—Qué olor, la puta madre. Lo hiciste cagar encima–, le dijo Pablo a su hermano. –¿Era necesario matarlo al pobre tipo? Si ya estaba muerto el otro, teníamos excusas más que suficientes como para cubrirnos. Vos estás loco Daniel. Como siempre, haciendo una de más. Dejame de joder, miralo, no se queda quieto y le falta media cabeza. ¿Quién era el otro que te trajo hasta acá?–
—Alguien a quien aparentemente el Jefe había mandado para matarme. Y me encontraron gracias a vos, que le decís a todo el mundo que estoy cocinando bárbaro. Sin preguntar quién carajo es. Como siempre, vos también. Tuve suerte de que llegara el viejo este, sino en estos momentos el que estaba sacudiéndose era yo. Se ve que pasa el tiempo pero les sigo resultando necesario, sino no me buscarían–
—Te buscaban para matarte, a vos y a mí. No te hagas la película. Vení y ayudame con esto que sino me voy en sangre, dale–, le dijo Pablo mientras se arrastraba sobre su trasero hacia la pared.
—Yo se lo que te digo. Pero otra vez no me voy a arriesgar–
—¿Qué mierda decís?–
—Acepté volver a la organización, hermano. Pero no podía volver a ocupar mi antiguo puesto a menos que me deshiciera del mejor asesino que actualmente trabajaba. Lo estuve esperando todo el día al tipo este. Pensé que no iba a llegar. El jefe me había dado la descripción, el modelo de auto y la hora de llegada. De haber estacionado media hora más tarde al costado de la ruta, bajo la lluvia, no habría tenido tantas complicaciones. Tenía el cuchillo preparado debajo del mostrador. Era bueno en serio, mirá como complicó las cosas–
—no te puedo creer lo que estás diciendo... –
—no lo creas si querés, pero es la verdad. Esta vida de mierda, de andar escapando, de andar pedaleando o caminando todos los días veinte kilómetros, vivir en el medio de la nada sin teléfono, sin un televisor... ¿cuánto más podía aguantar? Menos mal que recibí esa llamada la otra semana. Y no lo dudé. El tipo este, Julián se llamaba, había ganado tanta reputación que estaba empezando a trabajar por cuenta propia y estaba preocupando al Jefe. Demasiado agrandado, soberbio. Incluso hasta llegaron a pensar que estaba planeando quedarse con la cabeza de la organización, y vos sabés bien que con eso no se jode. Así que lo mandó entregado a mis manos... y a cambio de eso, yo vuelvo a trabajar para él con todo mi pasado y mis errores perdonados. Sin rencores. El policía me hizo más fácil el trabajo sucio. O al menos la primera parte. Vos me metiste en esto, Pablo, y te lo agradezco. Pero por algo nunca progresaste como yo. Te mandás muchas cagadas, sos muy boludo–.
Tomó la pistola de la mano de Julián y le apuntó a su hermano.
—No seas hijo de puta Daniel–
—Te quiero mucho hermano. Ya nos vamos a ver otra vez–
Afuera de la casa se sintió el ruido de otro auto frenando. Ya la lluvia había dado paso a una llovizna, mucho menos violenta.
—Me tengo que ir. No lo hagamos más difícil–
—Danieeeel la put... – Pablo no alcanzó a terminar la frase. Un último disparo resonó en el vacío de la casa. Lo que hasta unos segundos era su hermano ahora yacía de costado, mirando al piso. Unos centímetros arriba, parte de su nuca estaba pegada contra la pared, adornada por unas manchas de sangre en forma de abanico. –Como pasaba siempre que remataban a alguien contra una pared–, pensó Daniel. No soltó una sola lágrima. Tomó la pistola con la que había disparado al policía y la colocó en la mano de su hermano, con mucho cuidado. Afuera, la bocina del auto sonó dos veces.
—¿Más complicado de lo que parecía, no?–
—la verdad que sí, Jefe. Si no hubiera sido por ese policía, se hubiera tenido que buscar otro para encargarse de ese Julián. Ah, y dicho sea de paso, me encantó la tonada pueblerina que le puso cuando le dijo porteño de mierda. Y una buena actuación haciéndose el borracho al subir a la bicicleta. ¿Está seguro que no quiere ser actor?–
—Por qué no te vas a cagar, Oso. Todavía me puedo arrepentir eh–.
—Es solo una broma, Jefe. ¿A dónde vamos ahora?–
—En principio, lejos de acá. No se cuanto van a tardar en venir los bomberos, ya me encargué de incendiar el galpón. Que parezca un accidente, ¿no?–
—Que parezca un accidente. Vamos.–
El motor del auto arrancó. Las luces parpadearon y finalmente arrancó, camino al acceso del pueblo, perdiéndose en la profunda oscuridad de la noche.
2
Cicatrices
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.