Leandro Bonnin
La locura de ser cura
Con Prólogo de Fray Nelson Medina
Bonnin, Leandro
La locura de ser cura / Leandro Bonnin. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Talita kum Ediciones, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-4043-30-6
1. Espiritualidad Cristiana. I. Título.
CDD 248.4
Imprimatur
† Juan Alberto Puiggari.
Arzobispo de Paraná. Julio 2020.
© Talita Kum Ediciones, Buenos Aires, 2020
www.talitakumediciones.com.ar
editorial@talitakumediciones.com.ar
Primera edición, agosto de 2020
ISBN: 978-987-4043-30-6
Diseño: Talita Kum Ediciones
Hecho el depósito que prevé la ley 11.723
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Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, incluido el diseño de tapa e imágenes interiores, por ningún medio de grabación electrónica o física sin la previa autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas por la ley.
Digitalización: Proyecto451
Índice de contenido
Portadilla Leandro Bonnin La locura de ser cura Con Prólogo de Fray Nelson Medina
A manera de prólogo por Fray Nelson Medina
Parte 1: La llamada
Una vida apasionante
Cuidala como oro
La Ferrari
Buscando la transversal del péndulo
El privilegio de ser cura
Reflexiones sobre el celibato
La pasión del Cura Brochero
Desde el seno de mi madre
Soñad y os quedaréis cortos
Alma humana
Cura
Recordando la vigilia de la inminencia de mi ordenación sacerdotal
Reflexiones cortitas y al pie de un domingo del Buen Pastor
Parte 2: Mi vida con los sacramentos
La identidad del sacerdote en los ornamentos litúrgicos
Torturados en el confesionario
Celebrar
El ritual
Atardecer
El Cielo en la Tierra
Parte 3: Curas en acción. La vida pastoral
Estar
Instantáneas de la vida sacerdotal
La alegría sacerdotal
¿Y si abandonamos el Sipadrismo?
Frente al sipadrismo, ¿el Nopadrismo?
Otro Cristo, el mismo Cristo
S.O.S.
Metidos
Puente
Ser puerta
Pastor con olor a oveja
Palabras pronunciadas en un cambio de parroquia, preparando la llegada del siguiente párroco
Parte 4: Oraciones y pensamientos de la intimidad
La fe que nos gloriamos profesar
Oración al burrito de Belén
Emaús
Un Miércoles Santo por la noche
La arrolladora presencia de Dios
Envíame
Parte 5: Pregunte nomás… Lo que siempre quise saber de un cura
La más oscura de todas las oscuridades. Sobre los abusos sexuales cometidos por algunos mienbros del clero
Lo que más me gusta
El celibato en el sacerdocio
Consagración de mi sacerdocio a la Virgen del Rosario
Comunicar, iluminar, orientar, elevar, explicar, aplicar, esclarecer, confortar, examinar, advertir, instruir, enseñar...
ANUNCIAR LA PALABRA...
Bautizar, ungir, consagrar, ofrecer, ofrecerse, distribuir, alimentar, absolver, bendecir, alabar, interceder, salvar...
SANTIFICAR EN LA LITURGIA...
Servir, consolar, alegrar, curar, alentar, animar, esperanzar, abrazar, corregir, escuchar, sostener, esperar, buscar, caminar, acrecentar, discernir, organizar, armonizar...
PASTOREAR CON LA CARIDAD DE CRISTO...
Estar. Permanecer. Irradiar. Inmolarse. Entregarse. Consumirse.
Gastarse. Darse. Por Cristo, con Cristo, en Cristo... ser otro Cristo, para la Gloria del Padre y la salvación del mundo.
Nada más y nada menos que eso es
SER CURA.
A manera de prólogo
Una voz hermosamente discordante
En medio de la uniformidad de un paisaje, una cascada impetuosa y sonora es una voz discordante. Todo está tranquilo... excepto ese lugar en donde un torrente escandaloso se deja escuchar, sin complejos de ser lo que es: fuerza de vida, canto inesperado, grito de amor.
