Es difícil exagerar la importancia y el significado de los Diez Mandamientos para la ética del Antiguo Testamento. Su profundidad puede ser fácilmente percibida en su alcance y la sencillez con la que se expresa. Es el núcleo de un complejo sistema legislativo que le sigue y presenta detalles sobre lo mismo. 24
Comentando sobre Deuteronomio 6:4-9, Bockmuehl añade:
Los israelitas cumplieron estos mandatos literalmente: filacterias, o piezas de piel que se usaban en la frente o en el brazo izquierdo, han sido encontradas en Qumran [un famoso descubrimiento arqueológico del siglo XX], conteniendo la Shema y, en ocasiones, todos los Diez Mandamientos escritos en ellas. El Decálogo era el centro del Pacto y ellos continuamente lo leían en los servicios de la sinagoga. En el Israel primitivo, estos eran omnipresentes. 25
Tremper Longman, III, señala la centralidad básica de los Diez Mandamientos bajo el Antiguo Pacto:
Los Diez Mandamientos son altamente inusuales en su contexto del antiguo cercano oriente, ya que expresan principios ético-teológicos generales. Un término técnico utilizado a menudo para esto es ley apodíctica. 26La mayoría de las leyes antiguas del cercano oriente (así como la mayoría de las leyes bíblicas) son de jurisprudencia, es decir, leyes que aplican a situaciones específicas. 27
De las anteriores observaciones podemos concluir que el Decálogo es considerado una misma unidad o cuerpo de ética, que es una forma particular de la ley de Dios y, finalmente, que es la ley fundamental y básica del Antiguo Pacto.
2. Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto
Vamos a ver el asunto de los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto bajo dos consideraciones principales: Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto en la profecía del Antiguo Testamento y Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pacto en el cumplimiento del Nuevo Testamento.
I. Los Diez Mandamientos y el Nuevo Pactoen la profecía del Antiguo Testamento
Mientras consideramos los Diez Mandamientos en la profecía del Antiguo Testamento, nos enfocaremos en el texto clave del Antiguo Testamento concerniente a la ley del Nuevo Pacto—Jeremías 31:33.
Jeremías 31:33 es el texto clave del Antiguo Testamento que muestra claramente que los Diez Mandamientos funcionan bajo el Nuevo Pacto y son, por tanto, aplicables a los cristianos. El texto dice:
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Algunas observaciones serán de ayuda para nuestro propósito. Primero , notemos que la ley bajo el Nuevo Pacto es la ley de Dios, algo que Él mismo establece y posee. Leemos: “Daré Mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (énfasis mío). La frase “Mi ley” aparece seis veces en el libro de Jeremías (Jeremías 6:19; 9:13; 16:11; 26:4; 31:33 y 44:10). En estos contextos es descrita como algo que puede ser oído, algo que fue establecido ante el pueblo del Antiguo Pacto de Dios, algo que es equiparable a la voz de Dios, algo que puede quebrantarse, algo que al quebrantarse es considerado como abandonar el compromiso con Dios y entregarse a la idolatría, algo que puede ser escuchado, algo que puede ser transgredido, algo que será escrito en el corazón y algo que fue presentado ante los padres. Es muy claro que Jeremías se refiere a un estándar objetivo de conducta conocida y esperada cuando utiliza la frase “Mi ley”. Cualquiera que sea esta ley, sabemos que es de Dios y que ya había sido revelada al pueblo del Antiguo Pacto de Dios en los tiempos en que se escribió el libro de Jeremías. Sin duda, los antiguos lectores de Jeremías estarían de acuerdo con esto.
Segundo , notemos que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto será puesta en la mente y escrita en el corazón de todos los beneficiarios del Nuevo Pacto. Esta bendición prometida, el Nuevo Pacto, debe ser disfrutada por toda la comunidad del Nuevo Pacto, así como el conocimiento salvador de Dios y el perdón de pecados:
Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jeremías 31:34).
Aunque Jeremías está hablando de una obra de Dios en los corazones de los individuos, cada uno de esos individuos se convierte en ciudadano de la comunidad del Nuevo Pacto y en beneficiario de todas las bendiciones prometidas.
Tercero , notemos que Dios es a la vez el autor de la ley y Aquel que la escribe en el corazón. En efecto, Dios dice: “Pondré y escribiré Mi ley en las mentes y los corazones de Mi pueblo del Nuevo Pacto—en cada uno de ellos”.
Estas observaciones proveen la base exegética necesaria para identificar la ley básica y fundamental de Dios en el Nuevo Pacto. El texto de Jeremías claramente asume que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto se refiere a la ley que ya estaba escrita en el momento en que se escribió Jeremías. La frase “Mi ley”, cuando se refiere a Dios, siempre hace referencia a algo revelado por Él a Israel, no solo en el libro de Jeremías, sino también en todo el Antiguo Testamento. 28La imagen de Dios mismo escribiendo una ley es un lenguaje familiar del Antiguo Testamento. Éxodo 31:18 dice: “Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (énfasis mío). Jeremías enseña claramente que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto es una ley que ha sido y será escrita por Dios mismo. Con estas cosas en mente, la única respuesta posible a la pregunta concerniente a la identidad de esta ley es que tiene que ser la misma ley que Dios mismo escribió previamente. Jeremías está enseñando que la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto es una ley que fue escrita en la piedra por Dios y que será escrita en los corazones por Dios. Éxodo 24:12 identifica las “tablas de piedra” como “la ley y mandamientos que he escrito para enseñarles”. Este es un versículo muy importante porque utiliza la palabra hebrea torah (ley) como sinónimo para lo que Dios escribió en las piedras. Esto nos provee mayor justificación bíblica para llamar a lo que Dios escribió en las piedras Su ley o la ley de Dios.
Una comparación de Éxodo 31:18, Jeremías 31:33 y 2 Corintios 3:3 es muy esclarecedora. Aquí están los textos en orden cronológico.
Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios (Éxodo 31:18).
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo (Jeremías 31:33).
Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón (2 Corintios 3:3).
Tanto la revelación antecedente (Éxodo 31:18) como la subsecuente (2 Corintios 3:3) nos obligan a reconocer el hecho de que la ley de Dios, escrita por Dios mismo, es lo que escribió en la piedra. De una manera muy particular, los Diez Mandamientos constituyen la ley de Dios.
Concluimos que las bendiciones del Nuevo Pacto incluyen que los Diez Mandamientos sean escritos en los corazones de todo el pueblo de Dios bajo el mismo pacto. Jeremías 31:33 enseña que el Decálogo funcionaría bajo el Nuevo Pacto como la ley básica y fundamental para los cristianos.
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