Dave Alred - El principio de la presión

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Manejar la presión es una habilidad. Este libro accesible e inspirador te enseñará a cultivar una mentalidad sin límites para para potenciar el desempeño y producir lo mejor de ti, en el trabajo, en el deporte y en casa.

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Nota Es importante saber que las formas C y J no son absolutas sino un - фото 5

Nota: Es importante saber que las formas C y J no son absolutas sino un continuo: alguien que tiende a J puede inclinarse más hacia C cuando gravita la presión.

La clave está en usarla más como una guía flexible para que las personas puedan tomar conciencia de sus reacciones ante un ambiente de presión y de esta manera puedan manejarlas. Sin tomar conciencia primero, no podremos lograr que las mariposas vuelen en formación.

Lenguaje corporal y postura: tomar el mando

Como ya hemos señalado, cuando entramos en un estado de estrés no siempre somos conscientes de él. A medida que los niveles de presión aumentan, la conciencia disminuye y nuestra reacción natural es ponernos más tensos y rígidos, con movimientos físicamente más estrechos como resultado.

Antes de ingresar en una situación estresante siempre vale la pena reorganizar la postura. Cuando trabajo con un pateador de rugby, un futbolista a punto de patear un penal, un bateador de cricket que recibe un lanzamiento decisivo y un golfista que prepara un golpe, siempre incluyo en la rutina previa al tiro que el jugador disponga su cuerpo en una postura de “mando” y que físicamente se haga tan grande como le sea posible. A cualquiera que atraviese una situación estresante le doy el mismo consejo.

La postura de mando implica tener los hombros bajos y dóciles, con el cuello alargado y el mentón en línea con el esternón. A pesar de la palabra “mando”, no pensemos tanto en la posición de “firmes” al estilo militar, que responde a la voz de atención, sino en la postura de una bailarina entrenada: erguida, flexible y con gracia. Tú estás en control de tu situación, no estás respondiendo a la voz de “atención” de alguien o algo.

Hay dos breves experimentos que podemos realizar en el gimnasio para observar cómo es sentir una postura de mando. El primero consiste en sentarse en un banco en una postura gacha, encorvada, y colocar una barra sin demasiado peso –no más de cinco kilos para empezar– sobre los hombros. Manteniendo piernas y caderas inmóviles, rotamos el eje (la zona que va desde la entrepierna hasta la cima de la cabeza) a la izquierda y luego a la derecha. Notaremos cuán limitado e incómodo es el movimiento. Ahora, con el peso todavía en su lugar, adoptemos una postura erguida y observemos cuánto más lejos podemos girar y cuánto más cómodo resulta cargar el peso.

El segundo experimento se relaciona con la conciencia. Un aparato común en un gimnasio es el extensor de piernas, en el que nos sentamos con las rodillas dobladas y los pies enganchados detrás de una barra. Allí extendemos las piernas hacia delante contra la resistencia que hemos seleccionado. Pasado el primer calentamiento, elegimos una resistencia que nos resulta difícil mover –pero no imposible– e intentamos levantar la barra. Notemos qué ocurre con el eje: tan pronto como aplicamos fuerza a través de las piernas, naturalmente se endereza para adoptar una posición sólida y estable desde donde trabajar las piernas. Esta posición físicamente fuerte y estable de la columna –la postura de mando– permite aplicar potencia de manera más eficiente.

La próxima vez que entres en una situación que sospeches será estresante, trata de tomarte unos segundos antes de meterte en el fragor y reorganiza tu postura de esta manera.

Amigos cuadrúpedos

Hace algunos años, a fines de la primavera, se me acercó una madre preocupada por su hija de dieciséis años. La hija era una jineta talentosa, pero tenía una postura muy encorvada que le costaba puntos cuando competía en una exhibición. Lo peor era que cuando la muchacha tomaba conciencia de ello, sentía más la presión del evento, lo cual empeoraba aún más su postura. Además, como muchas otras chicas de dieciséis años, pasaba la mayoría de sus tardes encorvada sobre sus libros o su laptop, estudiando para sus exámenes.