La uniformidad y la univocidad tienen su atractivo pero también su peligro y su trampa. Cuando todo el mundo piensa y repite lo mismo, está latente siempre el riesgo de la imposición, abierta o disimulada, de la tiranía o de la ideología. Además, ¿quién negará que la variedad de voces y colores le da su valor irremplazable al bosque, al jardín, o al cielo estrellado?
La creatividad siempre supone un acto de rompimiento. Al principio de los tiempos, Dios rasgó la monotonía de la nada con un grito soberano: “¡Haya luz!” Y hubo luz. Cada aporte genuino en el concierto de la sociedad es como un eco de esa voz cargada de imperio, sabiduría y compasión.
Y así, cuando todos piensan que se ha dicho todo sobre los sacerdotes, cuando el consenso repite con monótono fastidio que el cura puede omitirse, y debe omitirse, en la construcción de una sociedad auténticamente libre y humana, aparece un cura que no solo está feliz de ser cura sino que también quiere contarnos por qué. Es una voz discordante pero no de aquellas que rompen la armonía –cualquiera que ella fuese– sino de las que empiezan una nueva melodía y un ritmo nuevo.
Siempre me llamaron la atención las trompetas. No como instrumentos musicales sino como voces potentes, capaces de dar una señal cuando todo es confuso –como sucede en un campo de batalla– o mover a la acción, ya sea de ataque o de estratégica retirada a cuartel.
“Alza tu voz como una trompeta” leemos en Isaías 58, 1: Dios llama al profeta a ser una voz discordante. Si todos duermen, despiértalos; si olvidaron dónde está el enemigo, recuérdaselo tú; si por ahora deben retornar al cuartel y rehacer sus fuerzas, tú se lo dirás.
Lo más “discordante” de las páginas que siguen, escritas por la pluma ágil de nuestro querido Padre Leandro Bonnin, es la convicción de que el sacerdote está llamado de un modo singular a vivir el misterio de Jesucristo. Cuando las voces de nuestro tiempo tienen prisa en recluir al cristianismo en el museo de las ideas fallidas y superadas, aparece este sacerdote reportando, no solo que el Resucitado está en magnífica salud, sino que de Él provienen los mismos dones y remedios que hoy más requiere el mundo: capacidad de servicio, alegría sincera, propósito en la vida, y lo que nadie esperaría amor que brilla en su pureza.
Aquello de descubrir que en el nudo de nuestros problemas brilla el esplendor de la fe es algo que tomará por sorpresa a muchos. Es como si nos dijeran que la gran respuesta y la gran solución está –siempre estuvo– ahí, tan cerca, tan escandalósamente cerca, como el sagrario más próximo o la parroquia más cercana. No es magia, claro está: se llama conversión; se llama catequesis bien dada; se llama liturgia bien celebrada; se llama predicación bien estructurada, y en medio de todo ello, Jesucristo y sus sacerdotes.
Debo decir, desde lo personal, que las palabras del Padre Bonnin me han interpelado saludablemente. Yo mismo he recibido la gracia inmerecida del orden sacerdotal y puedo reconocer sin dificultad que de todo sacerdote aprendo qué significa este ministerio, que hemos recibido un día pero que debemos aprender todos los días. Estoy seguro de que otros hermanos sacerdotes podrán corroborar mis palabras, a medida que las hojas de este sencillo libro se deslizan entre sus dedos.
Quienes estén considerando una vocación de total entrega a Cristo van a sentir gratitud ante la frescura y sinceridad de los testimonios que aquí se encuentran. Las familias cristianas –estoy seguro– renovarán su gratitud frente al don de los sacerdotes y considerarán, ¿por qué no?, la bella posibilidad de que uno de sus hijos se consagre al Señor. Todos ellos, y muchos más, encontrarán agradable y útil la lectura de esta obra con la que el Padre Bonnin sigue acreciendo su aporte escrito para bien de la Iglesia.
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