Nuestra generación podría tener una concepción diferente de este anuncio. En un tiempo de esoterismo, una fe dispersa entre muchas opciones y pragmatismo, los oídos posmodernos podrían recibir esta palabra bajo otros parámetros.
A medida que ciertos conceptos son reemplazados por otros que se acomoden más a la cultura de nuestros tiempos, las mismas concepciones que le dieron fundamento al cristianismo se pueden diluir en propuestas que miradas bajo prismas diferentes, terminen por agrietar la cohesión que el cristianismo anhela mantener.
“Cosas mayores que estas verás” puede sonar atractivo para los oídos posmodernos, pero desde un ángulo diferente. La búsqueda desenfrenada de algo novedoso transpira entre los hombres de hoy en día, de tal manera que puede encender la ambición de quien anhela saber o tener algo más en un mundo lleno de competencia. En todo caso resulta mucho más cómodo al gusto del pensamiento actual, exigir una respuesta apropiada a los deseos de quien lo pide. En otras palabras, es más apropiado exigirle a Jesús que nos siga, que seguirle en obediencia a su llamado.
Seguir a Jesús en estos tiempos requiere una sensibilidad intercultural y una contextualización apropiada que permita avanzar en la difusión de su mensaje sin tener necesariamente que desvirtuar su contenido. “Los acontecimientos posmodernos han demostrado que la ciencia no es inherentemente adversa a la fe cristiana.” 59
¿Qué significa seguir a Jesús y entender sus palabras en el siglo XXI?
Significa sumergirnos en este mundo actual con las premisas que le caracterizan y desde allí seguir creyendo que su mensaje será siempre vigente y relevante.
Significa entender un mundo en el cual se renuncia a las utopías y a la idea de progreso de conjunto y se apuesta a la carrera por el progreso individual y aun así apostar por una misión de alcance universal. Un mundo que reconoce los límites de las ciencias modernas en cuanto a la generación de conocimiento verdadero, acumulativo y de validez universal y que al mismo tiempo produce un cambio en el orden económico, pasando de una economía de producción hacia una economía del consumo.
Significa de alguna manera comprender una cultura en la que desaparecen las grandes figuras carismáticas y surgen infinidad de pequeños ídolos que duran hasta que surge algo más novedoso y atractivo, pero aun así perseverar con un mensaje que surgió 2000 años atrás en un lugar distante del Medio Oriente.
Significa también aceptar el reto de seguir difundiendo el mismo mensaje antiguo, pero a través de los medios masivos de comunicación modernos que se han convertido en verdaderos centros de poder.
Significa seguir creyendo en la validez del mensaje que proclamamos, a pesar de que para el mundo actual ha dejado de importar el contenido, para revalorizar la forma en que es transmitido y el grado de convicción que pueda producir. “Hoy se acepta ampliamente en todas las ciencias (tanto naturales como sociales) que la objetividad total es una ilusión y que el conocimiento pertenece a una comunidad y viene influenciado por la dinámica operativa de dicha comunidad.” 60
Significa proclamar la verdad de lo expresado por Jesús en un mundo que ha desmitificado a sus líderes y que cuestiona abiertamente a las grandes religiones. Un mundo que le rinde culto al cuerpo y a la liberación personal y en el que los individuos quieren vivir el presente sin que les importe mucho el futuro que les espera. Un mundo que se rinde ante la tecnología y en el cual el hombre basa su existencia en el relativismo y la pluralidad de opciones.
Pero también significa entender la aplicación contextualizada de la misión en el tiempo y en el espacio. Bosch asegura que: “Las profundas diferencias entre aquella época (la época del ministerio de Jesús) y la nuestra implican que no es suficiente apelar de manera directa a las palabras de los autores bíblicos para aplicarlas una por una a nuestra situación.” 61
Entonces ¿Cómo puede interpretarse el llamado de Jesús para las generaciones actuales? Allí radica el gran desafío. “¿Qué puede significar el llamado al discipulado en la actualidad para el obrero, el hombre de negocios, el hacendado y el soldado?” 62
La contextualización de la misión en el presente tiene que ver con la aplicación de la misma en un mundo que percibe las cosas desde otro ángulo a aquel en el cual fueron expuestos los términos de la misión encomendada por Dios. “Es ilusorio creer que podemos penetrar hasta un evangelio puro y libre de los efectos de agregados culturales y humanos.” 63
Es decir, no solo se debe comprender el cambio en la urbanización, la globalización, el desplazamiento continuo de personas entre territorios, etc., sino también en las formas de pensamiento que identifican al ser humano en cada época histórica. “Nadie recibe el evangelio pasivamente; cada uno a su vez lo reinterpreta.” 64Sin embargo, esta globalización debe ser vista desde diferentes ángulos, pues involucra cuestiones comerciales, sociales, religiosas, políticas, culturales, tecnológicas, etc., y cada área en particular debe ser examinada a la luz de los intereses particulares que se quieran definir. “El reto de la globalización actual, que es principalmente de línea cultural y religiosa, se resuelve en el aprecio o valoración de la propia tradición, descubriendo en su hondura una relación estrecha e indisoluble con otras culturas y religiones.” 65
Jesús se encarna en este mundo para encarnar su misión entre los suyos. Quien lo sigue debe extender el sentido de lo que enseña. “Es imperioso que el cristiano logre el renunciamiento, que practique la auto negación, para distinguir su vida de la vida del mundo.” 66
Para Jesús la compasión no es meramente un sentido de lastima por el que sufre, sino una empatía profunda con el marginado quien carece de voz y a quien la sociedad lo rechaza por su propia condición. Su llamado implica todo esto. Seguirlo representa palpitar al ritmo del Maestro. La misión de Jesús es singular en su contenido y exigente en su aplicación.
Algunas de las parábolas que compartió significaban la representación del amor práctico, colocando como modelo de la misma a personajes impensables, como el buen samaritano o el padre ofendido por el hijo pródigo.
El punto de vista enseñado por Jesús personifica en realidad una crítica de la conciencia dominante. Y esa forma de encarar el asunto de la compasión, el perdón, la misericordia, etc., significaban a su vez una amenaza para la tradición despótica.
La iglesia antigua consideraba a Jesús como la encarnación de una conciencia alternativa. El representaba una realidad visiblemente contraria a la realidad visible. Su origen, su nacimiento, el ejercicio de su ministerio, su revelación a los más marginados, etc., son elementos que contrastaban con las formas de dominio imperial existentes. “Hemos sido educados por la tradición cristiana para pensar a Dios no como dueño sino como amigo, para considerar que las cosas esenciales no han sido reveladas a los sabios sino a los pequeños, para creer que quien no pierde su alma no la salvará…y así sucesivamente.” 67
Desde el principio, Jesús se puso del lado de los desvalidos: los pobres, los oprimidos, los enfermos, los marginados. En los relatos de Lázaro resucitado y Lázaro el pobre que aparece en contraposición al rico epulón, Jesús manifiesta su solidaridad con quienes lloran a causa de la muerte y la injusticia. Su aflicción por Jerusalén pone de manifiesto que su misión va mucho más allá que salvar algunas vidas o sanar algunos enfermos. Las ciudades, los sistemas, las estructuras que las formaban, las autoridades que las dirigen, los inmensos conglomerados indiferentes que las componen, solo son una extensión de un sistema enfermo que necesita ser cambiado, pero que para muchos representa su seguridad y harán lo que sea necesario para mantenerlo como está.
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