Con mi mamá viviendo fuera del país, y después de haber probado otras opciones, lo más viable fue irme a un internado que estaba en Guadalajara arriba del Colegio de La Vera Cruz, en donde todas las mujeres que vivían ahí eran de otras ciudades y mayores de dieciocho años. Lo manejaban las madres religiosas del colegio, quienes abrían la puerta a las seis de la mañana y la cerraban a las diez de la noche, por lo que había la libertad de hacer durante el día lo que cada quien decidiera: estudiar o trabajar. Tenía quince años, y aunque era la más pequeña de todas, mi mamá habló con las madres de lo responsable que era y que haría las cosas como todas las demás, por lo que me aceptaron.
Conocí muchas amigas que me abrieron la posibilidad de entender diferentes tipos y estilos de vida, costumbres y situaciones que se vivían en un internado como este, pero no me era tan sencillo, ya que cada quien era responsable de limpiar su cuarto y prepararse sus comidas; más bien era muy cansado para mí ser y comportarme como un adulto a mis quince años.
En ocasiones pensaba que la vida era injusta porque lo que yo realmente quería era el apapacho de una familia, sentirme segura, mi casa, y la certidumbre de que no tendría que cambiarme cada año.
Seguía sintiéndome sola y olvidada, carente de amor; pero tantas mudanzas también me ayudaron a entender que la vida es un constante cambio y que no debemos apegarnos a las personas ni a las cosas. Aprendí a viajar ligera, a valorar mis pertenencias y a que no se necesitan muchas cosas para vivir plena; lo material va y viene, así que si pasaba algún tiempo sin usar alguna cosa, la regalaba para que alguien más la aprovechara.
Estar sola y no depender de nadie para que se hiciera cargo de mí me dio un sentido de responsabilidad muy grande; me di cuenta delo fácil que sería equivocarme por no tener una persona mayor de edad como guía, y como no tenía una mejor opción, de forma natural comencé a tomar decisiones que según yo eran las mejores y correctas para llevar mi vida.
Construí mi personalidad con valores como la libertad, disciplina, responsabilidad, respeto, ser valiente, competitiva y aprender de los demás, que hasta ese momento había tomando como ejemplo de mi mamá, tíos, hermanos y amigos, y que me ayudaron a seguir el camino sin que el miedo me paralizara.
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