Mary Robinette Kowal - El destino celeste

Здесь есть возможность читать онлайн «Mary Robinette Kowal - El destino celeste» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El destino celeste: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El destino celeste»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta vez, las mujeres lideran la conquista del espacio.En 1961, la colonia de la Luna está en pleno funcionamiento y la humanidad se prepara para dar el siguiente paso: llegar a Marte. Pero diez años después del impacto de un gran meteorito, la sociedad se divide entre aquellos que temen que los dejen atrás en un planeta desolado y los que no creen que todos merezcan viajar al espacio.Elma York, la primera mujer astronauta, tendrá que hacer frente a las tensiones políticas y sociales para conseguir que la misión a Marte salga adelante. Elma y el resto de su tripulación se embarcarán en un intrépido viaje hacia el planeta rojo, de cuyo éxito depende el futuro de la raza humana. La mejor novela de ciencia ficción del año, ganadora de los premios Hugo, Nébula y Locus. «Elma York es lo que le falta a la NASA: una heroína con garra.» The Wall Street Journal

El destino celeste — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El destino celeste», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No me cabía duda de que funcionaría, pero era imposible que el presidente viniera, y no había forma de saber cuál sería la reacción de aquellos hombres si no lo hacía. Me enderecé para buscar a mi admirador. Se llamaba Roy, de lo que me había enterado porque el de Brooklyn le había preguntado dónde estaba el baño.

Probablemente Roy fuera la única persona que se encontraba cómoda en la nave gracias a la máscara de gas. Levanté la mano para llamar su atención y, gracias al cielo, se acercó.

—He pensado en vuestras exigencias y quisiera sugerir algo.

—Me muero por oírlo.

En uno de los actos más heroicos que he visto jamás, Helen se inclinó hacia delante, sacudió la cabeza con violencia y vomitó sobre los zapatos de Roy. Reprodujo todos los movimientos que solemos evitar al volver a la Tierra para no vomitar en una rápida secuencia con una precisión brillante.

Roy retrocedió a trompicones y chocó con el asiento de Leonard. Incluso detrás de la máscara de gas, torció el gesto con repulsión.

Los demás captores se pusieron en alerta al instante y levantaron las armas para apuntarnos mientras trataban de identificar el problema. Helen levantó una mano temblorosa y gimió.

—Gérmenes espaciales —dijo entre toses.

Después, se desplomó sobre mi regazo. Aunque sabía lo que iba a hacer, retrocedí con auténtica sorpresa. Le puse la mano en la garganta para comprobarle el pulso, que latía firme y acelerado. Miré a Roy e hice lo posible porque me creyera.

—Está bastante mal.

Detrás de Roy, Leonard se inclinó hacia delante en el asiento.

—¿Creéis que alguien os va a escuchar si dejáis morir a una nave llena de astronautas? ¿Creéis que el doctor King apoyará vuestra causa?

Sin apartar la mano del cuello de Helen, supliqué:

—Por favor. Como muestra de buena fe, dejad que las personas más enfermas salgan del cohete.

—¿Quieres que renunciemos a lo único que tenemos para negociar?

—Un acto de compasión, como dejar que quienes no se encuentran bien reciban la atención médica que necesitan, ayudaría a que os escuchasen. —No parecía dispuesto a ceder. Ni siquiera un poco—. Yo me quedaré como intermediaria.

Entonces, Dawn Sabados, de comunicaciones, vomitó y uno de los hombres de piel clara que llevaba bandana perdió la compostura. Sacudió la cabeza y miró a Roy.

—Venga. Antes de que nos contagiemos todos.

A salvo tras la máscara de gas, Roy se volvió para mirar a sus compañeros. El de Brooklyn se pinzaba la nariz con una mano, incluso por encima del pasamontañas. La apartó lo necesario para hablar:

—Hazlo.

—De acuerdo. —Me agarró por los brazos—. Tendrás que explicarles lo que pasa.

Me quité a Helen del regazo. Se quedó igual de «muerta» que en el simulacro y dejó caer un brazo al suelo. Roy me ayudó a incorporarme. La habitación empezó a balancearse y a volverse gris a mi alrededor. Me agarré a algo, creo que al respaldo del asiento, hasta que me sentí lo bastante firme como para arrastrarme por el pasillo.

Antes de llegar a la escotilla, me detuve y me volví hacia Roy.

—Los paramédicos tendrán que acercarse para ayudarlos cuando salgan. La mayoría estarán demasiado débiles como para caminar por su cuenta.

El británico levantó la vista desde su posición junto al marco de la escotilla, con el rifle preparado.

—¿De dos en dos?

Roy asintió.

—Sin heroicidades.

—Entendido.

Avancé hacia la entrada. El británico extendió una mano para estabilizarme. El sol se había puesto en el cielo y lo teñía todo de un precioso color dorado salpicado por las luces rojas y azules de los servicios de emergencia. Las ambulancias se habían multiplicado y también habían llegado coches de policía. Los terraprimeristas habían conseguido sus equipos de noticias. Habían venido las tres cadenas de televisión, además de múltiples estaciones de radio.

