11El primer llamado contra la bula se lanzó en 1717; uno nuevo se hizo en 1720. El registro de la bula se dio al final de 1720.
12Según BnF, ms. fr. 21995, f.º 55v, n.° 693. Otra hipótesis: temiendo no recuperar nunca su texto y que lo utilizaran los hermanos, Maillefer habría depositado esta solicitud para impedirles que persistieran.
13Véase en Maillefer (1966, CL 6, p. 5) la presentación de los dos manuscritos de Maillefer por el hermano Mauricio Augusto.
14El nombre del autor no se indicó, pero parece que se trató de un secreto a voces, dado que, desde el año 1740, un Elogio histórico del señor Juan Bautista de La Salle se presentaba como el resumen del libro del padre Blin. En 1742 un comprador de los dos volúmenes de 1733 completó la página del título agregando con su mano el nombre Blain y la indicación «por M***». El padre Juan Claudio Garreau presentó la biografía que él publicó en 1760 como una reducción de la «obra del señor Bellin, canónigo de Ruan». Fevret de Fontette, en su reedición de la Biblioteca histórica de Lelong en 1768, indicó igualmente, el nombre de Blain, para quitar el anónimo del autor, y dio una corta noticia biográfica. Agreguemos a eso que toda la tradición lasallista le atribuye el libro al mismo autor (Hermans, 1965b, CL 4, pp. 4-5).
15En su carta al superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, llamada «carta de 1734», él justifica sus opciones de escritura refiriéndose a:
lo que los autores de vidas acostumbran a hacer. Que se lean las vidas nuevas de san Francisco, de san Juan de la Cruz, la historia de los Carmelitas y las Carmelitas Descalzos, la vida de santa Teresa, de
san Pedro de Alcántara, de san Vicente, de César de Bus, de san Ignacio, de san Javier, y de muchos otros parecidos, se encontrará la misma cosa.
Un poco más lejos, él menciona con mayor precisión «la nueva vida de María Alacoque escrita por monseñor, el arzobispo de Sens» (Blain, 1733, t. II, p. 2).
16El deseo de no ver en la Iglesia sino dos géneros de personas consagradas a Dios, clérigos destinados a la instrucción y a la guía de los fieles, y monjes separados del mundo, es un deseo del que se ha hecho al Abad de Saint-Cyran el primer autor. (Blain, 1733, t. I, p. 88)
17La mayoría de los hechos que él reporta en esta obra están sofocados, por así decir, en un montón confuso de reflexiones mal distribuidas. El estilo es descuidado […]. Su libro ha sido despreciado por las personas con gusto […]. En fin, se puede decir, en general, que su libro es un montaje confuso de espiritualidad mal aplicada que hace la lectura sosa y aburridora. (Bernardo, 1965, p. 17)
18No seguimos al autor que ve en Blain un partidario de la discreción de principio de la hagiografía con respecto a los milagros (p. 200). Nos parece que el pasaje que él invoca para apoyar su tesis denota solo la prudencia de Blain, a fin de no dañar un eventual proceso de canonización.
19J. B. Larronde, en la comunidad llamado hermano Lucard (1821-1895), entre otros, director de la Escuela Normal de Ruan.
20Abogado y periodista, A. Ravelet (1835-1875) toma partido a favor del conde de Chambord y del restablecimiento de la monarquía en un opúsculo publicado en 1871: Le futur gouvernement de la France. Su biografía de Juan Bautista es su último libro. En 1869 había publicado en París un Traité des congrégations religieuses. Commentaire des lois et de la jurisprudence…
21Esta bibliografía intenta ser exhaustiva, pero tiene errores, sobre todo en las direcciones editoriales. Según Scaglione, diecinueve biografías nuevas, de amplitud variable, tres en alemán y dos en inglés, se publicaron desde el comienzo del siglo hasta 1887, sin contar las reediciones ni las traducciones, en especial en italiano y en flamenco. Además de los libros de Ravelet y Lucard, hay que mencionar durante este periodo, por su densidad, los de Salvan, aparecido en 1852, y el de Ayma en su edición de 1858.
22Véase Guibert (1900, 1901). Guibert era superior general del seminario del Instituto Católico de París desde 1897.
23La mayoría de sus artículos están reunidos en los CL 43, 44 y 48 (Poutet, 1988, 1999a, 1999b).
I
El sello de una vocación
Si el itinerario de Juan Bautista de La Salle está marcado incluso por la conversión/ruptura de finales de los años 1670, él lleva aún en esta etapa decisiva el sello del medio en el cual nació y creció. Ese ambiente es el de la élite burguesa, en la frontera con la nobleza, que dirige la ciudad de Reims en el tercer cuarto del siglo XVII, entre los movimientos insurreccionales (la Fronda) y la llegada del absolutismo de
Luis XIV.
Reims, tal como allí creció Juan Bautista de La Salle
Los poderes en la ciudad
La ciudad de lo sagrado se rige por tres poderes que interactúan tanto que se hacen competencia: la municipalidad, el tribunal y la arquidiócesis. Un fallo del Consejo del Rey del 18 de enero de 1636 reúne en un solo cuerpo a los doce magistrados municipales, establecidos en 1182 por medio de la carta del arzobispo Guillaume aux Blanches-Mains, y al consejo de la ciudad, instituido en 1358. Este último, varias veces reglamentado con la intervención del poder real, en particular por Francisco I en 1525, tenía veinticinco magistrados bajo la autoridad del lugarteniente de los habitantes. Hasta ese momento era designado por los 118 diputados de las catorce parroquias de la ciudad, pero dos de ellas, San Hilario y San Pedro el Viejo, disponían del 40 % de los diputados: allí se ubicaban las familias más pudientes, en concreto, la de Juan Bautista. El nuevo reglamento de 1636 restringe aún más el cuerpo electoral. En adelante, el martes anterior al Miércoles de Ceniza, los notables, repartidos en doce compañías, designan en cada una a veinte electores y luego a diez, sacados a la suerte entre los veinte. Al día siguiente, Miércoles de Ceniza, esos 120 electores, reunidos en la alcaldía, designan a los dieciocho miembros del consejo, de los cuales seis guardan el título de magistrados municipales. Hay, pues, que pertenecer a la crema de la notoriedad urbana para acceder a los asuntos de la municipalidad. En ese medio muy restringido nace Juan Bautista. Entre 1577 y 1721, siete familias aseguraron la dirección en veinticuatro veces sucesivas: dos veces le correspondió a la familia La Salle y siete a sus parientes y aliados Lespagnol y Cocquebert. En 1645 casi la mitad de los miembros del consejo tenían parentesco con los La Salle.
La composición del consejo de la ciudad le corresponde en parte al Tribunal Civil. En 1655 esta jurisdicción reúne a 153 oficiales. El padre de Juan Bautista tiene sede allí como consejero y dos de sus parientes asumen cargos de primer orden:
Andrés Cocquebert el de lugarteniente particular (al mismo tiempo dirige la ciudad como su lugarteniente) y
Claudio Lespagnol el de procurador. Este último también fue lugarteniente de los habitantes, como Andrés Cocquebert, del cual se dice que «tiene prestigio en su compañía y aún más en el consejo de la ciudad y que es muy aficionado al servicio del rey».
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