Melanie Scherencel Bockmann
Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.
Índice de contenido
Tapa
Dedicatoria Dedicatoria Para mi esposo, Tim... Eres mi amor, mi inspiración, mi aventurero valiente. Te seguiré a cualquier parte. Para Jagger... Eres la luz de mis ojos. Nunca olvides que a veces las cosas más grandes vienen en los envases más pequeños. Espera y verás. Para Tyson... Desde el momento en que naciste reconocí tu asombrosa fuerza interior. Fuiste predestinado para ser un guerrero de luz, y estoy orgullosa de ser tu mamá. Para Jef... No conozco a alguien con sueños más grandes que los tuyos, y apenas puedo esperar a ver las grandes cosas que lograrás. Quizás algún día estaré escribiendo sobre tus aventuras. Para Beau... A veces, cuando te acomodo el corbatín antes de un evento especial, cuando miro deportes contigo un domingo de tarde, o cuando te escucho mientras me dices una confidencia, me doy cuenta de lo afortunada que soy. Gracias por permitirme ser parte de tu vida.
El primer día de vacaciones
¡Hay equipo!
El nuevo vecino
Y ahora, ¿qué haremos?
El zorrino
Un día caluroso
La bicicleta de mamá
Una sorpresa inesperada
El error contable
¡Fuego!
El accidente
Una nueva idea
El vuelo inaugural
El concurso de talentos
La mejor idea
Locos por volar
Melanie Scherencel Bockmann
Título del original en inglés: Just Plane Crazy, Review and Herald Publ. Assn., Hagerstown, MD, E.U.A., 2006.
Dirección: Claudia Brunelli
Traducción: Natalia Jonas
Diseño de tapa: Mauro Perasso
Diseño del interior: Nelson Espinoza
Ilustración de tapa: Mauro Perasso
Ilustración del interior: Shutterstock
Libro de edición argentina
IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina
Primera edición, e - Book
MMXX
Es propiedad. Copyright de la edición original en inglés © 2006 Review and Herald Publ. Assn. Todos los derechos reservados.
© 2019, 2020 Asociación Casa Editora Sudamericana. La edición en castellano se publica con permiso de los dueños del Copyright.
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
ISBN 978-987-798-297-8
Publicado el 30 de octubre de 2020 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).
Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)
E-mail: ventasweb@aces.com.ar
Web site: editorialaces.com
Scherencel Bockmann, MelanieLocos por volar / Melanie Scherencel Bockmann / Dirigido por Claudia Brunelli / Ilustrado por Mauro Perasso. - 1ª ed . - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2020.Libro digital, EPUBArchivo digital: OnlineTraducción de: Natalia Jonas.ISBN 978-987-798-297-81. Narrativa infantil y juvenil estadounidense. 2. Literatura infantil y juvenil. I. Brunelli, Claudia, dir. II. Perasso, Mauro, ilus. III. Jonas, Natalia, trad. IV. Título.CDD 813.9283 |
Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.
Para mi esposo, Tim...
Eres mi amor, mi inspiración, mi aventurero valiente. Te seguiré a cualquier parte.
Para Jagger...
Eres la luz de mis ojos. Nunca olvides que a veces las cosas más grandes vienen en los envases más pequeños. Espera y verás.
Para Tyson...
Desde el momento en que naciste reconocí tu asombrosa fuerza interior. Fuiste predestinado para ser un guerrero de luz, y estoy orgullosa de ser tu mamá.
Para Jef...
No conozco a alguien con sueños más grandes que los tuyos, y apenas puedo esperar a ver las grandes cosas que lograrás. Quizás algún día estaré escribiendo sobre tus aventuras.
Para Beau...
A veces, cuando te acomodo el corbatín antes de un evento especial, cuando miro deportes contigo un domingo de tarde, o cuando te escucho mientras me dices una confidencia, me doy cuenta de lo afortunada que soy. Gracias por permitirme ser parte de tu vida.
1
El primer día de vacaciones
Gaby entrecerró los ojos y miró el panel de instrumentos del avión Cesna 185; entonces, golpeó cuidadosamente con el dedo el empañado medidor de combustible. Como se había imaginado, la aguja estaba cerca del indicador de vacío. Le corrió un escalofrío por el cuerpo. El rebelde armado lo acorralaba tan de cerca que Gaby apenas se atrevía a moverse; mucho menos, a decir algo. Pero manteniendo la vista hacia abajo, juntó valor y habló.
–Nuestras reservas de combustible casi se han acabado –dijo Gaby en voz alta, para que se escuchara por sobre el rugido del motor de la aeronave.
Evitando cuidadosamente el contacto visual, tragó con fuerza y continuó:
–El avión no volará mucho más. Le advertí cuando se subió a la fuerza al avión misionero que no tenía suficiente combustible para un viaje tan largo.
–¡Tenemos que llegar a nuestro destino! Necesitamos los suministros que hay en este avión para nuestra causa.
El secuestrador apretó el arma en sus manos con tanta fuerza que sus nudillos quedaron blancos.
Gaby miró por la ventanilla que vibraba, orando mientras observaba las copas de los árboles del territorio selvático desconocido más abajo. Sería cuestión de minutos hasta que el motor se apagara y el abismo de árboles los tragara, de modo que nunca más se escuchara de ellos. Su frente brillaba por las gotas de sudor mientras él trataba de pensar en alguna forma de escapar del choque inminente.
El malhechor empujó su arma contra el rostro de Gaby.
–Solo haz lo que te digo –demandó, blandiéndole el cañón del arma cerca del ojo derecho.
–¡Está bien! ¡Basta! Pausa. Ten cuidado con esa rama –le dijo Gaby a su hermano menor, Tim. La tomó y la sostuvo mientras hablaba:
–Mamá dijo específicamente que podías usar una rama solo si no me pinchabas el ojo con ella.
–Estoy siendo cuidadoso.
Tim la jaló con brusquedad de la mano de Gaby, y la volvió a poner en posición mientras se ajustaba la bandana camuflada que se le había caído sobre los ojos. Entonces, dijo:
–Y tú eres la víctima. Las víctimas no pueden hacer demandas. Ahora, actúa asustado de mí.
–No necesito actuar –replicó Gaby, protegiéndose con una mano el rostro de la punta de la rama–. Estoy aterrorizado de que hagas una brocheta con mi ojo.
Profundamente consciente de la peligrosa arma que el secuestrador insistía en mantener cerca de su rostro, Gaby examinó el espeso paraguas de árboles que había más abajo. No había lugar donde aterrizar. Pronto estarían en manos de la gravedad. Entonces, repentinamente, se le ocurrió la idea que le había rogado a Dios que le diera para escapar. Calculando el momento perfecto, en un movimiento fluido, le quitó el arma de la mano al secuestrador y saltó del avión.
Читать дальше