Aun así, el torneo no fue completamente desastroso. Aunque Pancho perdió sus encuentros, el público no pudo evitar sorprenderse ante este dínamo de metro sesenta y siete, con sus rizos negros, piernas chuecas y drive a dos manos. «Nadie había visto a alguien jugar con dos manos», dijo Pancho. «¡Pensaban que era un error!». Desde el inicio, ese jugador de aspecto extraño, con su enorme sonrisa, mostraba un elemento exótico que intrigaba. Podían intuir su velocidad, su energía, su astucia.
Un día, mientras Pancho regresaba a pie desde el club a la ciudad (obviamente no tenía transporte), el ganador del torneo de singles de Southampton, que se dirigía en automóvil en la misma dirección, se detuvo para llevarlo. El nombre del piloto era Bobby Riggs. Riggs no tenía idea de la identidad del joven y Pancho no hablaba inglés, de manera que poco se dijeron en esta ocasión. Pero desde ese día en adelante, Segura y Riggs iniciaron una amistad que a futuro iba a amenizar la historia del tenis. Ambos se convertirían en dos de los jugadores más populares del circuito, al mismo tiempo que en oponentes cordiales y apostadores encarnecidos durante el resto de sus vidas.
Otro miembro de la audiencia que puso especial interés en el recién llegado fue la adolescente Rosalind Palmer, que era socia del club y que había sido designada anfitriona auxiliar durante el fin de semana. Palmer fue asignada para asistir al joven sudamericano mientras él participaba en el torneo.
Pancho se ganó la lotería.
Rosalind Palmer tenía quince años. Su padre presidía la compañía E. R. Squibb y su madre era dramaturga y poeta, había alcanzado un título de posgrado de la prestigiosa Universidad de Columbia y había trabajado como enfermera durante la Primera Guerra Mundial. La señora Palmer era demócrata moderna, había trabajado con Eleanor Roosevelt en la década de 1930 y era de izquierda. Con antecedentes como esos, Rosalind había experimentado una infancia estimulante y socialista. Más adelante ingresaría a Smith College pero, por ahora, Estados Unidos se había incorporado a la Segunda Guerra Mundial y su madre decidió que lo mejor que podía hacer era voluntariado cívico a favor de las tropas de Estados Unidos. Así, Rosalind consiguió empleo en una fábrica de aviones y alcanzó la inmortalidad como el modelo para el personaje de Rosie la remachadora (Rosie the riveter).
Si uno piensa en el tipo de socio que se le pudo asignar a Pancho como anfitrión, es interesante que fuese Rosalind la persona elegida para dar la bienvenida a un joven proveniente de un país subdesarrollado. De espaldas al potencial de escándalo de juntar al moreno de corta estatura con los altos y estilizados angloamericanos, Rosalind asumió su tarea con entusiasmo.
«Lo vi jugar», recordaba. «Y vi su relampagueante sonrisa. A mí no me importó que haya perdido. Pancho dejó su huella».
Rosalind Palmer quedó prendada. ¿Y qué si ella no hablara español o que él no hablara inglés? Ella lo entendía perfectamente. Se llevaron bien desde el inicio, ella lo acompañó a las canchas y a las cenas en honor de los jugadores que se celebraban los viernes y sábados por la noche. Y al terminar iba a casa de sus padres. Pancho dormía en los vestuarios. Él no se hacía problema, estaba en Estados Unidos, jugaba tenis y una bella joven estaba pendiente de él. ¡Qué estupenda manera de conocer este nuevo mundo!
Ese fue el inicio de una amistad de toda la vida, una de muchas que Segura, con su extraordinario talento para conseguir y conservar amigos, lograría afianzar. El sentimiento era compartido. Décadas más tarde, Rosalind expresaría el mismo afecto por el pequeño jugador que había conocido en el Meadow Club.
La semana siguiente al torneo de Southampton, Pancho compitió en el torneo de tierra batida de East Orange, Nueva Jersey. Esta vez se sintió más cómodo, la tierra batida era la superficie que mejor conocía: «Me encantaba la arcilla porque tenía un buen drop shot y ese es un golpe muy efectivo en la arcilla». Pancho diseñó una buena estrategia en esta superficie más lenta: «Yo fingía un golpe largo, mi oponente se preparaba para recibirlo y al último instante giraba mi muñeca y ponía un drop shot. ¡Así los engañaba!»
