Mary Robinette Kowal - El destino celeste

Здесь есть возможность читать онлайн «Mary Robinette Kowal - El destino celeste» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El destino celeste: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El destino celeste»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta vez, las mujeres lideran la conquista del espacio.En 1961, la colonia de la Luna está en pleno funcionamiento y la humanidad se prepara para dar el siguiente paso: llegar a Marte. Pero diez años después del impacto de un gran meteorito, la sociedad se divide entre aquellos que temen que los dejen atrás en un planeta desolado y los que no creen que todos merezcan viajar al espacio.Elma York, la primera mujer astronauta, tendrá que hacer frente a las tensiones políticas y sociales para conseguir que la misión a Marte salga adelante. Elma y el resto de su tripulación se embarcarán en un intrépido viaje hacia el planeta rojo, de cuyo éxito depende el futuro de la raza humana. La mejor novela de ciencia ficción del año, ganadora de los premios Hugo, Nébula y Locus. «Elma York es lo que le falta a la NASA: una heroína con garra.» The Wall Street Journal

El destino celeste — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El destino celeste», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Entré a trompicones y cerré la puerta. Me apoyé en la madera unos segundos antes de caer de rodillas y vomitar de forma espantosa. Odiaba vomitar. Me quedé jadeante y sin fuerzas en el suelo de la diminuta habitación.

Roy aporreó la puerta.

—¿Has acabado?

—¡Casi!

Solo de pensar en tener que levantarme y recorrer otra vez todo el camino hasta el asiento me paralizaba y…

Disparos.

Lo reconozco, chillé. Fuera del baño, solo se oían los estruendos de las escopetas entre la constante percusión de los rifles de asalto. Y a hombres gritando.

Sí, pasé miedo. Estaba aterrorizada. Había servido en la Segunda Guerra Mundial y, aunque se suponía que nunca debería haberme acercado a una batalla, en la realidad, a veces, las misiones de transporte me habían obligado a sobrevolar lugares asediados. Sabía lo que pasaba allí fuera y habría sido una idiota si no hubiera tenido miedo cuando lo único que me separaba de la muerte eran las paredes y la puerta de plástico del baño.

Me agaché, me rodeé la cabeza con los brazos y traté de convertirme en un blanco lo más pequeño posible. Nada más. Esa fue la suma total de mis heroicidades: intentar que no me disparasen.

Los disparos pararon.

—¡Despejado! —repitió una voz masculina tras otra, hasta que uno se detuvo ante la puerta del baño e intentó girar la manilla.

—¿Doctora York? Soy el sargento Mitchell Ohnemus de la ONU.

—Sí. Un momento.

Me limpié los ojos y me apoyé en la pared para levantarme. Tal vez me había encogido en el suelo muerta de miedo, pero no iban a rescatarme en esa posición. Me costó un par de intentos conseguir la coordinación suficiente para quitar el pestillo.

Afuera, el olor a pólvora se mezclaba con el del vómito y la orina. Me había parecido imposible que el cohete pudiera oler peor y, sin embargo, así era. El joven soldado de la ONU tenía la piel blanca y pecosa y las pestañas tan pálidas que debía de ser rubio natural debajo del casco.

—¿Se encuentra bien, señora?

—Sí, gracias. —Le tendí una mano—. Pero necesitaré ayuda para caminar.

Roy estaba tendido en el suelo y el pecho le sangraba. Entre los asientos asomaba otro brazo extendido en la alfombra, como en una súplica. Alguien gimió. Di las gracias al cielo. No porque sufriera, sino porque estaba vivo.

No tendría que haber acabado así. Por extraño que parezca, creía que, si el presidente hubiera venido, me habrían dejado ir. Si hubiera venido. Pero eso nunca había sido una posibilidad.

Tardaron otras cuatro horas en darme el alta médica y en interrogarme. Y después… Deja que te describa lo maravillosa que resulta una ducha tras tres meses de toallas de lino y champú en seco. Quienes nunca han estado en el espacio no comprenden que el agua es un lujo. Me senté en un taburete bajo el chorro de la ducha adjunta a mi habitación en el centro de aclimatación. Las gotitas me caían por la cabeza y se abrían paso por mi pelo hasta acariciarme la cara y el cuello. El calor líquido me envolvió y se deslizó con una gloriosa sensualidad por mis extremidades.

Tendría que pasar por otro interrogatorio mucho más exhaustivo, pero, de momento, podía quedarme sentada en la ducha. Me incliné hacia delante, apoyé los codos en las rodillas y dejé que el agua me cayera en cascada por la espalda como un masaje de muchos dedos. Fuera del baño, una asistente esperaba para llevarme hasta la cama de agua, donde mis extremidades doloridas descansarían esa noche. Por mucho que quisiera quedarme bajo el agua para siempre, ya habría más duchas. Y baños. Dios, qué ganas tenía de sumergirme en la bañera y flotar en el agua tibia.

