En tal situación no es posible permanecer pasivos esperando que quienes mueven los hilos emprendan una transición hacia una economía equitativa y saludable. Lo peor para el desarrollo económico y para generar empleo, es lo que hacen las actuales políticas de desarrollo económico con el coste que supone atraer y
retener negocios globales. De este modo no se crean empleos ni tampoco prosperidad real. No es un tema de falta de bienes y recursos, es un problema de conciencia, de gestión y de administración.
Es preciso un cambio en las leyes del manejo del dinero. Cambiar las reglas para desmantelar el poder de las oligarquías disfrazadas de democracia. Actualmente las grandes empresas son las que tienen mayores ventajas: pagan menos impuestos y el libre comercio abarata sus productos aunque vengan del otro lado del mundo. Las corporaciones con más dinero controlan a los gobiernos y a los legisladores y esto solo podemos cambiarlo dejando de comprar a estas empresas y creando diversidad de producciones y negocios locales para así devolver el poder económico a nuestras comunidades y fortalecer la auténtica democracia. El capitalismo global está destruyendo al planeta. Urge fomentar impulsar un sistema productivo arraigado en la ecología, los derechos humanos y el bien común, como el motor de la nueva reactivación económica y cultural.
PIRÁMIDE DE MASLOW
Los principios básicos expresados en la pirámide de Maslow (Una teoría de la motivación humana,1943) nos recuerda que nuestro auténtico potencial creativo, el reconocimiento, la ética y el éxito son realizables y posibles cuando los niveles básicos de nutrición, descanso, hábitat, trabajo y recursos materiales están cubiertos y pueden ser satisfechos sin una inversión desmesurada de trabajo, tiempo, dinero y burocracias, tal como acontece para la mayoría e personas en la actualidad.
No es posible ascender a un nivel de autorrealización cuando las necesidades básicas y la supervivencia requieren sobresfuerzo o endeudamiento
PRIORIDADES:
1. FISIOLOGÍA: Nutrición, necesidades básicas, descanso, salud.
2. SEGURIDAD: Protección física hábitat, trabajo, recursos materiales.,
3. AFILIACIÓN: Pertenencia familiar y social, afecto, intimidad.
4. RECONOCIMIENTO: Muestras de confianza, respeto, oportunidades y éxito.
5. AUTORREALIZACIÓN: Apertura mental, ética, integridad, creatividad
MEGALOMANÍA
Valorando objetivamente el crecimiento del mundo “civilizado”, se llega a la conclusión que ni el éxito ni la opulencia justifican la magnitud de los residuos emocionales, psicológicos y materiales que se han producido durante su desarrollo. La mayoría de esplendores históricos y la exuberancia de la mundialización tienen su origen en campañas de conquista, dominio y de sumisión. La grandiosidad y gloria imperial son formas de depredación que nacen del autoritarismo y del substrato de importantes diferencias sociales. Sus estructuras van siempre ligadas a fuertes egocentrismos, a ambiciones exacerbadas y a jerarquías avasalladoras cuya principal motivación es la competición por el poder y afán de lucro, en un escenario de malsana codicia, donde nunca lo conseguido es suficiente. Las grandes corporaciones diseñan los proyectos y los gobiernos ajustan las pautas económicas y culturales que confinan a la ciudadanía mundial en mero combustible de sus planes. Al límite de esta fulgurante expansión productivista, quizás nos veamos obligados a retomar apresuradamente modelos de orden y austeridad de antiguas y casi exterminadas comunidades tribales, donde ciertamente hallaríamos nobles modelos de coherencia y sostenibilidad.
GUERRA
La guerra, con todas sus horribles consecuencias, sigue siendo el tema central de la historia y la economía contemporánea. El objetivo fundamental de la guerra es mantener y ampliar los engranajes del sistema productivo económico pues los imperios capitalistas no funcionan con modelos de justicia real, ni ideas pacifistas, ni tampoco consideran rentable la promoción de la salud global,
por lo que siempre mantienen activas nuevas estrategias de conquista, dominación y control para hacer girar los engranajes del sistema con la fabricación de armas destinadas al genocidio, a la destrucción y a los posteriores negocios de reconstrucción.
Los gastos militares han crecido vertiginosamente en los últimos 70 años. El gasto militar en el mundo en 2018, según el informe anual sobre presupuestos de defensa “Jane’s Defence Budgets”, publicado por la empresa IHS Markit, el conjunto de países con ejércitos dedicarán a los mismos 1,67 billones (millones de millones) de dólares, cerca de 1,38 billones de euros.
A todo ello hay que añadir el diseño de armas de control ideológico, que son las más efectivas para influir en la opinión pública, teniendo en cuenta que la ciudadanía sigue atrapada en una sutil red de condicionantes invisibles cuyo objetivo es seguir imponiendo el control económico mediante diversidad de proyectos estatales: la bioingeniería, las empresas agroquímicas, las multinacionales farmacéuticas, suman a las estrategias coercitivas compatibles y complementarias con las legislaciones que implementan a su vez otras tácticas represivas: la guerra psicológica, la dependencia energética, el invento de nuevos y absurdos impuestos, las sanciones económicas, las catástrofes provocadas, y todo cuanto represente un incremento del miedo y una merma de la clara percepción y de los medios autóctonos de subsistencia.
Todo está diseñado para generar la máxima vulnerabilidad y dependencia de los planes de los poderes dominantes.
El diseño de innovadoras atrocidades que se aplican en las guerras, no solo afecta a los directamente implicados, sino que genera daños colaterales a la humanidad entera.
Con la persistente vulneración de la Ética y los Derechos humanos, el mundo sigue amenazado por el monopolio de la violencia impune de las oligarquías, los cuerpos policiales, la energía nuclear y las armas de destrucción masiva. El nuevo orden global erradica la soberanía de los pueblos y crea un mundo homogéneo de esclavitud controlada.
MERCENARIOS Y POLICÍAS
En nombre del progreso, el honor, la patria y “la gracia de Dios”, se han cometido las mayores atrocidades contra la veracidad, la dignidad y los derechos humanos. Recordemos los crímenes históricos perpetrados por los reinos/estados al realizar sus conquistas, no mediante la persuasión o el diálogo, sino a través de la usurpación, la violencia y el asesinato. Finalmente, la conquista siempre se completa instaurando un relato manipulado a conveniencia de sus credos y leyes dominantes, y así ensalzar un infame sentido del honor en los vencedores estigmatizando, condenando y sometiendo a los vencidos. En tales circunstancias, las respuestas de los oprimidos actuando en legítima defensa de la justicia y de los derechos fundamentales, -sea de forma pacífica o violenta-, son decretados automática y despóticamente como rebelión, sedición y “terrorismo”, cuando los brotes de rebelión y violencia, son la natural reacción a la insostenibilidad del abuso, el escarnio, la injusticia de los perversos intereses de los poderes fácticos y de sus representantes políticos. Sin hacer apología de la venganza, es histórica y demostrablemente cuantificable, que la gran magnitud de agresiones, violaciones y asesinatos cometidos por las fuerzas de ocupación y los cuerpos policiales del Estado contra el pueblo y la población civil, son siempre una ínfima proporción de las victimas causadas por extremas réplicas de resistencia o antisistema.
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