Pero no se acercaban demasiado, claro. Todo el mundo se situaba detrás del cordón militar con el que habían cercado el cohete. Cuando me asomé por el marco, todas las armas se levantaron para apuntarme. Tragué saliva antes de hablar.

—Dejarán salir a algunos astronautas como muestra de buena fe. De dos en dos. Los paramédicos pueden acercarse para ayudarlos.

Después me apartaron de la escotilla de un tirón. Las rodillas se me doblaron y caí al suelo de la nave. El británico me agarró y me levantó, pero el cambio repentino fue demasiado y me desmayé.

Cuando desperté, estaba sola con los terraprimeristas en una nave que apestaba a vómito y miedo.

Capítulo 3

Un grupo de terraprimeristas aborda una nave espacial. Libera a 31 de los 32 rehenes «como gesto de buena fe»

Por David Bird

Montgomery, Alabama, 21 de agosto de 1961 — Un grupo perteneciente al movimiento La Tierra Primero aprovechó la oportunidad cuando la Cygnus 14 aterrizó fuera de curso. Los hombres asaltaron la nave y tomaron a 32 astronautas como rehenes. Esta mañana, «como gesto de buena fe», han liberado a todos excepto a una de los astronautas. La última rehén, la doctora Elma York, conocida como «la mujer astronauta», seguirá retenida hasta que se cumplan las exigencias de los terraprimeristas, y ha actuado como enlace entre sus captores y las autoridades.

Han pasado diez horas. La nave estaba a oscuras, salvo por las luces de vigilancia que el equipo de rescate había instalado fuera. Mi aparato vestibular odiaba estar de vuelta en la Tierra con gravedad total. Estaba enferma y me sentía incluso más débil que al aterrizar. A pesar de mis esfuerzos, me desmayé dos veces más después de que me hicieran caminar hasta la escotilla para exigir de nuevo la presencia del presidente, el secretario general de la ONU y el doctor Martin Luther King Jr.

No vendrían. Lo sabía. Solo era cuestión de tiempo que los terraprimeristas también se dieran cuenta. Se sabía que el presidente Denley había ordenado a las tropas disparar a civiles en la guerra de Corea. No cedería ante las exigencias de aquellos hombres.

Entre los viajes a la puerta, me senté en uno de los sitios libres cerca de la parte delantera del cohete con la cabeza apoyada en las sujeciones para el cuello y traté de echar una cabezadita. Aunque fueran las dos de la mañana y estuviéramos a oscuras, estaba demasiado tensa para dormir, pero, cuando cerraba los ojos, mis captores se relajaban y hablaban con más libertad.

—Joder, qué hambre tengo. —Era el británico, que se llamaba Lysander. Estaba casado con la hermana del hombre de Brooklyn, que era la prima de Roy. No cabía duda de que aquello no había sido planeado. Los hombres estaban cazando, vieron caer el cohete y la ira que habían acumulado durante los últimos diez años los había hecho actuar.

—¿Podría conseguir que nos trajeran comida? —El de Brooklyn me sacudió el hombro.

Esperé a que me sacudiera de nuevo antes de abrir los ojos. Una vez más, aplicaba lo que había visto en el cine, convencida de que fingir estar más débil de lo que ya estaba me ayudaría. Aunque tampoco es que pudiera estar mucho peor.

—¿Qué?

Señaló a la puerta y me lo repitió.

—Diles que nos traigan algo de comer.

Roy negó con la cabeza.

—No seas idiota. Podrían envenenar lo que nos manden.

—Pues pedimos latas. —El de Brooklyn se encogió de hombros—. Una lata de cerdo ahumado y una barra de pan. Haremos unos bocatas.

Al oír la palabra «cerdo», el estómago me subió a la garganta. Intenté tragar para devolverlo a su sitio.

—¿Puedo ir al baño? Creo que voy a… —Me puse una mano sobre la boca—. Por favor.

Roy me sujetó por debajo del brazo y me llevó hasta el aseo. Estaba optimizado para los viajes espaciales, con un inodoro de vacío y una barra para sujetarse. En la Tierra, funcionaba con la gravedad.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El destino celeste»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El destino celeste» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Celeste Anwar - Carnal Knowledge
Celeste Anwar
Celeste Anwar - Born Of Night
Celeste Anwar
Celeste Owner - Carnal Knowledge
Celeste Owner
Celeste Anwar - Carnal Appetite
Celeste Anwar
Brian Freemantle - The Mary Celeste
Brian Freemantle
Javier González Sanzol - Poder y destino
Javier González Sanzol
María Celeste Nessier - Obesidad infantil en Argentina
María Celeste Nessier
Kristen Robinette - Hell's Belles
Kristen Robinette
Kristen Robinette - In The Arms Of A Stranger
Kristen Robinette
Tatiana Oliva Morales - Destino Final Es Orfanato. Relato
Tatiana Oliva Morales
Отзывы о книге «El destino celeste»

Обсуждение, отзывы о книге «El destino celeste» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x