Dinámica científica y medidas de complejidad
Miguel Fuentes
SADAF
Miguel Fuenteses doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de La Plata y doctor en Física por el Instituto Balseiro. Investigador SADAF y Profesor Externo del Santa Fe Institute. Ha dirigido proyectos de investigación y publicado artículos sobre temas de física y filosofía de la ciencia en diversas revistas de investigación. Se especializa en la relación de la filosofía con sistemas complejos y en el trabajo interdisciplinario en física.
Quiero en estas pocas líneas reducir el enorme agradecimiento a quienes fueron mis directores durante mi inicios en filosofía: Hernán Miguel y Cristina Di Gregori.
He recibido siempre el apoyo, la confianza y el consejo certeros de parte de Cristina, lo cual me ha hecho sentir profundamente agradecido. De parte de Hernán he recibido un apoyo extraordinario, no solo en temas que se refieren específicamente a este trabajo, sino que además en los que han surgido gracias a nuestra interacción. Su incansable curiosidad y respaldo me han guiado hacia nuevos desafíos y aprendizajes que estarán conmigo en el futuro porvenir.
Quiero agradecer también la retroalimentación que he recibido de parte de colegas que gentilmente han mostrado interés por estos temas, la lista es realmente extensa, pero quiero mencionar aquí, en orden alfabético, a: Oscar Esquisabel, Murray Gell-Mann, Paul Humphreys, Stuart Kauffman, Diego Maltrana, Alberto Moretti, Olimpia Lombardi, Rafael Núñez, Diana Pérez, Eric Smith, colegas de Santa Fe Institute y colegas del Grupo de Filosofía de la Ciencia en Sistemas Complejos de SADAF.
Finalmente, mis cariñosos agradecimientos a Beatriz Balmaceda quien, utilizando una expresión del nuevo arrabal, me hizo el aguante durante el tiempo de escritura.
Dedico este trabajo a mis padres, sin ellos nada de esto hubiera salido a la luz, y a mis abuelos, quienes me acompañan siempre.
1. Introducción
1.1 Sobre este texto, ¿emergencia?
La noción de proceso emergente relaciona fenómenos que poseen características novedosas, que surgen y dependen de fenómenos más básicos y a su vez, de alguna manera, son independientes de estas interacciones que en principio las generan. Es utilizada extensivamente en áreas muy diversas. Por ejemplo en física: transiciones de fase [Bedau y Humphreys, 2008; Landau y Lifshitz,1994] o el fenómeno conocido como simmetry-breaking [Nicolis, 1995]; en biología, la vida misma constituye un ejemplo que podría catalogarse de fenómeno emergente [Schrödinger, 1944]; la conciencia es otro ejemplo [Paster, 2006]; procesos sociales: como las propiedades que se manifiestan al agruparse individuos y la aparición de fenómenos colectivos [Helbing, 2010; Sayer, 2010]; etcétera. A todas estas discusiones debemos enmarcarlas en el problema que la filosofía identifica como el problema de las propiedades emergentes y que, a pesar de ser ya una temática tradicional, ha cobrado mucho interés en las últimas décadas [Bedau y Humphreys, 2008; Humphreys, 2009] al nutrirse de los avances en cada una de las disciplinas científicas involucradas.
La discusión académica de estas propiedades fue la que me llevó a pensar en la posibilidad de la existencia de una relación, en algunos aspectos muy profunda, entre ellas y la evolución de teorías científicas (aunque las temáticas sean muy distintas). La forma en la cual puede entenderse esto, una vez enunciada, es bastante trivial: fenómeno novedoso, es decir no contemplado en la teoría de manera directa (de otro modo no sería novedoso), por lo tanto la teoría debe ampliarse para abarcar estos fenómenos novedosos; a esto se suma el hecho de que fenómenos emergentes son estudiados por las “ciencias de la complejidad”. Aquí tenemos entonces la semilla de la conexión entre complejidad y la evolución de las teorías científicas.
