Tabla 12: Educación elemental. Número total de alumnos en determinados países africanos (1946–2010)
Tabla 13: Educación elemental. Número total de alumnos en determinados países africanos (1946–2010)
Tabla 14: Educación secundaria. Número total de alumnos en determinados países africanos (1946–2010)
Tabla 15: Educación secundaria. Número total de alumnos en determinados países africanos (1946–2010)
Tabla 16: Educación. Tasas brutas de escolarización en el África subsahariana, 1960–2014 (porcentajes)
Tabla 17: Educación. Tasas de alfabetización en determinados países africanos (1960–2015)
Tabla 18: Porcentaje de población urbana con respecto al total de la población (1960–2015) en el conjunto del África subsahariana y en determinados países
Tabla 19: Población de determinadas aglomeraciones urbanas en África (1960–2015)
PRESENTACIÓN
HISTORIA DE ÁFRICA DESDE 1940 es el buque insignia de los manuales de Cambridge University Press dentro de la colección Nuevos Enfoques de la Historia Africana. Ahora, completamente revisado para incluir la historia e investigación académica de África desde el cambio de milenio, este importante libro continúa ayudando a los estudiantes a comprender el proceso histórico del que parte la posición de África en el mundo. Una historia de descolonización e independencia que permite a los lectores observar precisamente lo que significaba y lo que no significaba la independencia política, y cómo hombres y mujeres, campesinos y obreros, líderes religiosos y locales, buscaron remodelar la forma como vivían, trabajaban e interactuaban los unos con los otros.
Atendiendo a la transformación de África —de ser un continente marcado por la colonización a ser otro de estados independientes—, Fred Cooper se atiene a la «cuestión del desarrollo» a lo largo del tiempo, viendo cómo primero los regímenes coloniales y luego las elites africanas pretendieron transformar la sociedad africana a su manera. Cooper muestra cómo la gente de las ciudades y de los pueblos intentó abrirse camino en un mundo desigual, a través de épocas de esperanza, de desesperación, de posibilidades que se renovaban y de continuas incertidumbres. Más allá del debate sobre a qué o a quiénes se puede culpar de las recurrentes crisis de África, Cooper explora alternativas para el futuro.
Frederick Cooper es profesor de Historia en la Universidad de Nueva York. Autor y coautor de varios libros sobre la historia de África y de los imperios, dentro de sus libros recientes se incluyen Citizenship between Empire and Nation: Remaking France and French Africa (2014) y Citizenship, Inequality, and Difference: Historical Perspectives (2018). Sus libros han sido galardonados por la Asociación Histórica Americana, la Asociación de Estudios Africanos y la Asociación Mundial de Historia. Ha llevado a cabo investigaciones en el África oriental y occidental, ha enseñado en la Universidad de Harvard y la Universidad de Michigan, y ha sido profesor visitante en Francia.
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN
LA EDICIÓN ORIGINAL DE ESTE LIBRO se publicó en 2002. Para un libro cuyo contenido comienza en 1940, los dieciséis años transcurridos entre esta edición y la anterior suponen una porción significativa de la historia que aborda. Ha sucedido mucho en África, y han surgido nuevos trabajos académicos con una variedad de perspectivas.
Nos hallamos ahora a una cierta distancia de las expectativas para el nuevo milenio que muchas personas en todo el mundo tenían del año 2000. Bastantes africanistas se quedaron anclados en esas expectativas. Por un lado, surgieron perspectivas de una nueva era de capitalismo «del milenio»: un nuevo mundo de conexiones globalizadas que vinculaban África con las tendencias económicas y culturales de otros puntos del planeta, y que fragmentaban el tejido social. Por otra parte, apareció el programa Milenio 2015 con el apoyo de instituciones financieras internacionales y de economistas; pero que, a pesar de su nombre —y a pesar del propósito de alcanzar sus metas dentro del plazo de quince años—, apelaba a una vuelta a los conceptos de desarrollo que habían sido dominantes durante las décadas de 1950 y 1960, si bien habían quedado eclipsados por el fundamentalismo mercantil de los años 1980. El modelo de mercado se había impuesto en gran parte de África bajo el nombre de «ajuste estructural», con desastrosas consecuencias que mucha gente tenía en la cabeza cuando salió la primera edición de este libro.
