Margarita Hans Palmero - Brumas del pasado

Здесь есть возможность читать онлайн «Margarita Hans Palmero - Brumas del pasado» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Brumas del pasado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Brumas del pasado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Helena es una mujer que en apariencia lo tiene todo, pero en el fondo, ella sabe que algo no cuadra en su apacible vida de ama de casa, casada y madre de dos hijas.Una noche acude a una fiesta medieval, donde conoce a un hombre extraño envuelto en un halo de misterio ; y donde una vidente le vaticina un giro inesperado en su vida, alegando que tendrá de buscar sus orígenes y su destino.Desde este momento, la vida de Helena da un giro sorprendente, donde descubre que pudo ser víctima de un secuestro infantil . A través de la hipnosis alcanza a descubrir un pasado más que inquietante e inesperado.

Brumas del pasado — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Brumas del pasado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero como siempre, me arrepiento, y al final, la ducha es tibia, como las lágrimas que no sé por qué han empezado a salir solas.

Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina. Necesito un café. Me he visto muy pálida en el espejo del baño. Con ese gran sentimiento de pena, me dirijo al armario de la cocina donde guardo las tazas y termino preparándome ese café con un extra de azúcar. Necesito algo dulce hoy en mi vida.

Quito uno de los taburetes de debajo de la encimera y lo acerco a la ventana. Me gusta observar el exterior mientras tomo café. Siempre quise hacer una especie de gran ventanal en esta cocina, ya que paso mucho tiempo aquí. Me gusta cocinar y observar cómo las hojas de los árboles van cayendo en esta época del año, descendiendo en un baile lento.

–Buenos días, pesada –me dice Fernando que entra vestido solo con los pantalones del pijama. Se rasca la cabeza y se le ve muy sexy.

–Buenos días.

–Has sonado a mujer enfadada –me dice acercándose y quitándome la taza de café para terminarla él.

–¿Por qué no te preparas tu propio café? –respondo malhumorada.

–Pues sí. Hoy estamos de malas pulgas. No deberías poner tanto azúcar. No es buena para ti. Y hablando de todo, ¿esa rosa en la botella? ¿Es un regalo para mí?

La diablesa que está dentro de mí me hace sentirme más animada.

–Me la regaló anoche un hombre guapísimo en el mercado medieval.

–Me alegro por ti, cariño.

La animación se acaba de convertir en un sentimiento raro. Se suponía que eso lo pondría celoso.

–¿No me crees o no crees que alguien pueda regalarme flores?

–Cariño, eres una mujer guapa, pero no es normal que nadie le regale una rosa de tallo largo a una mujer casada.

–¿Es que llevo un letrero en la frente que dice que soy casada? –respondo algo contrariada–. No era de aquí. No le había visto nunca.

–Ah, sería eso. Te vería sola y pensaría que tal vez quisieses compañía.

–¿Y por qué iba a pensar eso? –ahora mi irritación es notable.

–No sé. A veces muestras aspecto de sentirte sola o de no importarte tu aspecto –me dice volviéndose a pasar la mano por el pelo de manera agitada.

Está nervioso. ¿Por qué? Las palabras de la anciana vuelven a mí. Pero no, todo en mi vida es perfecto. Lo sé. Por eso cambio de tema.

–Me he apuntado a un gimnasio. ¿Qué opinas?

–¿En serio? Eso es fantástico. Te vendrá muy bien, te sentirás mejor. Venga, ya, no sigas enfadada conmigo. Estoy muy cansado, pero te invito a una cena esta noche. Me acostaré sin calzoncillos si quieres –responde más tranquilo.

Terminamos riendo, y aunque pienso que es mejor decirle que no bromee conmigo en ese tema, quiero, necesito, que el día se arregle después de todo.

–Tengo que ir al trabajo.

–¿Hoy? Pero es sábado y las niñas están en casa de tu hermano. Podíamos aprovechar para pasar un día romántico. No hay por qué esperar a la cena –añado traviesa–. Ya sabes, el aquí y el ahora. Fernando, te necesito –ahora mi tono es serio–. Quiero pasar todo un día entero contigo, por favor.

–Y lo haremos cariño. Pero hoy no. Te prometo que cuando termine el plan de viabilidad, me tomaré unos días y nos iremos donde quieras –me dice sonriendo.

Es en este momento cuando ve la pequeña estrellita que cuelga de mi cuello.

–¿También un regalo de un desconocido?

–No. Me lo ha regalado Carmela.

–Muy bonito. Aunque tienes colgantes más hermosos que ése.

–Gracias. Pero me gusta este –respondo llevándome una mano al colgante en un gesto inconsciente. Sin poder evitarlo, noto cómo mi voz está impregnada de tristeza y siento unos deseos inmensos de volver a llorar de nuevo. ¿Pero qué mierda me pasa?

