Antes de tratar el tema de la decisión de participar en una actividad de fitness, que se verá más adelante, es necesario contextualizar y dejar definidos dos tipos de motivaciones que hay en todo deportista, ya sea de élite, de rendimiento o un amateur que se acerca a un centro a hacer deporte. Estos son los tipos de motivaciones:
1 La motivación interna: se habla de motivación interna en el deporte cuando se realiza una práctica deportiva por el placer inherente a la misma. Esto es, hacer deporte porque gusta, llena y da placer, sin otro motivo externo.
2 La motivación externa: por el contrario, en la motivación externa hacia la práctica deportiva aparecen incentivos extrínsecos al deporte que atraen hacia esta actividad. Por ejemplo, en el caso de un jugador de fútbol de la Primera División española, su motivación extrínseca hacia el deporte es la nómina que recibe al final de mes. Ha firmado un contrato que le reportará importantes incentivos económicos a cambio de jugar al fútbol para un club. En otros ámbitos, como el de los centros deportivos y salas fitness, existen otras muchas motivaciones extrínsecas que hacen que un individuo se acerque a hacer deporte, como, por ejemplo, la relación con sus iguales, la búsqueda de amistad, el relacionarse y sentirse identificado con un grupo, la necesidad de salud, la ganancia en mejora corporal, etc. Proporcionan una motivación añadida a la motivación interna que puede dar el deporte.
Es muy difícil que aparezcan en el individuo motivaciones externas sin que la interna esté patente. Esto es, si la práctica deportiva que realiza no le produce el placer suficiente para continuar (motivación interna), no la va a llevar a cabo y acabará abandonando. En el ámbito del ocio (como es la actividad física), si odia una actividad, por muchas motivaciones externas (también llamadas extrínsecas) que pueda tener, acabará dejándola, ya que no le aporta la principal motivación del ser humano para con el ocio: el placer de hacer lo que se quiera en el tiempo libre.
Caso excepcional es cuando la práctica deportiva está condicionada y se hace necesaria solo por una cuestión de salud y el individuo se ve obligado a realizarla para sanar o prevenir alguna patología. En este caso, debe continuar con la práctica aunque no le guste o reporte placer (más bien todo lo contrario), pero encontrando aspectos que le motiven y diseñando actividades sanas, adecuadas, adaptadas y, sobre todo, divertidas, con las que se optimizarán mucho los niveles de rendimiento y la consecución de objetivos.
Los especialistas pueden influir en las motivaciones intrínsecas (diseñando planes de trabajos amenos y divertidos que hagan disfrutar al cliente). Sobre todo pueden y deben influir en las motivaciones extrínsecas, creando esa motivación y fomentando el entorno necesario para que el cliente la necesite.
Para intensificar o incrementar los niveles de motivación a las personas que practican deporte para el acondicionamiento físico y la salud, se ofrecen aquí unas pequeñas pautas:
1 Asegurarle experiencias de éxito.
2 Dejarle que participe en las decisiones (entrenamientos tipo, ejercicios a realizar, objetivos, etc.).
3 Darle refuerzos verbales y no verbales.
4 Establecer metas y objetivos realistas.
5 Hacer amenas y divertidas las sesiones de entrenamiento.
Aplicación práctica
Usted es un entrenador personal y a la hora de planificar el trabajo con sus clientes, en sesiones de musculación, debe describir tres aspectos de motivación extrínseca (externa) que trataría de trabajar con ellos para una mejor adaptación al trabajo de acondicionamiento físico.
SOLUCIÓN (posible solución)
En primer lugar, debe marcar retos a los clientes que supongan aspectos motivantes y que les ayuden a mejorar. Una primera motivación sería la ganancia de masa muscular. Puede medir al principio del entrenamiento, por ejemplo, el bíceps, y decirle al cliente que en un mes tiene que haber ganado un centímetro de músculo, debiendo este trabajar duro para conseguirlo.
Un segundo aspecto podría ser en relación a los kilos que es capaz de levantar el cliente en cada máquina. Debe ir subiéndoles los objetivos a conseguir en cuanto al número de kilos que levanta.
Por último, un tercer aspecto de motivación externa para el cliente puede ser proponerle, de vez en cuando, entrenar con alguien conocido, con quien poder comparar sus progresos.
La RAE (Real Academia de la Lengua Española) define la actitud como una “disposición de ánimo manifestada de algún modo”; también se define como la predisposición a obrar, percibir, pensar y sentir en relación a otras personas.
En lo referente al acondicionamiento físico, la actividad física y el deporte, el término actitud está compuesto por varios componentes que pueden influir en su desarrollo (adaptado de Fox y Biddle, 1998):
1 Componente sentimental. Lo que se siente hacia la actividad física en sentido “me gusta”, “la odio”, “me apasiona” o “me aburre”.
2 Componente comportamental. Hace mención al comportamiento, a la medida en que condiciona a ejercer o no algún determinado comportamiento o por lo menos a intentarlo.
3 Componente cognitivo. Lo que hace percibir lo bueno y lo malo de la actividad física; las ventajas e inconvenientes de participar en las actividades deportivas.
Importante
La actitud en la práctica de actividad física y deporte se compone de tres aspectos o componentes: sentimental, comportamental y cognitivo.
Las actitudes en las personas no son innatas, sino que el deportista las va adquiriendo a través de sus experiencias vitales y deportivas, con su educación y su proceso de socialización. Aunque se trate de disposiciones presumiblemente estables, las actitudes presentan un carácter dinámico, siendo modificadas porque una persona se vea enfrentada a una discrepancia entre una actitud suya o algún otro elemento de la realidad.
También destacar que las actitudes pueden ser generales o específicas, incluso dentro de la misma materia. Por ejemplo, se puede encontrar algún cliente/usuario al que le apasione el trabajo de musculación, pero que dentro de él odie trabajar tríceps en polea porque le resulte incómodo y prefiera trabajarlo con barra.
Existe una relación directa entre las actitudes de una persona y los comportamientos de la misma, tanto en el aspecto deportivo como en la vida cotidiana. El ser humano tiende a agrupar las actitudes y relacionarlas en sus comportamientos formando un conjunto de actitudes organizadas, lo que le dará un valor subyacente, suponiendo un concepto generalizado del bien y del mal en el sistema social.
Con ello, a modo de resumen, se pueden establecer las actitudes de la persona con las siguientes características:
1 No innatas.
2 Adquiridas a través de la experiencia.
3 Dinámicas.
4 Generales y específicas dentro de la misma materia.
5 Relación directa actitud/comportamiento.
Según diversos autores, existe una serie de factores que influyen en el comportamiento actitudinal de una persona. Con esto se puede intuir el comportamiento de algún cliente ante una determinada situación. Con ello, los factores que influyen, según Escámez (1998), son:
1 Los contextuales (ocupación, religión, situación socio-económica o estructura educacional).
2 Los referidos a la edad, sexo, posición que ocupa en su familia y nivel de estudios alcanzado.
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