Este enfoque conduce a Johann Baptist Metz a emplear la categoría compasión;
en la lengua alemana (y lo mismo puede decirse del castellano) no existe ninguna palabra que exprese de manera inequívoca esta elemental sensibilidad hacia el sufrimiento y el hecho de que la primera mirada de Jesús se dirigiera al sufrimiento ajeno. Miltleid (que equivale al castellano “compasión”) difícilmente puede emplearse ya sin reparos. En cualquier caso, suena demasiado sentimental, demasiado alejada de la praxis, demasiado apolítica. Se halla sujeta a la sospecha de despolitizar las circunstancias sociales por medio de una excesiva moralización, de encubrir las injusticias dominantes a través del sentimentalismo. De ahí que tentativamente emplee el extranjerismo “compassion” (que en traducción castellana dejaremos en su forma latina, compassio) como palabra clave del programa del cristianismo para el mundo en la época de la globalización y de su constitutivo pluralismo de mundos religiosos y culturales. Y, al hacerlo, no entiendo tal compassion como una vaga “simpatía” experimentada desde arriba o desde fuera, sino como com-pasión, como percepción participativa y comprometida del sufrimiento ajeno, como activa rememoración del sufrimiento de los otros.92
En consecuencia, se hace necesario para Metz entrar en la lógica de la compasión, que ayudará al auténtico diálogo con otras tendencias religiosas y hará visibles a las víctimas.
Christoph Schönborn
Este teólogo ha querido hacer un elogio a la misericordia-compasión93, siguiendo para ello la Escritura y la Tradición, teniendo en cuenta el aporte de san Juan Pablo II. En efecto, para él la dupla misericordia-compasión se convierte en una fuerza que puede transformar, una fuerza que brota desde el corazón de Dios y que se manifiesta en la experiencia de Jesucristo. De ahí que para Schönborn “la misericordia es de suma importancia para nuestra sociedad”94.
La sociedad necesita entrar en una permanente reconciliación, para ello se necesita reconocer las deficiencias de la misma sociedad de manera colectiva e individual, esta es la base para los fenómenos de reconciliación y reparación de las víctimas. Con esto se muestra que siendo una categoría que proviene del mundo religioso, puede ayudar a buscar la armonía de la sociedad.
Carlo Rocchetta
Es un teólogo que ofrece una teología de la ternura. Para este autor, “se describe constantemente la ternura divina como una ‘com-pasión’, en el sentido más amplio y profundo del término, un dejarse conmover y participar de la vida de los suyos”95. Este autor siempre relaciona la ternura, la misericordia y la compasión como el propio actuar de Dios, que adquiere implicaciones en los hombres, y aporta unos elementos interesantes para elaborar una teología desde allí.
Luis González-Carvajal Santabárbara
Es un teólogo español que se ha interesado por la dimensión pastoral de la Iglesia, destacándose en los temas sociales y económicos. Este autor, usando las ciencias sociales, ha denunciado a una sociedad cada vez más carente de solidaridad y amor. Esto —según él— ha traído una sociedad cada vez más inhumana. Por eso, propone asumir conductas compasivas96 y dice claramente que “lo verdaderamente malo sería carecer de compasión, porque sus antónimos son: la dureza, la mofa, la crueldad, la frialdad, la indiferencia, la sequedad de corazón, la insensibilidad”97. Por eso, también el autor apela a la lógica de la compasión, lo que implica plantear una sociedad alternativa, que necesariamente debe explorar nuevos caminos para humanizar las relaciones de los hombres.
José Ignacio González-Faus
Es un teólogo español jesuita que se ha interesado por la cristología y la antropología teológica. En uno de sus libros intitulado El rostro humano de Dios presenta que en la persona de Jesús se revoluciona la idea de Dios, la vivencia del culto y una nueva moral. En particular, González-Faus destaca que
El sacerdocio veterotestamentario se dirigía más hacia Dios; el de Jesús está más dirigido hacia los hombres. La misericordia no pertenece propiamente al sacerdocio antiguo, porque su misión era más “funcionaria”: plenamente ritual. Ofrecía, sí, “por los hombres”; pero esta acción por los hombres se acaba en el rito. En cambio, la misericordia pertenece totalmente al sacerdocio de Cristo, porque no es un sacerdocio funcionario, para ritos y demás: su rito y su ofrenda es la vida misma del hombre98.
José Antonio Pagola
Es un teólogo que ha incursionado en el mundo de la cristología, que mira la vida de Jesucristo desde una perspectiva bíblica y pastoral. En su libro Jesús, aproximación histórica, en el capítulo 5 presenta a Jesús como el poeta de la compasión. En efecto, considera este autor:
Para acoger el Reino de Dios no es preciso marchar al desierto de Qumrán a crear una “comunidad santa”, no hay que encerrarse en la observancia escrupulosa de la ley al estilo de los grupos fariseos, no hay que soñar en levantamientos violentos contra Roma, como algunos sectores impacientes, no hay que potenciar la religión del templo, como quieren los sacerdotes de Jerusalén. Lo que hay que hacer es introducir en la vida de todos la compasión, una compasión parecida a la de Dios; hay que mirar con ojos compasivos a los hijos perdidos, a los excluidos del trabajo y del pan, a los delincuentes incapaces de rehacer su vida, a las víctimas caídas en las cunetas99.
Y por eso acota: “El Reino de Dios se hace presente donde las personas actúan con misericordia”100.
José Ignacio Calleja
Al igual que González de Carvajal, José Ignacio Calleja está interesado por la justicia social y en esa medida muestra que la misericordia-caridad se hace necesaria para la justicia social. Por eso el autor afirma claramente que urge “cambiar las mentalidades, sumar convicciones y personas a un imaginario social alternativo —frente a la cultura hegemónica de la globalización de la indiferencia o, antes, de la inevitabilidad neoliberal del modelo social capitalista y su progreso— es muy importante”101. Donde
La compasión derriba todas las barreras y acorta todas las distancias; ella es la que hace de las personas cauce de Dios; ella es la que construye el Reino de Dios por todas las sendas; ella es la que nos hace verdaderamente el pueblo elegido de Dios; ella —la compasión hacia los que sufren, la defensa de los últimos, la acogida incondicional a todos en su dignidad de persona— es la que nos salva102.
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