Durante algo más de una década del nuevo milenio, los defensores de una vuelta al esfuerzo por un desarrollo pujante parecía que estaban abriéndose camino: África se hallaba entonces experimentando un patrón de crecimiento económico «normal» —o incluso mejor—, y atraía la atención y la inversión de personas interesadas por igual tanto en los beneficios como en la mejora del bienestar de los africanos. Pero a mediados de la segunda década del siglo XXI, iba quedando cada vez menos claro que la naturaleza de la economía y de la sociedad en África se correspondiera con el modelo capitalista del nuevo milenio, o con el antiguo modelo de desarrollo. Resulta más consecuente con las evidencias el reciente planteamiento del especialista en historia económica Morton Jerven, el cual identifica un patrón a largo plazo de «rachas de crecimiento» en las economías africanas; es decir, periodos que responden rápidamente a los mercados externos y que acarrean crecimiento en ciertos sectores de economías regionales, pero que, al cabo de un tiempo, alcanzan su tope y abocan a un relativo estancamiento. El desafío consiste en explicar tanto esas «rachas» o ráfagas —lo cual no resulta complicado— como sus limitaciones —lo cual no resulta fácil. Pero lo que hay que explicar es algo bastante diferente de una condición característica e inherente a largo plazo de «África». Es posible que hayamos presenciado otra de las rachas de crecimiento de Jerven: el rápido crecimiento en las exportaciones de productos del sector primario, debido en gran medida a la demanda de las economías emergentes de China e India, seguido de una desaceleración conforme la demanda se ha estancado, al tiempo que la diversificación y los cambios estructurales en las economías nacionales continúan siendo limitados.
Pueden identificarse otros tipos de «rachas» o ráfagas; por ejemplo, en iniciativas cívicas, como sucedió en Senegal en 2012 o en Burkina Faso en 2014, cuando ciudadanos corrientes, sobre todo jóvenes, organizaron contundentes manifestaciones que obligaron a dar marcha atrás a los jefes de estado que querían prolongar su etapa en el poder. También hay que buscar ejemplos de pautas relativamente duraderas de gobernanza democrática; como en Ghana desde la década de 1990, donde los partidos en el gobierno a veces han perdido las elecciones, en comparación con otros lugares donde avejentados dictadores se aferran al poder, o señores de la guerra que contienden por el control de grandes regiones. Esta edición de Historia de África desde 1940 se fija en dinámicas conexas de aperturismos y regresiones, movimientos hacia modelos políticos más democráticos y pretensiones de control dictatorial, conflictos violentos que estallan y conflictos violentos que se resuelven. Hace hincapié en la irregularidad de los patrones históricos, pues «África» no es un solo lugar en dirección hacia un destino particular. La naturaleza de sus conexiones con el resto del mundo es variada y volátil.
Un objetivo básico de la segunda edición de Historia de África desde 1940 es muy similar al de la primera: comprender el pasado del presente. Sin embargo, para llegar al presente, no podemos proceder como si la historia debiera conducir inevitablemente a lo que hoy vemos. Los hombres y mujeres que, en cualquier momento del pasado, han hecho historia no sabían cómo acabarían las cosas, y actuaron basándose en qué podían tener en cuenta y qué querían, a pesar de las restricciones de su tiempo. Los senderos que siguieron pueden haber resultado ser callejones sin salida o autopistas hacia un futuro prometedor, pero la gente de cualquier época ha puesto en marcha recursos, ha forjado relaciones y ha tomado decisiones basándose en un conjunto de posibilidades y limitaciones en continuo cambio. Necesitamos reconstruir esos mundos cambiantes, si pretendemos entender cómo ha llegado África a estar donde está hoy.
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