Por el momento, sería un poco desconsiderada con la asistente. Con un suspiro, cerré el agua y presioné el botón de llamada. La puerta se abrió al instante, como si hubiera estado esperando con una mano en el pomo, y…

Nathaniel estaba en la puerta. Me sonrió y fue como ver salir el sol.

—¿Necesita ayuda, señora astronauta?

Extendí el brazo de cuarenta kilos hacia él.

—Quizá necesite que alguien me ayude a quitarme la toalla.

—Déjamelo a mí. —Ya descalzo, Nathaniel entró en la ducha, me cogió la mano y se inclinó para besarme. Habíamos hablado por teléfono después de que me sacaran del cohete, pero hasta ese momento mi marido era solo una fantasía hipotética.

La mano de mi marido era cálida y familiar, desde el callo permanente de sostener el lápiz en el primer nudillo del dedo índice hasta el cosquilleo seco del vello rubio del dorso. Sus labios en los míos eran como un bálsamo, un poco agrietados, pero con un contorno que me era tan conocido que me derretí al sentirlo. Cuando no has visto a la persona a la que amas en tres meses, el primer momento en que volvéis a estar juntos, el roce, el olor, solo la influencia orbital de su presencia te hace sentir que ya no estás perdida en el movimiento sideral.

Todavía estaba demasiado cansada para sostenerme en pie, pero el mundo volvía a estar en su sitio.

—Te he echado mucho de menos.

—Es la primera vez que me ha preocupado de verdad no volver a verte. —Se inclinó hacia delante para coger la toalla de la percha.

—No he corrido peligro real. —Hice una mueca al recordar—. Aparte de durante la entrada en la atmósfera.

Abrió la boca con sorpresa.

—Elma. Seis hombres armados te retuvieron como rehén.

—Bueno, sí. Pero no iban a dispararme. —Quizá deliraba, pero su enfado nunca había estado dirigido a mí—. Eran un grupo de amigos que estaban de caza, vieron una oportunidad de actuar y la aprovecharon.

—O sea, que eran impulsivos.

—Decididos. —Cerré los ojos y recordé los ojos de Roy detrás de la máscara al hablar de su hija—. Tenían familias. Solo querían un mundo mejor para sus hijos.

Reconozco el silencio de desacuerdo de mi marido. Coge aire como si fuera a hablar y después contiene la respiración un segundo. Nathaniel exhaló y me pasó la toalla por la espalda.

—En fin, me muero de ganas de llevarte a casa.

Si estuviésemos en casa, le habría preguntado en qué no estaba de acuerdo, pero me sentía agotada, así que dejé que cambiase de tema.

—¿Qué novedades hay?

—He comprado una alfombra. —La toalla bajó por mis caderas hasta mis muslos—. En realidad, Nicole Wargin la eligió, pero la he pagado con el dinero ganado con esfuerzo.

—¿Se puede ganar dinero sin esfuerzo?

—Sí. Si te pasas el día tumbado. —La toalla recorría los contornos de mi cuerpo mientras hablaba, como si quisiera asegurarse de que era real.

—No dejarán que me tumbe mucho rato. —Podría descansar ese día, pero al siguiente el fisioterapeuta empezaría a poner en forma mi aparato vestibular para reaclimatarme a la gravedad de la Tierra. Gracias a Dios, ya no me costaba tanto como las primeras dos veces. El proceso no era agradable, pero habría acabado en una semana—. ¿De qué color es?

—¿Qué? Ah. La alfombra. Es… ¿rojiza? Estampada. —Se mordió el labio inferior un segundo—. Combina con los cojines del sofá.

Entrecerré los ojos.

—En fin, Nicole tiene muy buen gusto. ¿Por qué decidiste comprarla?

Dobló la toalla.

—La última vez te costaba andar en suelos lisos. Se me ocurrió que la tracción ayudaría.

Mi marido era un hombre muy dulce.

—Podría llevar zapatos en casa.

—Lo sé, pero te gusta ir descalza. —Colgó la toalla con el ceño ligeramente fruncido de preocupación—. Es una alfombra bonita. De verdad.

Me reí y me sentó de maravilla. Acababa de sobrevivir a dos situaciones potencialmente mortales, por no mencionar la vida en el espacio, y nos poníamos a hablar de alfombras.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El destino celeste»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El destino celeste» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Celeste Anwar - Carnal Knowledge
Celeste Anwar
Celeste Anwar - Born Of Night
Celeste Anwar
Celeste Owner - Carnal Knowledge
Celeste Owner
Celeste Anwar - Carnal Appetite
Celeste Anwar
Brian Freemantle - The Mary Celeste
Brian Freemantle
Javier González Sanzol - Poder y destino
Javier González Sanzol
María Celeste Nessier - Obesidad infantil en Argentina
María Celeste Nessier
Kristen Robinette - Hell's Belles
Kristen Robinette
Kristen Robinette - In The Arms Of A Stranger
Kristen Robinette
Tatiana Oliva Morales - Destino Final Es Orfanato. Relato
Tatiana Oliva Morales
Отзывы о книге «El destino celeste»

Обсуждение, отзывы о книге «El destino celeste» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x