Desde la primera vez supo que aquel hombre era el destino de su vida. Se hizo cargo de todo lo suyo, incluso de su amor. No obstante, de unas semanas para acá, una duda la inquietaba.
Algo estaba cambiando.
Sabía que por la cama de “Caralinda” muchas mujeres pasaban noche a noche. Aún así, ella permanecía. Más amante, más amiga, más confidente, más dueña de secretos y planes no compartidos con nadie.
Pero una “aparecida” lo había estado trastornando últimamente y ella no lo iba a permitir. Si fuera necesario, lucharía hasta la muerte por conservar a “su hombre”.
LA PRESENCIA DE DIOS
Terminada la misa de seis, como casi todas las mañanas desde su ordenación treinta años atrás, Monseñor se dirigió presuroso al comedor.
El viejo edificio comunitario le brindaba muchas comodidades y la fachada perfecta de sus actividades pastorales.
Pocas personas conocían, sin embargo, la existencia de otro lugar verdaderamente privado, amplio y moderno donde, como cualquier hombre de negocios, llevaba una vida diferente de la religiosa.
La hora del desayuno era su predilecta. Le permitía leer los periódicos, ver los noticieros y planear con calma el resto de la jornada. “La de hoy va a ser agotadora”, se dijo al revisar la agenda.
—El ELN—escuchó en la televisión— dinamitó ayer, cuatro torres de energía, en Casanare. Las pérdidas causadas por la acción de los subversivos se calculan, según las autoridades, en más de mil millones de pesos.
Monseñor provenía de una familia rica, prestigiosa y con enorme influencia social y política. Como sacerdote secular, conservaba el manejo de sus bienes e inversiones y como el prelado que era, controlaba multitud de asuntos de la Iglesia y la fe.
—Al menos cuatro días —continuó el presentador—
permanecerán a oscuras las poblaciones de Yopal y Agua Azul, mientras se reparan las torres destruidas por los atentados.
Ser hombre de Dios no significaba mantenerse inmune a las debilidades humanas. Aunque luchaba permanentemente para adecuar su vida a las normas e ideales religiosos, caía con frecuencia en los pecados del mundo.
—Según residentes de un exclusivo sector del norte de Bogotá, un ciudadano extranjero habría sido víctima anoche de un intento de secuestro. De acuerdo con testimonios recogidos por este medio, se trataría de un importante diplomático. Hasta el momento, ni la cancillería ni ninguna de las embajadas acreditadas en el país se han referido al hecho.
Monseñor apartó la vista de la pantalla, bebió un sorbo de café y marcó un número telefónico.
—¿Estás viendo las noticias? —preguntó sin saludar.
—Sí, —dijo la voz que lo atendió—. Estaba por llamarte.
—Las decisiones podrían complicarse…
—Sí, lo sé. Es preocupante.
—¿Tienes alguna otra información?
—Todavía no.
—Trata de conocer algo más y me llamas. (Click).
ARMANI
Alejandro Espinosa se levantó apenas sonó el despertador. Conservaba esa costumbre desde cuando sólo era un joven y ambicioso estudiante universitario.
Encendió el aparato de sonido.
—A $1.244.00 por dólar amaneció hoy la tasa representativa del mercado…
Descorrió las cortinas, abrió las ventanas y comenzó su rutina de aeróbicos.
—Según portavoces de la NASA, el objetivo principal de la nueva misión del Transbordador Espacial es restaurar el Telescopio Hubble…
Hizo una pausa para ir a la cocina. Regresó con una botella de Pellegrino. En el estéreo, Elton John cantaba:
And it seems to me you lived your life
like a candle in the wind
never fading with the sunset
when the rain set in…
Veinte minutos más tarde, revitalizado y sudoroso, se dirigió al baño. Una ducha helada y la afeitada de siempre con “cuchilla nueva” terminarían de poner a punto sus recursos físicos y mentales.
El impecable traje estaba listo en el vestidor. Su ropa, diseñada por los más prestigiosos modistas del mundo, se renovaba permanentemente. No en vano se lo consideraba uno de los hombres más elegantes del país.
