Debemos notar dos observaciones que Gentry ignora. (a) En toda teología bíblica, el reino escatológico se manifiesta en su totalidad por medio de un Día del Señor. (b) En todo el Nuevo Testamento, la segunda venida de Jesús es la venida del Día del Señor. Aunque muchos de los factores predecidos en el Nuevo Testamento fueron manifestados en la destrucción de Jerusalén en el primer siglo, la segunda venida de Jesús no ocurrió entonces. Consecuentemente, el modelo de juicio sobre un mundo no arrepentido se proyecta hacia adelante para describir las condiciones mundiales en las cuales Jesús volverá. Gentry mismo admite que Satanás causará una rebelión mundial antes del retorno de Jesús. Como lo han hecho notar los premilenialistas, esto no es consistente con las expectativas posmileniales de progreso mundial. El punto es que la segunda venida en el Nuevo Testamento siempre está en este contexto hostil. Es la venida de Cristo en el Día del Señor la que trae el cumplimiento final del reino escatológico en su forma milenial y final.
(4) Gentry frecuentemente utiliza la palabra «optimismo» en su descripción del posmilenialismo. ¿Quiere decir que los premilenialistas son pesimistas? Algunos premilenialistas parecen enseñar que cada aspecto de la vida en este mundo está irreversiblemente declinando hasta el retorno de Cristo, y algunos posmilenialistas parecen creer que el mundo tiene la habilidad de mejorarse hasta traer una edad de oro. Pero la idea que el premilenialismo en sí es pesimista es estereotípica. Los premilenialistas no saben cuándo Cristo volverá. En los últimos dos mil años, ha habido avivamientos, se han ido, y otros les han seguido. El cristianismo ha tenido diferentes grados de influencia sobre la formación y reforma cultural y política. La cosecha es abundante y el mundo es grande. No hay razón de limitar lo que se pueda lograr en cualquier generación.
Pero no se establecerá en forma duradera o permanente el reino hasta que Cristo vuelva. Por eso, las Escrituras nos informan repetidas veces que nuestra esperanza debería estar plenamente en la venida de Cristo y la gracia que vendrá con Él (1 Pedro 1:13), es decir, en su manifestación y en su reino (2 Timoteo 4:1; cf. Tito 2:13). Seguramente que daremos cuenta de nuestro trabajo durante esta época. Pero la gloria del reino en su forma profética nunca es algo que alcanzaremos antes de su venida, mas bien es siempre algo que anticipamos llegará cuando Él venga y por lo cual somos animados a servirle en el presente.
(5) Por su insistencia de que el reino entre las dos venidas de Cristo necesariamente progresará y avanzará al nivel de un sistema cristiano y mundial, el posmilenialismo nos debe una explicación de la historia de los últimos dos mil años. Los posmilenialistas del siglo diecinueve (y aun Loraine Boettner en el siglo veinte 120) felizmente nos la dieron, teniendo confianza que el progreso del cual hablaban era obvio pues su teología lo requeria. Gentry, sin embargo, no habla del asunto. ¿Es eso aceptable? Él nos dice que el milenio en Apocalipsis es simbólico —no es necesariamente mil años de duración. Luego nos dice que el milenio representa toda la época entre las dos venidas de Cristo, ¡pues así su duración resulta casi (y potencialmente aun más que) dos veces su significado literal! También nos dice que el reino está avanzando gradualmente durante esta época hasta que alcanze condiciones mundiales. Después de casi dos mil años, ¿no deberíamos poder ver este progreso?
