Kiran Millwood Hargrave - Vardo

Здесь есть возможность читать онлайн «Kiran Millwood Hargrave - Vardo» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Vardo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Vardo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un hermoso canto al poder de las mujeres, basado en hechos reales. Nochebuena de 1617. Una tempestad se desata sobre la isla noruega de Vardø cuando los hombres de una pequeña aldea están en el mar pescando. Todos mueren. A partir de ese instante, Vardø se convierte en una isla de mujeres, entre ellas, Maren, que debe hacer frente a la muerte de su padre, su hermano y su prometido. Las mujeres de la isla tratan de hacer todo lo posible por salir adelante, pero, pronto, las noticias llegan a las autoridades.Dieciocho meses más tarde, una siniestra figura arriba a la isla desde Escocia para poner fin al anómalo gobierno de las mujeres: el comisario Absalom Cornet. Con él, viaja su joven esposa, Ursa, que ve en Maren algo que nunca ha conocido: una mujer independiente. Entre ambas surgirá una relación que lo cambiará todo. Pero, para Absalom, Vardø es el hogar de un mal terrible y oscuro, uno que debe erradicar a toda costa.Escrita con delicadeza y gran lirismo,
Vardø es una novela atmosférica que nos habla de la verdadera naturaleza del amor y del mal, y del poder de las mujeres y la razón en un momento más necesario que nunca. Para los lectores que disfrutaron con
Circe y
El cuento de la criada «Vardø me ha dejado sin aliento. Un bello retrato de una comunidad, un paisaje y una relación. Kiran ha creado, con maestría, una atmósfera increíblemente claustrofóbica, íntima y delicada.» Tracy Chevalier, autora de
La joven de la perla"Una novela apasionante, hermosa e inquietante." Madeline Miller, autora de
Circe"Vardø es una obra maestra. Un relato exquisito sobre sororidad, amor y valentía . Me ha enfurecido, me ha hecho reír y llorar. No puedo recomendarla lo suficiente." Elizabeth Macneal, autora de
El taller de muñecas"Una de las mejores novelas que he leído en años. Además de estar bellamente escrita, llega en un momento muy oportuno." Emily Barton,
New York Times Book Review

Vardo — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Vardo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Ya basta. —Kirsten corta el silencio antes de que se vuelva espeso—. Esto no ayuda.

Maren quiere sentir esa misma certeza, pero tan solo piensa en aquella forma, en el sonido que la atrajo a la ventana. Al principio creyó que se trataba de un pájaro, pero ahora lo recuerda más grande y más pesado, con cinco aletas y bocarriba. Antinatural. Le resulta imposible dejar de verlo en un rincón de la mente, incluso bajo la luz sagrada de la kirke.

Mamá se agita, como si estuviera dormida, aunque las velas se reflejan en sus ojos, que no se han cerrado desde que se han sentado. Cuando habla, Maren nota cómo el tiempo que ha pasado en silencio le ha afectado a la voz.

—La noche que Erik nació —empieza a contar—, había una luz roja en el cielo.

—Lo recuerdo —susurra Kirsten.

—Yo también —dice Toril.

«Y yo», piensa Maren, aunque solo tenía dos años.

—La seguí por el cielo hasta que se hundió en el mar —añade mamá sin apenas mover los labios—. Iluminó el agua con el color de la sangre. Aquel día quedó marcado, estaba escrito. —Gime y se cubre la cara—. Nunca debí dejar que se acercara al mar.

Las mujeres se sumen en una avalancha de lamentos. Ni siquiera Kirsten consigue calmarlas. Las velas titilan cuando una ráfaga de aire frío cruza la estancia y Maren se da la vuelta a tiempo de ver a Diinna abandonar la kirke. Rodea a su madre con el brazo; las únicas palabras que se le ocurren no le ofrecerían ningún consuelo: «El mar era la única opción para Erik».

Vardø es una isla. El puerto entra en la tierra como si la hubieran mordido por un lado, mientras que las demás orillas son demasiado altas o rocosas para que los barcos se acerquen. Maren aprendió sobre redes antes de saber lo que era el dolor, aprendió sobre el tiempo antes de conocer el amor. En verano, las manos de su madre siempre estaban moteadas por las diminutas escamas del pescado, la carne colgaba seca y cubierta de sal, como los paños blancos con los que se envolvía a los bebés o se enterraba envuelta en pieles de reno para que se pudriera.

Papá decía que el mar gobernaba sus vidas. Siempre habían vivido a su merced y, a menudo, morían en él. Pero la tormenta lo había convertido en el enemigo y algunas hablaban de marcharse.

—Tengo familia en Alta —dice Gerda—. Allí hay tierra y trabajo suficiente.

—¿La tormenta no ha llegado allí? —pregunta Sigfrid.

—Pronto lo sabremos —apunta Kirsten—. Supongo que recibiremos un mensaje de Kiberg. Seguro que la tormenta les ha afectado.

—Mi hermana me escribirá —asiente Edne—. Vive solo a un día a caballo y tiene tres monturas.

—Es una travesía dura —comenta Kirsten—. El mar sigue agitado. Tardarán un poco en llegar.

Maren las escucha hablar de Varanger o de la todavía más lejana Tromsø, como si alguna fuera capaz de imaginar la vida en la ciudad, tan lejos de allí. Las mujeres se enzarzan en una breve discusión sobre quién debe quedarse con los renos para el transporte, ya que pertenecían a Mads Petersson, que se ahogó junto al marido y los hijos de Toril. Toril parece pensar que eso le otorga cierto derecho a reclamarlos, pero cuando Kirsten informa de que ella cuidará de la manada, nadie protesta. Maren no sabe ni cómo encender un fuego, mucho menos mantener una manada de bestias de temperamento voluble durante el invierno. Toril debe de pensar lo mismo, pues desiste tan rápido como ha reivindicado su derecho.

