Roberto Gil de Mares
La Sirena De Diamantes
Gil de Mares, Roberto
La Sirena de Diamantes
-6a ed.- Bogotá, Colombia:
Grafitecnia, 2013
192 p.; 15 x 23 cm.
ISBN 978-958-46-1596-1
1. Narrativa colombiana. 2. Novela. I. Título CDD Co863
Sexta edición:
© 2013 by Roberto Gil de Mares
Grafitecnia
Calle 140 No. 11 - 58, Local 22
Tel.: (51) 2590366
grafitecnia@gmail.com
ISBN Ebook: 978-84-686-4111-9
ISBN: 978-958-46-1596-1
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Printed in Colombia.
“El almíbar más dulce
proviene de las partes más profundas
y amargas de la fruta”
Proverbio árabe.
Prólogo
Una noche de lluvia, un secuestro que se frustra y un diplomático sorprendido en actos lascivos a bordo de su automóvil son el comienzo del vertiginoso zapping que traza “La Sirena de Diamantes”.
Desde sus primeras líneas, la novela atrapa por lo tenso de sus situaciones, lo conciso de sus descripciones, lo polifónico de su narración y las sorpresas que van propinándonos sus capítulos y que nos hipnotizan para sumergirnos en una lectura que solo se interrumpe ante la palabra Fin.
En una época de códigos fracturados, Roberto Gil de Mares hace añicos las formas convencionales de narrar para dar cuenta de la sociedad en que vivimos. Así, mediante fragmentos breves pero de gran contundencia y nitidez, vamos viendo aparecer la mórbida densidad del mundo actual con sus tentáculos de vicio, corrupción e injusticia.
También, una triada de protagonistas: los villanos, delincuentes que unas veces habitan en los bajos fondos y otras, en las altas esferas del poder, pero que por sus fines se hallan en sólida y eterna alianza; las víctimas, gente decente como la hay en todos los estratos, pero a la que silencian a punta de plomo, hambre e injusticia y, finalmente, los testigos, que aun teniendo la manera de cambiar el mundo, se quedan en su refrigerador de soledad, parálisis y pérdida.
Es tan apasionante, propositiva, sugestiva y audaz “La Sirena de Diamantes”, que mueve a leerla una y otra vez. Roberto Gil de Mares hace ver fácil de hacer algo que le tomó años de ingeniería conceptual y que constituye una compleja arquitectura narrativa.
En efecto, su obra hace la tarea que impone el arte: la consecuencia del efecto. A uno le dan ganas de beber Martini con Mac III, de luchar por liberar a la pobre María Clara y de patear al testigo mudo que se pudre en la ventana. Pero, sobre todo, al final, uno queda con una sensación de espantosa asfixia.
Pasiones a un lado, las sugerencias no son menos fascinantes: ¿Es María Clara una alegoría de nuestra patria?, ¿Es éste personaje una actualización de la Antígona, de Sófocles? ¿O un Joseph K. en versión femenina? Quizás sea todo eso e incluso más.
Al felicitar a Roberto Gil de Mares y al celebrar la cuarta edición de esta magnífica novela, yo me aventuro a afirmar que “La Sirena de Diamantes” nos anticipa a todos, ciudadanas y ciudadanos del mundo que aun teniendo el poder para hacer parir un nuevo mundo, nos resignamos a pudrirnos en la soledad, la parálisis y la pérdida de ventanas como Facebook.
Jorge Aristizábal Gáfaro
Presentación
Roberto Gil de Mares nos presenta en esta novela un vistazo rápido a la manipulación de la justicia. Con lenguaje sencillo y convincente nos lleva al ambicioso mundo de la política y al de la avidez económica, escondida o camuflada en los más altos hábitos religiosos. Crea, entonces un escenario donde la víctima no deja de serlo y donde el abuso del poder es ejercido en nombre de lo peor del ser humano. Visión desesperanzada de una sociedad carcomida por el ansia de poder y de dinero.
Una vertiginosa serie de escenas mantiene en vilo nuestra atención. La tensión aumenta y nos cautiva hasta el final. En una particular interpretación de los diferentes íconos de la vida contemporánea, transmitidos por los medios de comunicación, se teje una trama donde políticos corruptos, clérigos libertinos, funcionarios venales y diplomáticos enredadores se unen para condenar a una joven, destruyendo su futuro.
Valiéndose de los recursos primigenios de los relatos policiales, el escritor colombiano trae una ficción que se lee sin esfuerzo y con placer.
Con una entrada realmente seductora, este libro plantea desde el principio un drama que, en un juego de tiempos sin complicaciones, mantiene una tensión no sólo entre las luces y las sombras de los personajes sino entre la moral y la política, los intereses del estado y los deberes de la justicia. La historia está bien escrita, tiene los ingredientes de las buenas fórmulas y logra sin duda cautivar al lector que busca hasta el final descubrir el nexo último que da sentido a la trama.
Jaime Echeverri Jaramillo
Capítulo 1
CONMOCIÓN
Las luces de las dos camionetas estacionadas en las esquinas se apagaron casi al mismo tiempo. En el Mercedes parqueado sobre mi acera no hubo ningún movimiento. Ayudaba el fuerte aguacero que caía y la oscuridad de la noche.
Al sospechar algo extraño, marqué de inmediato el número de la estación de policía más cercana.
—Otra persona ya nos avisó. La patrulla debe estar por llegar.
En efecto, unas luces rojas y azules indicaron su proximidad. Al notarlas, los de las esquinas escaparon en silencio. Sin importar la lluvia, descendí curioso a la puerta y me acerqué. La poderosa linterna de uno de los policías alumbró el interior del vehículo y entre las sombras, a través de movimientos afanados y nerviosos, pude ver a la hermosa muchacha que intentaba cubrir su cuerpo semidesnudo.
—¿Qué están haciendo? —les gritó un teniente.
—Nada —contestó inquieta una voz a través de la ventanilla.
—¿Nada? —preguntó incrédulo el oficial—. ¡Oigan a éste! A ver, rapidito, déjenme ver sus documentos.
Nunca creí encontrarla en semejante situación.
¿Qué necesidad tenía de exponerse de esa manera?
Le hubiera resultado más sencillo, pensé, invitar al hombre a su habitación y evitar así los riesgos y las consecuencias de todo aquel embrollo.
—¡Ustedes han cometido una falta sumamente grave! —exclamó furioso el teniente—. Deben acompañarnos a la comisaría.
A duras penas se les permitió vestirse.
A mí también me llevaron en otra patrulla por ser testigo de los hechos. Claro está, a partir de aquel momento, un sinnúmero de desconocidos comenzó a aparecer dando su propia versión de lo sucedido a pesar de no haber visto absolutamente nada.
Al llegar a la estación, me extrañó encontrar allí sólo a mi vecina. Se me dijo que el hombre, luego de probar su condición de diplomático, había recuperado su libertad después de protestar con energía por el tratamiento recibido.
Para colmo de males y sin imaginar siquiera a los divulgadores de la noticia, una buena cantidad de periodistas y fotógrafos comenzó a presentarse en el lugar, atraídos seguramente por la condición de los acusados.
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