abuelito Carlos. Él murió del corazón, pero mi tía Emita cree que murió de un derrame cerebral porque recuerda que él le decía “fróteme la frente” en el momento en que le pasó eso. Mi tía Emita recuerda que cuando estaba enfermo, el abuelo le decía al médico: “Doctor, yo fui muy andariego”.
Yo le pregunte a mi tío Alberto por qué no tuvo el mismo oficio de carpintero que mi abuelo y me dice que él no le veía mucho futuro a ese oficio en ese momento histórico y quiso hacer otras cosas, por eso terminó siendo Jefe de Oleoductos de ECOPETROL donde comenzó como mensajero, cosa que cuenta con mucha humildad pero también con mucha honestidad y alegría.
Los abuelos vienen a vivir a Bogotá a una casa de inquilinato en el barrio Tejada donde vivían mi tío Alberto y también mi tía Bertha con su esposo, mi tío Ramón Acosta. Mi tío Alberto tenía un cuarto, mi tía Bertha y mi tío Ramón otro, había una salita y en el otro cuarto estaban mis abuelos, ahí murió mi abuelo en 1957. Luego de ello al dueño de la casa, el señor Peña, se le casaba un hijo y pidió la propiedad, lo que se convirtió en un problema grande.
Mi tío trabajaba en ese tiempo en la Empresa de Energía Eléctrica, donde laboró catorce años para luego pasar a ECOPETROL y el señor Peña le dijo a mi tío que si quería le vendía una casa que él tenía en Fontibón u otra que tenía en el barrio Restrepo, que fuera a mirarlas y le contara. A todos les gustó más la casa de Fontibón, que en esa época era un municipio anexo a Bogotá y mi tío compró esa casa en quince mil pesos. Dice mi tío Alberto que era mucho dinero, “con mis ahorros le pagué una parte y el resto se lo quedé debiendo, y cada primer día del mes le pagaba como diez o cien pesos, algo así”. En ese tiempo mi tío Alberto era soltero y compró la casa después de que mi Mamá y mi tía Bertha estaban casadas y ya tenían hogares aparte. Mi tías Cookie, Soledad y Emita, también solteras, se fueron a vivir con él y con mi abuela. La Casa de mi tío Alberto en Fontibón siempre fue de puertas abiertas para todos especialmente para nosotros, las nuevas generaciones.
De izq. a der. Mi Tía Cookie, mi Abuelita María, mi Tía Emita y mi Tía Soledad
Mucho después de la muerte de mi abuelo Carlos, mi tía Emita va a vivir a Estados Unidos y luego, cada año, mi abuelita María viajó a Nueva York, invitada por ella con pasajes pagados por mi tío Alberto. Duraba seis meses allá y seis meses en Colombia hasta su fallecimiento en Palm Beach, el 10 de mayo de 1974. El 17 de mayo repatriamos su cuerpo y la sepultamos en Jardines de Paz en Bogotá con un vacío interior muy grande y gran tristeza, yo recuerdo bien ese momento.
Obituario fallecimiento de mi Abuelita María Portella vda. de Forero
Estoy segura que mis abuelos y bisabuelos estarían orgullosos por haber sacado adelante a la familia, sobrellevando todas las vicisitudes, habiendo hecho de ello parte de su propia felicidad, de lo que nosotros somos hoy y sobre todo, de lo que llegó a ser Jaime para este país. Se deduce la clase de valores y la formación que tuvieron nuestros abuelos, mis tías, mi tío y mi Mamacita.
De los recuerdos que los nietos tenemos de mi abuelita María, mi hermano Jorge dice que “era muy seria pero nos traía regalos cuando llegaba de Estados Unidos”. En Fontibón, cuando se acababa la programación de la televisión, como a las once o doce de la noche, nos ponía a rezar y cuando alguien comenzaba a cabecear, decía “claro para ver televisión no le da sueño, pero para rezar el Rosario sí”. Mi tía Emita dice que “siempre rezábamos el Rosario todos unidos”. Y Jorge remata diciendo que hoy se acordó de mi abuelita María, que era hincha del Sagrado Corazón de Jesús “en vos confío”.
Mi Abuelita María Portella
De mis abuelos paternos solo se que se llamaban Benjamín Garzón y María del Carmen Cubillos y no puedo decir prácticamente nada, porque realmente no sé nada de ellos ya que con las únicas que nos tratábamos era con mi tía Blanca y con mi abuela Carmen y las dos ya murieron.
Mi Papá

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