Me encontré con la madre y la hija en un café y le pedí a la adolescente que se sentara derecha como si montara un caballo e imagine que tenía el control de todo lo que aparecía en su campo visual. Observé que era físicamente capaz de adoptar una postura de mando cuando su mente se predisponía a ello, pero no era algo que le surgiese espontáneamente y no tenía demasiado tiempo libre para practicarla. Se me ocurrió una idea.

Recordé mi trabajo previo con el equipo de polo de Inglaterra y le di un elástico con forma de 8 para que sostuviera sobre los hombros. Le pedí entonces que se siente sobre un banquillo como si montara a caballo. ¡Su postura era perfecta! Había encontrado un régimen de entrenamiento para ella y todo lo que necesitaba era un temporizador de cocina y una pelota como las que suelen encontrarse en los gimnasios. Podía entrenar mientras hacía la tarea escolar sentándose a horcajadas sobre la pelota como si estuviese montando a caballo, sosteniendo el elástico 8 sobre sus hombros y adoptando una postura de mando. Al principio haría sesiones de quince minutos, luego le agregaría cinco minutos cada tres sesiones hasta que estuviese en condiciones de realizar todos sus estudios y tareas escolares en una postura de mando. El gran resultado, según me contó su madre, fue que no solo mejoraron su postura y su desempeño en las exhibiciones, sino que también lo hizo su concentración en los estudios.

Esto puede sonar a un equivalente moderno de las jóvenes que en la escuela aprendían a llevar sus libros sobre la cabeza para aprender a caminar erguidas, pero el hecho cierto es que en este caso dio buen resultado y podría ser útil para ti también. Quizás te avergüence el hecho de sentarte frente al escritorio portando una banda, pero sentarte en una postura de mando tendrá efectos positivos no solo en tu cuerpo –no más hombros caídos y sus consecuencias en el cuello y la espalda– sino también en tu estado mental, especialmente cuando está bajo presión. Te sentirás más alerta y predispuesto. Para empezar, solo quince minutos por la mañana y otros quince a la tarde, luego los vas aumentando (puedes usar tu teléfono como temporizador) y pronto notarás los beneficios. Una vez que hayas practicado lo suficiente como para que se convierta en una postura natural, puedes dejar de lado la banda de resistencia. Aun cuando estés de pie todo el día, si trabajas en un comercio o un depósito, los efectos también son beneficiosos. Incluso lo podrías hacer mientras conduces un automóvil para evitar la clásica postura gacha de los atolladeros de tránsito.

Hacerse grande

Cuando trabajo con pateadores de rugby sobre alguna cuestión técnica y el pateador se va sintiendo cada vez más estresado y frustrado mientras lucha por que el kick le salga bien, suelo pedirle al jugador que se “haga grande” con su cuerpo y que luego intente patear de nuevo. Esto le permite al jugador reorganizarse y ejecutar la próxima patada en forma mucho más lenta y deliberada. Por lo general hay una consecuente mejora en la precisión y el control del tiro.

Concentrarse en “hacerse grande” nos permite un momento para apreciar lo que hacemos físicamente. En una situación de presión, cuando el impulso natural, por lo general inconsciente, del cuerpo, es achicarse, encorvarse y ponerse más tenso, como en el tráfico de la hora pico que mencionamos arriba, “hacerse grande” de manera consciente nos permite elongar el cuerpo y contrarrestar estos inhibidores físicos.

Como ya dijimos, la técnica de Cristiano Ronaldo como pateador en forma de J le provee una estabilidad que le permite disparar de ese modo tan efectivo que le conocemos. Su postura erguida es, de por sí, una posición física más poderosa. Pero las ventajas de una postura de mando no son solo físicas; adoptarla conlleva también enormes beneficios mentales.

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