Esa jugada picante fue efectiva en uno de los partidos más importantes del torneo. El juego era contra Jack Kramer, que luego se convertiría en una figura clave en la carrera de Pancho. Kramer, de diecinueve años, de la misma edad de Pancho, ya había ganado el campeonato nacional juvenil, integraba el equipo senior de Copa Davis y había triunfado ante los mejores jugadores del país. Meses más tarde ganó el título de dobles en el campeonato nacional de Estados Unidos. Su experiencia excedía de largo la del ecuatoriano patucho, ya era un jugador famoso por su saque y todo apuntaba a que iba a ganar el juego fácilmente.
Pero como recordaría Kramer años más tarde: «Pancho me sacó de la cancha en el primer set. Yo estaba buscando su tiro más débil, que en ese entonces era su revés. Pero era difícil obligarlo a dar ese golpe porque Pancho era tan veloz y anticipaba tan bien que no importaba dónde ponía la bola, él se ubicaba de manera que respondía con su golpe preferido, el drive a dos manos». Kramer continuó señalando que ese mismo golpe constituyó la perdición de Pancho en esos días, puesto que este se agotaba corriendo en exceso para llegar a su drive letal: «Creo que me ganó 6-0 en ese primer set, y luego pude frenarlo y finalmente ganarle».
Pese al reconocimiento en aumento de su talento por parte de otros jugadores, Pancho seguía perdiendo juegos. Su primer torneo en césped, luego del preocupante torneo de Southampton, fue en Forest Hills que en ese tiempo era el epicentro del tenis en Estados Unidos. Su rival en la primera ronda fue Frank Parker (10), era el 4 de septiembre de 1940. Era un juego complicado, Frank Parker había sido miembro del equipo de la Copa Davis desde 1937, sería finalista en 1942 y ganaría títulos en singles en 1944 y 1945. Parker estaba cómodo en la superficie y era un estratega consumado. El periodista deportivo Eugene L. Scott decía de él: «Tal vez sea el jugador de tenis estadounidense menos reconocido de su época». Era ese el rival de Pancho luego de la humillante derrota que sufrió en su debut, en la misma superficie, en Southampton.
Dice mucho de Pancho que, en las pocas semanas desde su llegada, ya había empezado a analizar el asunto de jugar en césped. Tuvo poca oportunidad para practicar puesto que no conocía a nadie y carecía de recursos, pero para cuando enfrentó a Frank Parker no salió mal parado. El marcador final quedó 6-3, 6-1, 7-5, a favor del jugador más experimentado. En el reñido set final, Pancho demostró su poderoso drive a dos manos, sus golpes precisos y su feroz tenacidad. Creó una ola de simpatía e interés entre los aficionados, que lo alentaron cálidamente hasta el final.
En octubre de 1940 Pancho logró su primera victoria en césped en Estados Unidos. En un torneo organizado por el Club de Tenis Hispánico venció al campeón irlandés y jugador de Copa Davis, George Lyttleton 6-2, 6-4. El juego de Segura ya mostraba un repertorio de golpes devastadores: lanzamientos cruzados a profundidad, golpes violentos sobre su cabeza, drop shots y, por supuesto, su despiadado drive a dos manos. Como escribió Manuel Velarde, el comentarista deportivo del diario La Prensa: «Rogers no podía ocultar su sorpresa cada vez que Segura lanzaba su celebrado guantón a dos manos, que dejaba plantado al irlandés». Ya Pancho empezaba a tomar la medida de la nueva superficie y aprendía de a poco a explotarla.
Pero si su tenis iba en alza, sus condiciones de vida se dirigían en el sentido opuesto. Inicialmente, el arreglo era que Segura se alojara con el cónsul ecuatoriano en Nueva York, Sixto Durán-Ballén Romero. Pero debido a los resultados adversos iniciales, el Gobierno ecuatoriano empezó a expresar reservas ante su «representante especial». ¿Qué clase de representante era si recibía una paliza en casi toda presentación en Estados Unidos? La beca que se le había prometido se secó misteriosamente.
Читать дальше