Un sondeo realizado el día de las elecciones legislativas indica que un primer ministro habría sido elegido en primera vuelta con el cincuenta por ciento de los votos si el escrutinio hubiera tenido lugar en esa fecha. El éxito de su partido lo ubica en una situación ideal: las elecciones legislativas son vistas como un anticipo de la elección presidencial. A los pocos meses, el primer ministro es quien se ocupa de los asuntos del país, aprovechando las ausencias del presidente, debilitado por su alcoholismo. Hasta ahora la suya ha sido una carrera heteróclita, con varias zonas oscuras. Empieza en el servicio secreto, con una misión de varios años en el extranjero, de la que nunca ha revelado nada públicamente. Luego ingresa al gobierno de una importante ciudad de provincia, antes de llegar a la capital como parte de un equipo de jóvenes ambiciosos vinculados al principal reformador. Su rápido ascenso le permite encabezar el servicio secreto, un año antes de ser nombrado primer ministro. Su popularidad, menor al uno por ciento al momento de su sorpresiva nominación por parte del presidente, aumenta a medida que avanzan las tropas en la región independentista, a la que se opuso ferozmente desde los primeros intentos de insurgencia. Tras varios meses de enfrentamientos violentos, pasa a ser el favorito de sus compatriotas. Después de una seguidilla de ataques islamistas y de atentados que dejan varios cientos de muertos, “el país necesita un héroe que lo salve de los terroristas”, explican los politólogos. Es entonces cuando reemplaza en la cúpula del gobierno a otro exjefe del servicio secreto, que ya no satisface las expectativas del presidente y de su entorno, ni en la política interna ni en el aspecto militar. Una serie de declaraciones y de gestos enérgicos, a veces burdos, como su promesa de “liquidar a los terroristas hasta en los baños”, o el corte de mangas que les dedicó ante las cámaras, le permiten ganarse el fervor del pueblo.
Un nuevo sondeo favorece a uno de los candidatos a una nueva elección presidencial, dándolo como vencedor en segunda vuelta contra el actual presidente. La noche anterior, este último se presenta en el principal canal de televisión como el candidato de la reconciliación y el compromiso. Un candidato minoritario lo critica fuertemente, describiéndolo como el “candidato de la ruptura con todos los grandes compromisos asumidos en el pasado”. Indiferente, el presidente-candidato ofrece al día siguiente un discurso sobre la necesidad de reforzar la seguridad del país ante el recrudecimiento de la violencia urbana.
Una mujer, senadora del partido liberal opositor, es asesinada mientras conducía su coche en las calles de la capital, una semana antes de las elecciones del Congreso. La policía acusa a las fuerzas revolucionarias armadas. Otras tres personas mueren durante el ataque.
Un gobierno renuncia y el primer ministro saliente forma un nuevo equipo ministerial. El nuevo gabinete, cuyo primer ministro es también ministro de Defensa, ya no cuenta con ningún vice primer ministro. Los ministerios del Interior y de Asuntos Exteriores cambian de titulares. El embajador en una gran potencia extranjera se convierte en el nuevo jefe del servicio diplomático, y el secretario general del Ministerio del Interior asume como ministro.
Un ministro de Asuntos Exteriores critica duramente a la oposición, declarando que su candidato introduce una cuota excesiva de nacionalismo en la campaña electoral. “Cuando escucho el debate sobre la inmigración, temo que esta campaña termine basándose en un enfoque nacional, cuando no nacionalista o incluso xenófobo”, declara ante un órgano de prensa. El jefe de la oposición sostiene que su país está al límite de su capacidad para recibir extranjeros.
