Rafael Paz
Psicoanalizando
Paz, Rafael
Psicoanalizando / Rafael Paz. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Biebel, 2017.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-1678-78-5
1. Psicoanálisis. 2. Clínica Psicoanalítica. 3. Teoría Psicoanalítica. I. Título
CDD 150.195
© Rafael Paz
© Ediciones Biebel, 2015
Edición en formato digital: abril de 2017
Ediciones BIEBEL
J. J. Biedma 1005, (1405)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Tels. (54-11) 4582-3878 • (54-11) 4585-4018
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Libro de edición argentina
Impreso en la Argentina / Printed in Argentina No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
Agradecemos a Edmund Valladares por la imagen de tapa (El Espejo) y el retrato de Rafael Paz en la solapa, imágenes que le pertenecen.
Diseño de páginas: Cálamus
(contacto: calamus.doc@gmail.com)
Realización de tapa: Ramiro Pazo
ISBN 978-987-1678-78-5
Conversión a formato digital: Libresque
a Mariano
a Rossana Vinocur
Entre nosotros, como es sabido, el psicoanálisis tiene una singular presencia, hincada en el tiempo y extendida en redes que capilarizan las prácticas de la cura y de la cultura.
De ahí que la crisis de su vigencia se muestra de diferentes modos y en algunos casos de manera chocante, cuando se banaliza la clínica que lo constituye, que es donde late su vitalidad esencial.
Pues aunque su influencia trasciende con creces el ámbito de la cura, para los psicoanalistas que lo seguimos siendo es allí donde se refrenda cada día el pacto que anuda compromiso terapéutico y sostén de la experiencia del inconsciente.
El marco general no nos es propicio, y si bien nuestra artesanía ha atravesado dificultades considerables, tampoco es inmune a la instalación cruda –o dulcemente coercitiva– de modos de vida que diluyen la densidad subjetiva, y a terapéuticas que los convalidan.
De donde la necesidad estratégica de refrendar la afirmación del inconsciente y del universo pulsional como dimensiones constitutivas y potentes, junto a la socialidad como componente primario de lo humano.
Por otra parte, el ethos psicoanalítico como crítica de la cultura se muestra no sólo en el desmontaje de escritos, obras de arte o sistemas de ideas, sino en lo concreto y singular de cada análisis, puesto que cualquier desanudamiento de síntomas o intento de expansión personal se topa con límites que pueden ser más o menos razonables, pero que afincan siempre en tabúes y coerciones colectivas.
Y en ese camino de perspectivas ampliadas, junto a sus logros en los tratamientos, el psicoanálisis instituyó un discurso inquisitivo, que aunque en ciertas épocas parece diluirse, resurge vitalizado en momentos y latitudes impensadas.
Lo cual es un fenómeno cultural que se refleja en la intimidad clínica, y se detecta ya en las transferencias previas, que desde las demandas personales se hilvanan en imaginarios diversos en cuanto a expectativas de alivio, cura y sentido, según la vigencia y prestigio que posea en cada lugar.
Es un hecho que en los tiempos que corren, al mismo tiempo que es descubierto y valorizado en territorios alejados de sus puntos de origen, en éstos se multiplican las presiones, tanto ideológicas como de ordenamiento de sistemas de salud, para confinarlo dentro de bordes limitativos, o lisa y llanamente a declarar su obsolescencia.
Siendo éste, el de “obsoleto”, un ideologema 1 1 Es decir, una masa de sentidos que precipitan como conjunto gravitante de ideas y se replican en variados contextos, determinando valores y consiguientemente actitudes. El concepto de ideologema procede de Julia Kristeva, y ha cundido en la semiótica y la teoría de la cultura.
versátil y muy temido, pues si uno sigue sosteniendo el valor del psicoanálisis significaría haber quedado atado a la inercia del pasado, perdiendo la posibilidad de adscribirse a las psicologías “actuales” o a alguna de las modalidades novedosas de decirse psicoanalista.
Para las cuales el aplanamiento de la complejidad del psiquismo, fruto de procesos de subjetivación entrenados para la apariencia, el consumo y el ocultamiento de lo más propio, son realidades no a interrogar y subvertir, sino a aceptar.
Ocurre que, al haberse deshilachado las líneas culturales de transmisión y de identificaciones consistentes, la cualificación de obsolescencia es aplastante, y vivida como inminencia del riesgo de descarte del propio ser con sus emblemas y sentidos íntimos, y no sólo de un método y una disciplina.
Pero, por otra parte, coyunturas históricas que desarman ideas e instituciones reavivan la importancia del psicoanálisis para entender los procesos de subjetivación.
La crisis generalizada vuelve precario el engarce de cada uno con referencias culturales que dan pertenencia, y también con cauces de individuación enraizados en pautas seculares.
Es entonces, cuando la incertidumbre se expande, que las formaciones idealyoicas regresionan, despeñándose hacia lo arcaico en procura de valores que les den soporte.
Se reavivan así coerciones inconscientes que llevan a sometimientos aplacatorios; por ejemplo, optando por las formas más rígidas de la confesión religiosa a la cual se pertenece, o –por rebeldía– a pseudo libertades erráticas en procura de alguna pertenencia.
Y en variadísima gama, que va desde neo-religiones hasta disciplinas higiénico / dietéticas.
Este malestar de fondo recicla matrices de subjetivación poco sólidas, que se suman al desconcierto y el pavor ecológico; de ahí que procesos analíticos que se sostienen susciten sin duda gratitud, aunque impregnada de ambivalencia, por el dolor que acompaña el percibir más: de sí, de los otros, de cómo son las cosas.
Y requiere calidades de contención inteligentes, no para suscitar deslumbramiento sino administrando un saber que se in-clina.
Habiendo concluido las vacaciones hace poco, el retorno de cada uno de los pacientes es reconfortante, pues de ese modo puedo constatar la tenacidad de los vínculos que hemos logrado establecer.
Unos han venido a su última sesión de la semana, mientras que otros, según modalidades de época, al único encuentro en ese lapso.
Hace un tiempo habría dicho “a conversar psicoanalíticamente”, lo cual implicaba cierta actitud condescendiente.
Hoy no lo pienso así, y más que por resignarme a situaciones de hecho, por otorgarle valor a cualquier posibilidad de experiencia psicoanalítica, sin que eso anule convicciones acerca de la asiduidad y presencia como condiciones necesarias para que tenga lugar un proceso cabal.
Alguno ha transitado por otras experiencias terapéuticas, y en la circunstancia “re” que nos une la periodicidad no canónica ha resultado fecunda, jugando como símbolo implícito de que nos hallamos en un tramo vital distinto.
Aunque a veces se instala con naturalidad el marco clásico, permitiendo regresiones y expansiones mayores.
Los pacientes:
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