Luis Chiozza
¿Para qué y para quién vivimos?
El camino de los sueños
Chiozza, Luis¿Para qué y para quién vivimos? : el camino de los sueños / Luis Chiozza. - 1a ed. . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2014.Libro digital, EPUBArchivo Digital: descargaISBN 978-987-599-445-41. Psicología. 2. Psicoanálisis. I. Título.CDD 150.195 |
Diseño de tapa: Silvana Chiozza
© Libros del Zorzal, 2015
Buenos Aires, Argentina
Printed in Argentina
Hecho el depósito que previene la ley 11.723
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Índice
Prólogo | 8
I. La sustancia de los sueños | 10
La historia que se oculta en el cuerpo | 10
Sólo se puede ser siendo con otros | 12
La recuperación del sentido | 14
El jardín del Edén | 17
II. La vida nuestra de cada día | 19
No sólo de pan vive el hombre | 19
Las distintas amplitudes de la actualidad presente | 20
Entre la nostalgia y el anhelo | 21
¿Qué es lo que “hace” falta? | 22
III. ¿Cómo se constituye “nuestra” vida? | 28
Mi vida no sería mi vida sin mi mundo | 28
La consciencia y lo inconsciente | 30
La expulsión del paraíso | 31
El sentido se acaba cuando nada “hace falta” | 32
IV. La “razón de ser” | 34
Saber quién soy | 34
Ser y estar | 37
Vivir lleva implícito interpretar la vida | 38
V. Cuerpo, alma y espíritu | 40
Los tres mundos del hombre | 40
El mundo en nuestra relación con la mano | 41
Lo físico y lo mental confluyen en lo sentimental | 42
VI. Acerca de lo que la consciencia registra | 45
La función de la consciencia | 45
Pensar y sentir, bien y mal | 46
Una frontera entre mi mundo y yo | 48
Representaciones, reactualizaciones y reformulaciones | 50
VII. La existencia individual | 52
¿Qué significa ser un individuo? | 52
La consciencia “individual” | 54
La “individualidad” del alma | 56
La comunidad indiferenciada que denominamos “gente” | 57
VIII. El espíritu de nuestra época | 60
La sociedad como producto de la convivencia | 60
El fin de una era y el comienzo de otra | 61
La distorsión de los afectos y la alteración de los valores | 63
IX. Con la suciedad en el alma | 66
La enfermedad “personal” es siempre “epidémica” | 66
La enfermedad del espíritu | 68
La insospechada importancia de los portadores “sanos” | 69
X. Acerca de los valores que hoy predominan | 71
Las formas malsanas del individualismo actual | 71
Cuando la intrascendencia crece, la desolación arrecia | 72
La pérdida del lugar “correspondiente” | 73
XI. La necesidad de trascendencia | 78
Cuando la razón no alcanza | 78
¿Quién “gobierna” la red? | 80
La cuarta injuria al narcisismo humano | 81
XII. ¿A qué nos dedicamos? | 84
Contacto, conmoción y trascendencia | 84
Crecimiento, procreación y sublimación | 85
Los seres “queridos” y las obras | 88
XIII. El “irresistible” atractivo de la tentación | 92
La gesta prometeica | 92
Las calamidades que engendra el demonio | 95
El soñador ocioso | 97
Tener por lema la parcialidad | 98
XIV. Entre el paraíso y el infierno | 101
El árbol del Edén | 101
El origen del peligro | 104
¿De dónde proviene el dolor? | 107
El círculo que llena mi actividad | 109
XV. El camino de los sueños | 112
Vivir es dedicar la vida | 112
La vida interesada se vuelve interesante | 113
¿Para qué, y para quién, vivimos? | 115
Acerca del vivir desubicado | 119
Una contribución al método patobiográfico | 121
Es necesario distinguir entre los sueños. | 123
XVI. Devolver a la vida su alegría | 127
El qué hacer con el dolor | 127
Bendecir el duelo y el trabajo | 129
¿Qué significa vivir hacia adelante? | 132
A manera de epílogo | 135
¿Qué sentido tiene? | 135
Los tres mundos humanos | 137
La inmunidad frente al contagio | 139
Un perdurable rescoldo | 140
La sustancia de los sueños | 142
Bibliografía | 146
A quienes, entre gustos y disgustos,
le otorgan a mi vida un sentido.
Prólogo
En el cúmulo de logros y fracasos, grandes y pequeños, que constituyen nuestra vida, nos encontramos siempre en algún punto en que necesitamos viajar desde el dolor de una renuncia hacia la búsqueda de un entusiasmo nuevo que le devuelva su sentido a nuestra marcha hacia adelante. ¿Cómo orientar, entonces, las inquietudes que surgen en el desasosiego de esa encrucijada, típica de la primera adolescencia y de la segunda (que suele denominarse climaterio)? ¿Dónde encontrar los parámetros que nos ayudan para trazar el rumbo?
Uno se da cuenta de que, para obtener un resultado ojeando “el catálogo” de lo que puede ser un atractivo, necesita saber “lo que le pide el cuerpo”. También se da cuenta de que el cuerpo reclama movido por apetitos del alma; y de que el alma, por extraña paradoja, mientras pretende revindicar su derecho de hacer lo que le plazca, necesita “consultar al ambiente” afectivo en el que se halla inmersa, para sacar de allí su convicción acerca de “lo que está bueno”.
Se trata, entonces, de mirar para adentro, y procurar divisar cómo son los lazos que nos anudan con esas otras almas que tanto nos importan. Y así, mirando para adentro, fue que nació este libro en el cual imagino tres “mapas” que me parecen fundamentales. Uno consigna “lugares”, “distancias” y magnitudes de significancia, en nuestra relación con distintas personas de un entorno que, con el tiempo, varía; algunas veces de forma brusca y sorpresiva, en otras de manera paulatina e insensible. Otro surge de nuestras obras en marcha, resultado de actividades que culminan en un producto que por su propio valor, y más allá del reconocimiento que con él se obtenga, logra conmovernos. En un tercero, por fin, podría intentarse reflejar el núcleo “duro” de un perdurable rescoldo, entrañable e irrenunciable remanente de nuestros apegos infantiles, que en la ancianidad suele acercarse a la consciencia.
Allí, en ese pequeño “motorcito” que mantiene encendida la esperanza que alimenta la vida, reside una ilusión de la cual –como dice el proverbio– “también se vive”. Ese rescoldo funciona como una llama piloto que se reaviva en el contacto con nuestros seres significativos y con nuestras obras. Sin embargo, la esperanza que en ese rescoldo se conserva ha de ser el producto de una ilusión mesurada. Recordemos a Trilussa: “L’ideale di Broccolo consiste en una donna bionna, tanto bella, que cià un difetto solo: nun existe” (“el ideal de Broccolo consiste en una mujer rubia, tan hermosa, que tiene un solo defecto: no existe”).
Nuestra relación con nuestros ideales funciona de un modo semejante a como, de acuerdo con un dicho popular, funciona el burro. Es necesario, para que camine, mostrarle una zanahoria. Pero debemos reconocer que hay que hacerlo a la distancia justa, porque si la acercamos mucho se la come sin moverse, y si la ponemos muy lejos tampoco se mueve, porque se descorazona. Así nació este libro, como una especie de zanahoria que me parece jugosa y que deseo compartir, especialmente con quienes, entre gustos y disgustos, otorgan a mi vida un sentido. Escribiéndolo he procurado pensar con claridad y acercarme, fraternalmente, al corazón del lector. Mi más ferviente deseo es lograrlo, aunque más no sea que a “un paso por vez”.
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