Es más, ¿no deberíamos esperar, según la teoría de Gentry, que las partes del mundo donde el cristianismo fue introducido primero manifestaran ya este estado final —sociedades cristianizadas, cuyos habitantes son casi todos cristianos, guiadas por principios cristianos a una experiencia política y social de justicia, paz, y prosperidad? ¿Y no deberíamos esperar que este fenómeno mostrara evidencia de extenderse gradualmente e irreversiblemente al resto del mundo? ¿O está nuestra experiencia más de acuerdo con la expectativa premilenialista de que las condiciones mundiales pueden vacilar y cambiar durante esta época entre las dos venidas de Cristo, y de que siempre tenemos por delante la tarea de evangelización y discipulado dirigida a todas las naciones hasta que el Señor venga, pare la actividad del diablo, y traiga aquellas promesas del reino a su etapa final de cumplimiento?
Ahora considero los textos específicos que Gentry explica en apoyo del posmilenialismo. Como él lo dice, muchas facetas del Salmo 2 aparecen en el Nuevo Testamento con respecto a la resurrección y ascensión de Cristo. Estos son aspectos ya iniciados del reino escatológico, manifestados en el período entre las dos venidas de Cristo. Gentry no explica bien cómo los temas de rebelión y subyugación por la fuerza en este salmo se cumplen en este tiempo. ¿Es la predicación del Evangelio el cumplimiento de desmenuzar a los que rehúsan someterse a Él (Salmo 2:9)? Él debería observar cómo este Salmo se aplica en el Nuevo Testamento a las varias fases de la historia de Jesús: el bautismo (Mateo 3:17), la resurrección y ascensión (como Gentry lo menciona), pero también a la segunda venida. Apocalipsis 19:15 describe al Señor quebrantando a las naciones en su venida y reinando sobre ellas con una vara de hierro. La descripción de Pablo de la segunda venida en 2 Tesalonicenses 1:6-12 refuerza esta imagen. Mateo 25:31- 46 también presenta a Cristo reinando y juzgando a las naciones desde una posición sobre el trono después de su venida. Estos textos muestran el cumplimiento final del lenguaje del Salmo 2 en un reino que sigue a esa segunda venida.
Isaías 2:2-4 no apoya el posmilenialismo de Gentry. No habla del desarrollo gradual de una situación, sino como notó Alexander (citado por Gentry con aprobación), de una situación permanentemente fijada, y permanentemente visible. Además, la descripción es en verdad una de permanencia. En todo este pasaje no dice que estas condiciones son temporales, prontas para ser reemplazadas por algún orden espiritual y eterno. Una interpretación literal y contextual del tema del reino en Isaías muestra que el establecimiento del reino seguirá después de los juicios del Día del Señor, que el reino será presidido por el Mesías, y que se puede describir de dos maneras: mortal e inmortal.
Como otros posmilenialistas, Gentry afirma que las parábolas del reino en Mateo 13 le apoyan. Él llama nuestra atención primordialmente a la parábola de la semilla de mostaza y a la de la levadura en la masa de pan. Estas parábolas contrastan el comienzo del reino, inaugurado por Cristo en su ascensión, y la manifestación final del reino, que muestra la extensión mundial de acuerdo con las promesas proféticas. El aspecto inaugural es la nueva revelación acerca del reino. Dicho reino está siendo colocado de una manera complementaria a la par de lo que fue revelado previamente (ver la parábola del padre de familia). Sin embargo, estas parábolas no hablan acerca del desarrollo gradual del reino. Solamente hablan del contraste entre el comienzo y el fin. Podemos inferir que el comienzo y el fin están conectados orgánicamente, pero con la excepción de la parábola de la cizaña y el trigo (y posiblemente el sembrador), las parábolas no hablan de cómo el proceso se mueve del principio al fin.
Cuando prestamos atención a la parábola del trigo y la cizaña, Gentry se ve forzado a reconocer que la “manifestación historica del reino siempre incluirá una mezcla de los justos y los injustos”. Él trata de minimizar el tamaño de este elemento injusto, debido a que la presencia de este, va en contra de sus expectativas posmileniales. Pero el Señor describe tanto al trigo como la cizaña creciendo juntos hasta la cosecha. Muchas parábolas del Reino advierten sobre el juicio de aquellos que no estén preparados para recibir al Señor en su venida.
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