NOTAS DEL AUTOR A LA EDICIÓN ORIGINAL
NOMBRES, TÍTULOS Y GRAMÁTICA
Me he servido de la Biblioteca Nacional de España y de la Bibliothèque nationale de France como fuentes de referencia para la ortografía de los nombres propios. Cuando el título nobiliario de un personaje varía con los años (por ejemplo, si pasa de marqués a duque), en general he intentado emplear la designación por la que se le conoce de forma más habitual.
He seguido las normas de la Académie française y de la Real Academia Española en cuanto a estilo y gramática. El caso más notorio es la recomendación de la Académie française que pide incluir el «de» en los apellidos de una sola sílaba, pero no en los de dos o más sílabas. Por ejemplo, Joseph Paul, conde de Grasse, * aparece como «De Grasse»; mientras que Charles Gravier, conde de Vergennes, aparece como «Vergennes».
La mayoría de las Marinas de la época eran todas «reales», no solo la británica (por ejemplo, la Royale francesa y la Real Armada española), así que las distingo por su nacionalidad.
Igual que he traducido los textos originales franceses y españoles al inglés moderno, también he modernizado la ortografía y la puntuación para hacerla legible al lector. **
A menudo traslado el valor de las monedas de la época a equivalentes modernos para que los lectores lo comprendan mejor. Este procedimiento es más complicado de lo que pudiera parecer, dado que las economías de finales del siglo XVIII eran completamente distintas de las de principios del XXI –caballos en lugar de automóviles, por ejemplo– y al hecho de que el coste relativo de algunas mercancías, como los alimentos, era mucho mayor entonces que hoy.
No obstante, los economistas han desarrollado varias formas para comparar el valor del dinero a lo largo del tiempo. He optado entre dos fórmulas generales de comparación de valor distintas, según qué se esté valorando en cada caso. Si se trata del precio de bienes privados, gastos y salarios, he usado un comparador de precios reales que mide el coste de los bienes de consumo y los servicios y se basa en el índice de precios de consumo de la llamada «cesta de la compra». En cambio, cuando hablamos de grandes gastos nacionales, como proyectos, préstamos y grandes compras de armas de los gobiernos, uso un comparador del coste de dicho gasto según su valor porcentual en el conjunto de la economía de ese país –este comparador se basa en el deflactor del producto nacional bruto a lo largo del tiempo–. Los dos métodos resultan en valores modernos muy distintos, ya que el producto nacional bruto ha crecido mucho más que el índice de precios al consumo a lo largo de los últimos 240 años.
En general, he tomado 1775 como año base debido a que fue el último año en que los precios se mantuvieron estables en todos los países implicados, antes de que los efectos de la guerra crearan tasas de inflación variables e inestabilidad en los tipos de cambio entre las distintas monedas. Todos los tipos de cambio se basan en los valores de dicho año: 1 libra esterlina británica = 5 dólares norteamericanos = 23,5 libras francesas = 6,3 pesos españoles.
Para terminar, todos los precios modernos usan como referencia el año 2010 y después se convierten a dólares estadounidenses con el empleo de índices de paridad de poder adquisitivo.
Tabla de conversión de los valores monetarios históricos a dólares estadounidenses de 2010:
PAÍS |
MONEDA ORIGINAL |
EQUIVALENCIA SEGÚN EL PRECIO REAL |
EQUIVALENCIA SEGÚN SU COSTE PORCENTUAL EN LA ECONOMÍA DEL PAÍS EN CUESTIÓN |
Estados Unidos |
1 dólar ($) |
29,40 $ |
77 500 $ (con 1790 como base) |
Gran Bretaña |
1 libra esterlina (£) |
149,00 $ |
13 127 $ |
Francia |
1 libra |
6,30 $ |
560 $ |
España |
1 peso |
24 $ |
2083 $ |
McKusker, J. J., 1978: Money and Exchange in Europe and America, 1600-1775: A Hand-book , Chapel Hill, University of North Carolina Press.
Maddison, A.: «Historical Statistics for the World Economy: 1-2003 AD» [ http://www.ggdc.net/maddison/oriindex.htm].
Measuring Worth [ www.measuringworth.com].
Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE): índices de paridad de poder adquisitivo [ http://www.oecd.org/std/prices-ppp/purchasingpowerparitiespppsdata.htm].

CT: Connecticut |
NH: Nuevo Hampshire |
MA: Massachusetts |
PA: Pensilvania |
VA: Virginia |
DE: Delaware |
NJ: Nueva Jersey |
MD: Maryland |
RI: Rhode Island |
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GA: Georgia |
NY: Nueva York |
NC: Carolina del Norte |
SC: Carolina del Sur |
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* N. del T.: Grasse es fonéticamente monosílabo en francés.
** N. del E.: De igual modo se ha procedido en la traducción y edición de los textos en francés e inglés al castellano.
No solo la Declaración de Independencia, sino además una
Declaración de que Dependemos de Francia (y También de España)
Un cálido día de verano de 1776, en Filadelfia, durante los primeros y difíciles pasos de la Revolución estadounidense, Thomas Jefferson escribía las frases iniciales de un documento dirigido a los reyes Luis XVI de Francia y Carlos III de España, con el que el Segundo Congreso Continental * esperaba obtener la ayuda que las sitiadas colonias británicas de Norteamérica tanto necesitaban. Dichas colonias ya llevaban entonces más de un año en guerra con Gran Bretaña y la situación militar era desesperada. El Ejército Continental acababa de sufrir derrotas desastrosas en Canadá y Long Island y había sido expulsado de la ciudad de Nueva York, ahora ocupada por el general William Howe. A menos que hubiera una intervención directa de los adversarios de Gran Bretaña –Francia y España– a favor de las colonias, estas no tenían posibilidad alguna de sobreponerse a la superioridad de la Marina y el Ejército británicos y alcanzar la plena independencia.
La Revolución había comenzado a gestarse bastantes años antes. Tras la aplastante victoria británica sobre Francia y España en la Guerra de los Siete Años, en 1763, Londres había impuesto a sus colonias norteamericanas una subida cada vez más sofocante de los impuestos y de las restricciones a la exportación para sufragar el aumento del gasto empleado en la protección de dichas colonias. Los colonos protestaron porque se implantasen esas medidas sin consultar su opinión al respecto, como les correspondía por ser súbditos británicos. La violencia de las protestas aumentó progresivamente hasta que, en 1775, la guerra estalló con las batallas de Lexington, Concord y Bunker Hill, así como con el subsiguiente asedio de Boston. Incluso entonces, la mayoría de los habitantes de las colonias aún tenía la esperanza de que hubiera algún tipo de reconciliación con la Corona. Pese a ello, a principios de 1776, el rey Jorge III rechazó los ofrecimientos de paz de los colonos, los declaró rebeldes y contrató regimientos en los Estados alemanes 1 de Hesse-Kassel, Hesse-Hanau y Brunswick para someter la insurgencia. El Congreso Continental, horrorizado en especial por la amenaza de los hessianos, a los que consideraba mercenarios, comenzó a clamar por una emancipación completa del dominio británico y a favor de «declarar las colonias en un estado de soberanía independiente». 2 Muchos de los gobiernos individuales de las colonias comenzaron a enviar delegados al Congreso con instrucciones de «sacudir de inmediato el yugo británico» 3 y abandonar la fidelidad a la Corona. La lucha que había comenzado un año antes para obligar a la madre patria a reconocerles sus derechos como súbditos británicos se había convertido en una guerra por la independencia.
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