Veremos que estos temas tienen cada uno cierta profundidad, es lo que estudiaremos a continuación.
Discutiremos las ciencias de la complejidad y cómo medimos la complejidad de un fenómeno en estudio, analizaremos qué se entiende por emergencia y de ese modo llegaremos a discutir la posibilidad de entender la evolución de las teorías científicas desde el punto de vista de un cambio radical en la complejidad de fenómeno.
Pero no nos adelantemos demasiado, comencemos la exposición.
1.2 Sobre la elección de teorías
Antes del siglo XX, existía el consenso de que numerosos grados de libertad en un sistema físico –es decir un sistema sujeto a variaciones dadas por “numerosas posibles causas”– eran una condición necesaria para un comportamiento impredecible en un sistema mecánico (físico-químico) y/o biológico. Consideremos por ejemplo el caso de una pequeña madera que ha caído en una zona turbulenta de un río: su movimiento es aparentemente caótico, debido a las múltiples interacciones con el fluido, las rocas, el aire, etc. Probablemente uno de los más interesantes textos escritos en esta dirección sea el que Pierre-Simon Laplace escribió en el siglo XIX:
Podemos mirar el estado presente del universo como el efecto del pasado y la causa de su futuro. Se podría concebir un intelecto que en cualquier momento dado conociera todas las fuerzas que animan la naturaleza y las posiciones de los seres que la componen; si este intelecto fuera lo suficientemente vasto como para someter los datos a análisis, podría condensar en una simple fórmula el movimiento de los grandes cuerpos del universo y del átomo más ligero; para tal intelecto nada podría ser incierto y el futuro, así como el pasado, estarían frente a sus ojos. [Laplace, 1825]
Nótese la explícita visión fuertemente determinista para todos los fenómenos naturales involucrados, donde no hay espacio para la sorpresa, o la “emergencia” de nuevas propiedades, ya que la potencia de cálculo del así llamado “Demonio de Laplace” puede calcular e imaginar todos los resultados futuros. ¿Qué podría así emerger como “nueva” propiedad o característica?
Sin embargo, hoy en día sabemos que sistemas deterministas de extremadamente baja dimensionalidad (veremos incluso que sistemas con un solo parámetro de posible de cambio) pueden mostrar un comportamiento muy complicado, y por otra parte, son el ejemplo típico de sistemas imprevisibles cuando el caos (clásico o cuántico) está presente.
Veamos otros comentarios interesantes que nos permitirán introducir algunas ideas para una futura discusión.
“Es difícil predecir, especialmente el futuro”, discutiblemente atribuido a Niels Bohr [Mencher, 1971]; y: “La próxima gran era del despertar del intelecto humano bien puede producir un método para comprender el contenido cualitativo de las ecuaciones. Hoy no podemos. Hoy no podemos ver que las ecuaciones de flujo de agua contengan cosas tales como la estructura particular de la turbulencia que se ve como si fueran espirales giratorios. Hoy no podemos ver si la ecuación de Schrödinger contiene ranas, compositores musicales o la moral, o si no lo hace” [Feynman et al., 1964], son dos citas interesantes sobre la falta de poder predictivo en diferentes teorías físicas con las que contamos hoy en día.
Niels Bohr, muy probablemente, se inspiró en la física cuántica. La cual, desde este punto de vista, muestra una amplia gama de novedades o, de otra manera, desde el punto de vista de la teoría matemática que modela el sistema: son diferentes y variados en su comportamiento los resultados que un sistema físico puede exhibir. Asimismo la capacidad para el observador de conocer el futuro se reduce a un conjunto dado de probabilidades incluso utilizando la mejor teoría disponible . Recalquemos esto: incluso utilizando la mejor teoría actual para enfrentar problemas cuánticos, los resultados pueden ser un conjunto de probabilidades sobre los sucesos futuros.
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