–Anímate, Helena. Mi Helena de Troya, con ganas de guerra un sábado por la mañana –me dice conciliador.

–Sí. Helena de Troya. Anda vete, no te preocupes, me entretendré haciendo un caballo de madera.

Me sonríe, y me da un beso en la frente. ¡¡En la frente!!

Él sube a ducharse y yo estoy segura de que me espera otro sábado de limpieza más. O tal vez no. Iré a por mis hijas y haremos algo especial hoy. No tengo ganas de limpiar. Y ni siquiera espero que Fernando termine de arreglarse. ¡Qué diantres! ¡Estoy furiosa con él ahora mismo! Siempre trabajando. Puedo entender que lo hiciese cuando las niñas eran más pequeñas y las cosas no nos iban demasiado bien económicamente. Pero ahora, creo que nos hace falta tener más momentos juntos.

Levanto el auricular. ¿Estará Carmela levantada? Ángel coge el teléfono.

–Hola, Helena ¿qué tal? –La voz al otro lado suena normal, como cada vez que hemos hablado, y me descubro buscando indicios de algún cambio en ella. ¿Culpabilidad, quizás? ¿Vergüenza? Creo que la conversación con Carmela está haciendo mella en mí.

–Hola cuñado –intento sonar como siempre, aunque creo que se nota un poco mi nerviosismo. Ojalá hubiera cogido el teléfono mi cuñada–. ¿Y las niñas? ¿Dan la lata? ¿Se han levantado ya?

–No dan la lata y sí, ya se han levantado. Creo que van para tu casa con Carmela.

–¿Descansas hoy?

–No. Aunque pienso volver para el mediodía y llevar a Carmela a almorzar.

–Me parece fantástico –en verdad me lo parece. Parece que después de todo sí van a ser imaginaciones de Carmela–. Pasadlo bien.

–Oye, Helena, ¿y Fernando? ¿Duerme?

–No. Se está preparando para ir a trabajar. Por lo del proyecto ese de viabilidad.

–Ah, sí. Lo quieren pronto.

–Por cierto, Ángel, podríais venir a cenar una noche de éstas. Tengo ganas de que tengamos una de esas cenas familiares en las que todos nos reímos tanto.

–Claro. ¿Estás bien? Te noto preocupada.

–No. Estoy bien. Es que tu mujer me ha apuntado a un gimnasio y estoy traumatizada –disimulo.

Se escucha una carcajada al otro lado de la línea.

–No dejes que su entusiasmo te arrastre.

–Lo intentaré, cuñado. ¡Ah! ¡Ya están aquí! Nos vemos pronto –me despido y cuelgo el teléfono.

Carmela y Fernando se cruzan en la entrada. Ella llega, él se va. Las niñas le dan un beso a su padre, enérgico, con ganas. Vienen contentas.

–Hola, chicas –las saludo.

–¡Hola, mamá! ¡Fue genial! ¿Podemos ir más veces? –me pregunta Selena.

–Supongo que eso dependerá de tu tía –le contesto sonriendo.

–Tienes mala cara, mamá –me dice Maia.

–¡Qué va! Es que no he dormido bien, pero tú, por el contrario, estás fantástica.

Parece convencerle la respuesta, porque acto seguido las dos niñas corren al interior, pero Carmela se me acerca preocupada. A ella no he podido engañarla.

–Es verdad que se te ve fatal, ¿qué pasa?

–Fernando. No deja de trabajar. Y hoy cuando ha visto la rosa, se ha burlado de mí –confieso.

–Venga ya, Helena. Sabes cómo son esos dos para el trabajo.

–¿Y Ángel? ¿Has hablado con él? Siéntate, toma un café conmigo. El mío me lo han quitado. No puedo creer que lo que me comentaste ayer pase de verdad. Él te quiere Carmela.

–Está muy raro, Helena. Pero hoy no vamos a hablar de él. Vamos a hablar de ti. ¿Has llorado?

–No.

–Mientes mal. Y eso no te lleva a nada bueno cuñada. Soy como un endemoniado acosador asqueroso. No te dejaré en paz hasta que me digas qué te pasa.

El bullicio de las niñas se escucha con fuerza.

–¿Te quedas un poquito conmigo?

–Intenta echarme de aquí –responde retadora.

Tan solo un instante después, ambas nos sentamos en los taburetes de la cocina, a solas.

No sé cómo decirle lo que me pasa a Carmela. No voy a decirle nada de Fernando y su falta de “ganas de mí”. Pero quizás sí le hable de mis pesadillas y de esta sensación extraña que tengo últimamente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Brumas del pasado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Brumas del pasado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Brumas del pasado»

Обсуждение, отзывы о книге «Brumas del pasado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x