Luego de la publicación de cifras negativas, un presidente acaba de reconocer que su país está atravesando un mal momento económico. El crecimiento no superaría el uno por ciento, cifra inferior a lo previsto y apenas superior al modesto resultado del año pasado. “En consecuencia, aumentará el desempleo”, reconoció el presidente, admitiendo implícitamente que no ha cumplido su promesa electoral de reducirlo. Los analistas esperan que aumente el empleo en el verano, cosa improbable, a menos que repunte el crecimiento de manera sostenida. Según la oficina de trabajo, la cantidad de desocupados representa el diez por ciento de la población activa. Los dos últimos trimestres del año pasado mostraron una retracción del producto bruto interno. El país entra en un ciclo de recesión. El estado precario de la economía afecta también la de los países vecinos, presiona el valor de la moneda, disminuye la recaudación y aumenta el déficit presupuestario. Las instituciones internacionales podrían hacerle una advertencia en breve al gobierno, cuyo déficit público alcanza el tres por ciento del PBI. Pero esto no surtiría ningún efecto: el margen de acción del presidente es muy acotado. Vuelve a lanzarse el pacto por el empleo, un foro de empleadores y sindicatos encargados de definir los medios más adecuados para crear trabajo, pero el resultado es decepcionante. Los integrantes no pueden acordar un programa, y las discusiones se estancan en la cuestión salarial. La federación metalúrgica exige un aumento para el año siguiente, que el empresariado juzga imposible. Ante el impasse, el presidente se muestra impotente, a pesar de sus llamados a “encontrar lo antes posible un equilibrio entre los intereses de las partes, para no socavar los evidentes signos de recuperación”.
Después de una batalla de varias décadas, el tribunal mundial de comercio obliga a un gobierno a eliminar sus incentivos fiscales a la exportación. El dispositivo autoriza a las empresas a crear filiales extranjeras fantasma en paraísos fiscales, que les permiten hacer circular ficticiamente sus exportaciones mientras se benefician de reducciones tributarias de hasta un treinta por ciento. Verse obligados a poner fin a esta práctica desleal de subvenciones a la exportación irrita a la Asamblea, que podría dar un giro aún más proteccionista en el área del acero, a riesgo de desencadenar una nueva guerra comercial. La siderurgia está en crisis. La comisión comercial recomienda subir de un modo prohibitivo los impuestos a la importación de acero extranjero, destinando parte de lo recaudado a las empresas del sector.
Con más de cuatro mil millones de unidades monetarias recaudadas, la mitad de ellas giradas a partir de este año, la conferencia sobre la reconstrucción logra uno de sus objetivos: probarle al gobierno provisorio que cuenta con el respaldo de los países donantes. Después de la conferencia, el jefe del gobierno interino declara volver a su país con buenas noticias. Una vez disipado el efecto del anuncio, la pregunta es si esta ayuda es utilizada como corresponde. En sus conclusiones, los representantes de los países donantes remarcan la necesidad de que el gobierno interino implemente un marco financiero y presupuestario que garantice la transparencia del uso de la ayuda internacional. No existe actualmente ninguna estructura que permita controlar los flujos financieros.
Trescientas vacas lecheras y doscientos ejemplares reproductores son trasladados de la región bovina más productiva de un país hacia una región empobrecida de otro país. Estos envíos se realizan con la esperanza de aliviar la crisis que asfixia lentamente el mercado de ganadería lechera del proveedor, que representa una quinta parte de su territorio. El gran declive económico del país comprador, que antes era autosuficiente tanto en leche como en carne, hace necesario el envío. El cambio político ha sido letal para su agricultura. El ganado bovino se ha reducido a la mitad, al igual que el consumo anual de carne per cápita. Las importaciones se han duplicado. Como respuesta, el Ministerio de Agricultura lanza, cinco años atrás, un programa de experimentación con razas pasibles de ofrecer la base genética para la reconstitución del stock ganadero. Se eligen las razas lecheras del país proveedor. El pedido es de treinta mil reproductores. Pero las autoridades agrícolas del proveedor tienen dudas de la solvencia del país comprador. Más tarde, el Ministerio de Comercio Exterior da su visto bueno, pero entonces es el país comprador el que expresa su desconfianza. La crisis de la vaca loca hace estragos en el país proveedor, y luego es seguida por una epizootia de fiebre aftosa. Se cierran las fronteras, poniendo fin a toda esperanza de realizar fabulosos negocios. O por lo menos, así era hasta la firma, un mes atrás, de un programa bilateral de apoyo a la reconstitución del stock ganadero en el país comprador, que presenta un pedido de diez mil reproductores de razas lecheras por año durante diez años.
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