—No hay confirmación oficial acerca de un intento de secuestro contra un diplomático, la noche de ayer…
No pudo detenerse en la noticia. Tendría que atender de inmediato a una reunión en sus oficinas en el sector financiero del norte de la ciudad. De ella dependería el futuro de su empresa.
UNA AMIGA
—Si sigue así, le va a dar una neumonía. ¡No ha dejado de tiritar y ya hasta se puso morada! Así que mamita, hágame caso: póngaselo. No será de marca, pero lo saqué ayer de la lavandería.
—Muchas gracias, pero…
—¡Pero nada! Mire, mi niña: ese vestidito que usted tiene podrá ser muy fino, pero qué pena con usted, aquí es un boleta, se ve casi empelota. Mire cómo la miran esos degenerados… Y si al menos se callaran, pero estoy mamada de oír las porquerías que le dicen. ¡Eso ni a mí!
—Sí, tiene razón… Se lo agradezco.
—¿Ve que es calientico?
—Pero ahora le va a dar frío a usted.
—Para eso están los cigarrillos.
¡Pobrecita! Tan joven y tan bonita… y aquí, metida en este hueco, donde a las perras esas no les importa mearse… ¡Claro! Los tombos la pescaron tirando con el novio, dicen… ¡Qué boleta! ¡Ah, pero es que cuando una está tragada! El gringo parece que es un duro, pero para mí que es un hijueputa… No sólo no le paga hotel, sino que se larga y la deja aquí tirada. ¡Eso es que es casado!
—Tome, hágale…
—Pero es que yo…
—¡Hágale que no le voy a prender ninguna enfermedad! ¡Si usted supiera cómo me cuido! Y como puede ver, soy muy aseada.
—Estábien… ¡Cof! ¡Cof! ¡Cof!
—Ya, tranquila. Le arderá y le dolerá el pecho y la garganta. Eso mientras se acostumbra. Pero un cigarrillito le quita a uno el frío y le compone el ánimo. —Y entonces qué, mamita, ¿tiene a alguien que venga por usted?
—Jean-Michel. Debe de llegar de un momento a otro.
—¿El gringo? ¿El que soltaron cuando la metieron acá…?
—Sí, él…
—Pero, nena—le digo bien despacio, ahí, para que entienda—, a él lo sacaron hace horas, y ya amaneció y usted sigue aquí metida…
—Algo le debió de haber pasado. Debe estar sufriendo mucho al no poder ayudarme…
—Ajá —siga diciendo esas güevonadas y verá…
—¿Cree que estoy mintiendo?
—No, no, ¡cómo se le ocurre! Debe ser todo un señor para que usted lo quiera y confíe tanto en él.
—¡Cómo podría no hacerlo! ¡Vamos a casarnos!
—¿Eso le dijo…?
—Sí, anoche, cuando me llevó a comer… Por eso este vestido. Él me lo regaló… —Tan bonito, ¿no? —Sí, siempre me ha dado lo mejor…
—“¡Bájese de esa nube, mamita, no sea mensa! ¡Ese tipo es un catretriplehijueputa, y se acordará de mí: la va a dejar aquí metida!”.
INDEPENDIENTES
—¡Adoro el color negro! —exclamó Sofía al ver la figura que le devolvía el espejo. Sin dejar de sonreír, dejó la habitación, bajó al comedor y enviándole un beso a la madre, siguió de largo hasta la puerta.
—Al menos, tómese el jugo mija —le dijo Nema mirando el desayuno intacto.
—¡Ay, mamá, perdóneme! Pero es que a las siete tengo junta.
Una vez a solas, Nema llevó la bandeja a la cocina, subió a su dormitorio y terminó de arreglarse para ir a recoger los resultados de unos exámenes de laboratorio.
Contaba con el permiso, pero no quería demorarse.
Servía como ama de llaves en la casa de quien sería el principal testigo de los incidentes de la víspera. Allí no ganaba mucho, pero su patrón le daba trato amable y respetuoso, pues tenía en alta estima su pulcritud y sabiduría. Igual que amigos y vecinos, el hombre admiraba su inteligencia y su memoria excepcional.
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