Al cabo de un rato, la charla se apaga hasta desaparecer del todo. No han decidido nada, salvo que esperarán a tener noticias de Kiberg y que mandarán a alguien allí si a finales de semana todavía no saben nada.

—Hasta entonces, lo mejor será que nos reunamos en la kirke a diario —propone Kirsten, y Toril asiente con fervor, de acuerdo por una vez—. Debemos cuidarnos entre nosotras. Parece que la nieve se irá pronto, pero no hay manera de estar seguras.

—Estad atentas por si veis ballenas —dice Toril. La luz le ilumina la cara y le marca los huesos bajo la piel. Tiene un aspecto siniestro y a Maren le dan ganas de reírse. Se muerde la parte sensible de la lengua.

Ya nadie habla de marcharse. Mientras bajan por la colina de vuelta a casa, mamá la agarra del brazo con tanta fuerza que le hace daño y se pregunta si las demás mujeres se sienten como ella: ligadas a aquel lugar, ahora más que nunca. Con ballena o sin ella, con señal o sin ella, Maren ha sido testigo de la muerte de cuarenta hombres. Una parte de ella se siente atada a esta tierra. Atada y atrapada.

Capítulo 3

Nueve días después de la tormenta, cuando ya ha llegado el año nuevo, los hombres regresan a ellas. Casi enteros; casi todos. Colocados como ofrendas en la calita negra, o arrastrados por la marea hasta las rocas que hay debajo de la casa de Maren. Tienen que escalar para agarrarlos, con las cuerdas que habían anudado con fuerza para que Erik recogiera los huevos de los nidos de los pájaros entretejidos con el acantilado.

Erik y Dag están entre los primeros en volver; papá, entre los últimos. Papá solo tiene un brazo y Dag está quemado; una línea negra lo atraviesa desde el hombro izquierdo hasta el pie derecho, lo cual, según mamá, significa que le cayó un rayo.

—Debió de ser rápido —dice, sin esconder la amargura—. Fácil.

Maren se acerca la nariz al hombro y se llena los pulmones de su olor.

Su hermano parece dormido, pero tiene la piel iluminada por esa horrible luz verdosa que ya ha visto en otros cuerpos arrastrados por la marea. Se ahogó. La suya no fue una muerte fácil.

Cuando Maren tiene que descender por el acantilado, recoge al hijo de Toril, atrapado como madera a la deriva entre las rocas afiladas. Tiene la edad de Erik y su cuerpo se desliza de sus huesos como carne picada en un saco. Maren le aparta el pelo oscuro de la cara y le quita un alga de la clavícula. Edne y ella tienen que atarlo por la cintura, las costillas y las rodillas para mantenerlo de una pieza y llevárselo a su madre. Se alegra de no ver la cara de Toril cuando le traen a su hijo. Aunque la mujer no le gusta demasiado, sus lamentos le atraviesan el pecho como si fueran agujas diminutas.

El suelo es demasiado duro para cavar, así que acuerdan dejar a los muertos en el cobertizo principal del padre de Dag, donde el frío los mantendrá tan congelados como a la tierra. Pasarán meses antes de que puedan atravesar la superficie para enterrar a sus hombres.

—¿Y si usamos la vela como sudario? —propone mamá, después de que se lleven a Erik al cobertizo.

Observa la vela remendada en el centro de la sala, como si Erik ya estuviera debajo de ella. Se encuentra en el mismo sitio donde la dejaron hace casi dos semanas. Maren y su madre la han rodeado, sin querer tocarla, pero Diinna la agarra y niega con la cabeza.

—Sería un desperdicio —responde, y Maren se alegra; no soporta la idea de enterrar a su padre y a su hermano con nada que tenga que ver con el mar. Diinna dobla la vela con movimientos hábiles mientras la apoya sobre su vientre y, en su gesto decidido, Maren atisba a la chica risueña que se casó con su hermano el verano anterior.

Sin embargo, Diinna desaparece el día después de que recuperen a Dag y a Erik. Mamá se pone de los nervios porque cree que se ha marchado para criar al niño con su familia sami. Dice algunas cosas horribles, aunque Maren sabe que no habla en serio. Llama a Diinna lapona, puta y salvaje, cosas que Toril o Sigfrid dirían.

—Siempre lo he sabido —se lamenta—. Nunca debí permitir que se casara con una lapona. No son leales, no son como nosotros.

Maren se muerde la lengua y le acaricia la espalda. Es cierto que Diinna pasó la infancia viajando y viviendo bajo las estrellas cambiantes, incluso durante el invierno. Su padre es un noaide, un chamán de buena reputación. Antes de que la kirke se estableciera casi de forma definitiva, su vecino Baar Ragnvalsson y muchos otros hombres acudían a él en busca de amuletos contra el mal tiempo. Aquello terminó cuando las nuevas leyes prohibieron ese tipo de prácticas, pero Maren todavía ve en la mayoría de las puertas las figuritas de hueso que los samis dicen que protegen de la mala suerte. El pastor Gursson hacía la vista gorda, aunque Toril y los de su calaña le instaban a que se esforzara más para eliminar tales costumbres.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Vardo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Vardo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Vardo»

Обсуждение, отзывы о книге «Vardo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x